Política. Sociedad. Historia.
Por Roberto Álvarez Quiñones
El regreso del kirchnerismo al poder decidido por los argentinos en las urnas el 27 de octubre es un grave error, o más bien una vergüenza. Se trata de una marcha atrás que hará mucho daño a Argentina y a toda América Latina, y que me perdonen mis buenos amigos argentinos, que son muchos.
El pueblo argentino es educado, uno de los más cultos de Latinoamérica. Por eso se hace difícil comprender este fenómeno del peronismo, sobre todo en su peor vertiente, la del kirchnerismo.
Saltan a la vista algunas preguntas:
¿Cómo se elige de vicepresidenta del país a una señora que estaría en la cárcel por corrupta y malversadora del tesoro público de no ser senadora de la república?
¿Nunca se han preguntado los peronistas, sean de izquierda, de centro o de derecha, anticapitalistas o lo que sea, por qué Argentina, antes de la llegada de Perón al poder, era un país con estándares de vida del Primer Mundo, y luego ya no lo fue más e incluso hoy hay cuatro países latinoamericanos con un ingreso per cápita superior (Chile, Panamá, Uruguay y Costa Rica)?
¿Es legítimo democráticamente un presidente electo con menos de la mitad de los votos válidos emitidos? (Alberto Fernández obtuvo el 48% de los votos)
¿Creen quienes votaron por el dueto de los Fernández que la crisis económica actual en el país la provocó Macri y no que fue heredada de la desastrosa y delincuencial administración de Cristina Kirchner?
Antes de continuar, para ser justo, quiero decir que esto lo dice un cubano, que tampoco en materia política somos muy buenos. En los 57 años de república antes del castrismo tuvimos 32 años de democracia (ocho presidentes elegidos), 22 años de dictaduras populistas, y tres años de una intervención militar de EE.UU. (1906-1909). Y hace 60 años padecemos la peor tiranía en la historia de las Américas.
El peronismo es un problema que data de la primera mitad del siglo XX, cuando irrumpió en la escena política argentina el general Juan Domingo Perón ,con su populismo contagioso de inspiración fascista, la misma que tuvo su colega Getulio Vargas con su “Estado Novo” en Brasil.
Perón, gran admirador de Mussolini y del fascismo
Perón, entre 1939 y 1940 fue asistente del agregado militar de la embajada de Argentina en Roma, y asistía a las concentraciones en la Piazza Venecia para escuchar a Mussolini, de quien quedó prendado por su magnetismo ante las masas. Desde entonces se propuso hacer concentraciones multitudinarias y dominar las organizaciones sindicales para establecer en Argentina lo que él llamaba la “democracia social” del sistema fascista.
En 1939, en una carta a su primo Conrado Perón le contó que cuando Mussolini lo recibió le dijo al dictador “que era conocedor de su gigantesca obra, que no me hubiera ido contento a mi país sin haber estrechado su mano”. Perón logró que los sindicatos argentinos adoptaran la “Carta del Lavoro” (trabajo) de Mussolini de 1927, así como su rechazo a los partidos políticos tradicionales. En septiembre de 1943, cuando Perón supo que Mussolini había sido liberado de su cautiverio por fuerzas nazis ofreció un brindis para celebrarlo con sus colegas militares.
Argentina, gobernada desde 1943 por un grupo de militares, entre ellos el coronel Perón, que dio un golpe Estado, se decidió a declararle la guerra a Alemania (y a Japón) el 27 de marzo de 1945, solo 42 días antes de que Berlín se rindiera. Y luego Perón recibió en Argentina a sádicos genocidas como Josef Mengele, Adolf Eichmann y otros.
La política exterior de Perón siempre fue antiestadounidense porque eso formaba parte del “paquete populista-nacionalista”. Y lanzó la amorfa “Tercera Posición”, más contra Washington que contra Moscú, que luego en 1960 retomaron Nasser de Egipto, Tito de Yugoslavia, Nehru de la India y Sukarno de Indonesia, para crear el Movimiento de Países No Alineados (NOAL), en este caso controlado por el Kremlin.
El peronismo impide que Argentina se desarrolle
Entre mediados del siglo XIX hasta los años 40 del siglo pasado, Argentina devino uno de los países más desarrollados del mundo, por encima de decenas de naciones de Europa. Pero llegó Perón, el único hombre elegido tres veces para liderar Argentina (en 1946, 1952 y 1973), y con su populismo fascistoide frenó en seco el impulso liberal de Argentina. Se detuvo el ritmo de crecimiento económico y social. El país dejó de pertenecer al mundo desarrollado. Lo más grave es que el peronismo —cuyo nombre oficial es Partido Justicialista— se enraizó en el tuétano de la sociedad argentina.
