Literatura. Reseña. Crítica.
Por Octavio de la Suarée.
Ciencia ficción y distopía como umbrales del Siglo XXI: A propósito de Los dioses imaginarios
(Historia mítica de un mundo paralelo: Marja y la isla de Sin Al-Uz) de
Manuel Gayol Mecías.
Los Angeles, CA: Palabra Abierta Ediciones
Neo Club Ediciones, 2023, 408 páginas
Con el sugestivo título de Los dioses imaginarios: Historia mítica de un mundo paralelo: Marja y la isla de Sin Al-Uz, el conocido escritor y editor de las ediciones Palabra Abierta, Manuel Gayol Mecías, da a conocer con esta entrega su décima aportación a la ya larga serie de Crónicas Marjianas. Y, tal como es de esperarse, esta obra vuelve a captar la atención del lector apegado a la literatura hispanoamericana por numerosos motivos, entre los que sobresalen los siguientes: En primer lugar, porque el autor continúa desarrollando su preferencia por y dominio de la literatura de ciencia-ficción, tan popularizada hoy día, compartiendo muchos de los atributos ya establecidos por los pioneros H. G. Wells, E. M. Forster, Shirley Jackson e Isaac Asimov, entre otros, y creando a su vez nuevas características.
De similar interés, nos hallamos aquí con el siempre atractivo tema de la historia de Cuba, y, en especial, desde el momento en que sus nuevos gobernantes deciden borrar por completo el pasado de la isla y dejar que el futuro se disuelva en promesas irrealizables. Sus propósitos eran perpetuar aquellos momentos del presente que cumpliesen con sus funestos ideales políticos que no eran otros que el de establecer el primer gobierno comunista en el hemisferio occidental. Por último, esta originalísima narración sobresale por el empleo del humor, la ironía y el sarcasmo de los que hace gala su narrador cuando convierte un ya olvidado caso político del pasado siglo en un llamativo relato contemporáneo, mientras se burla de un gran número de los protagonistas de esta semblanza.
Que Manuel Gayol Mecías haya decidido utilizar este popular género narrativo como vehículo para lidiar con un tema controvertido que desató pasiones extremas en su momento, no debe tomar a nadie de sorpresa si se considera que tanto los defensores como los críticos del cambio de gobierno efectuado no han variado un ápice su actitud y continúan tan firme en sus convicciones como lo estaban hace ya sesenta y cinco años.
Enfrentado, pues, a una situación en extremo ilógica para un ser racional y civilizado, el artista encuentra campo fértil expresándose de un estilo literario muy apropiado para lo fantástico y humorístico, como se observa, por ejemplo, en los apodos con los que califica al tirano de turno: el Líder Supremo, el Innombrable, Falexdel, el Endemoniado, Grandpa Luchero, etc.
En esta audaz y entretenida crónica, Manuel Gayol decide limitarse solo a un período cercano antes de iniciar la trama del libro, o sea, a los años 2020, 2021 y 2022, que incluye los disturbios espectaculares del 11 de julio, y que aparecen señalados con los números 2010, 2011 y 2022. Esta imagen de disfunción o distraibilidad con las fechas le viene de perillas al novelista, pues si, por un lado, se concentra en los treinta y seis meses inmediatos antes de la impresión del tomo en 2023, por otro, quiere hacernos comprender que este juego de luces, de reflejos y de fechas se refieren por igual a la larga extensión que llevan los arribistas de la intolerancia manipulando la verdad de los hechos y subyugando al sufrido pueblo cubano. Más claro no pudiera haberse expuesto el mensaje y así lo declara con ímpetu lírico el mismo historiador, o como él mismo se autotitula, el Copista. Dice así:
Esta es la insólita historia, o parodia, de los dioses imaginarios,
que llegaron a ese mundo
para hacerlo feliz y organizar así las mentes
de los humanos.
Y del pueblo que permitió el orden
de las cosas al revés
y de los personajes creados por una
realidad divina,
en medio de la confusión…” (1)
Comienza de este modo la “parodia de los dioses imaginarios”, texto compuesto de un prólogo, diez capítulos con nueve “respuestas rápidas” intercaladas, un epílogo y un glosario, que, no obstante, fue inspirado en hechos verídicos, con situaciones y personajes de ficción, que no dejan de ser reales. La misma dedicatoria a George Orwell confirma la veracidad de los sucesos ocurridos ya que, desde el siglo anterior, con la publicación de 1984 y Rebelión en la granja, el socialista demócrata nos prevenía sobre “la verdad terrible de los totalitarios mundos del odio” que ya se destacaban en el panorama mundial y que se adivinan en la realidad actual.
Como puro asunto de ciencia ficción que es, además de un indudable toque poético, no es insólito observar que muchas de las principales características de este subgénero sobresalen a primera vista, incluyendo la inventiva humana, el interés en el discurso científico y tecnológico y su impacto en la vida de los seres humanos, la poderosa imaginación, la aventura espacial, los fenómenos naturales imprevistos, realidades y mundos paralelos, la inteligencia artificial, la robótica, sociedades y futuros distópicos, viajes interestelares o en el tiempo, culturas alienígenas, dilemas físicos de la realidad conocida, la creación de descripciones especulativas, et al, ya que todo esto y aún más se incluye en esta modalidad. En resumen, cualquier tema que plantee una diégesis ficcional “sostenida en la extrapolación (exagerado, supuesto, teórico) del discurso de la ciencia y la