Salvo breves períodos de dictaduras, la abrumadora mayoría de los presidentes electos han sido peronistas, y de los cinco no peronistas, ninguno ha terminado su mandato excepto Mauricio Macri precisamente. Dos de ellos, Frondizi y Arturo Ilía, fueron derrocados por golpes militares, y Alfonsín y Fernando de la Rua fueron forzados a renunciar por las fuerzas peronistas acusados de no resolver la crisis económica que esas fuerzas opositoras empeoraban a diario.
Por eso la economía argentina jamás ha podido levantarse en grande, por esa cultura epidémica peronista, no importa si de derecha, de centro o de izquierda. El peronismo es populismo estatista químicamente puro. Por su naturaleza antiliberal y retrógrada es la mayor retranca para la modernización de Argentina.
El kirchnerismo en particular es un gran menjunje de rasgos fascistas, socialdemócratas, y comunistas. Propugna una mayor intervención del Estado en la economía, regulaciones que alejan la inversión extranjera, proteccionismo comercial que reduce o no deja aumentar la competitividad de los productos de exportación. Y genera una gigantesca burocracia que dispara la corrupción masiva.
Ya “casualmente”, tan pronto fue electa vicepresidenta la Kichner, ese matiz de corrupción ha empezado a aflorar. La Cámara Federal de Argentina revocó el 29 de octubre dos de las 12 causas judiciales por corrupción, abuso de poder, robo al fisco, lavado de dinero y otros cargos que pesan sobre ella. No es descartable que las otras 10 causas corran la misma suerte, o se revoquen las que más la acercan a una celda en prisión como la de su amigo y aliado populista Lula da Silva.
Argentina ahora apoyará la desestabilización de las democracias
Muchos de los peronistas no kircheneristas, seguidores de Alberto Fernández, piensan que será su líder quien llevará las riendas del Gobierno. Se van a sentir defraudados. Cristina Kirchner con sus ínfulas y su ego desmedido será “de facto” quien gobernará tras bambalinas, aunque “de jure” el jefe sea Alberto.
Los 12.4 millones que votaron por los Fernández no fueron capaces de entender que la crisis económica actual fue una herencia que recibió Macri del kirchnerismo, que espantaba la inversión extranjera y nacional en vez de atraerla y apoyarla, que se oponía al libre comercio y se distanció del primer mercado del mundo, EE.UU., que vació las arcas del Estado y lo endeudó con gastos irresponsables para contentar a los peronistas y sus sindicatos y captar votos electorales.
Cristina, y antes su esposo Néstor, conformaron una mafia que robó cientos de millones de dólares a los contribuyentes argentinos. Y ahora el nuevo Gobierno apoyará a las criminales dictaduras de Caracas y La Habana, y los remanentes del Socialismo del Siglo XXI de Evo Morales y Daniel Ortega, debilitará aún más al grupo de Lima y torpedeará la labor de Luis Almagro en la OEA.
Asimismo, respaldará la ofensiva castrochavista desestabilizadora que trata de hacer renunciar al débil presidente chileno Sebastián Piñera, y le creará problemas a los gobiernos de Brasil, Colombia, Perú y Ecuador. Y la política exterior volverá a ser antiestadounidense y Argentina se hará aliada de Rusia, China, Irán, Turquía, Siria y de cuanto régimen autocrático hay en el planeta.
¿Qué ganará el pueblo argentino con eso? Que todo para ellos va a empeorar. El voto ciego del domingo pasado tendrá un costo elevado y pernicioso, no solo para Argentina, sino para toda América Latina.
©Roberto Álvarez Quiñones. All Rights Reserved
3 Comments on "Regreso al kirchnerismo, grave error"
En un todo de acuerdo con la clara mirada de Roberto Álvarez Quiñones. Una vez más el populismo, la irracionalidad y la corrupción sobre nuestras cabezas. Ya comenzaron – antes de asumir – sus luchas internas, ya hablan de la persecución al periodismo, ya hablan de la libertad para políticos impresentables. El gobierno de Macri fue malo desde el punto de vista económico, un horror. Pero tenía una mirada diferente ante el mundo. No supo o no pudo. Se equivocó y mucho. Pero el peronismo tiene una historia nefasta, como todos o casi todos los caudillos americanos. Gracias por este artículo, amigo Roberto.
Carlos Penelas
Gracias por el link y la reproducción. Ya se lo pase al autor. Un abrazo cordial, Manuel
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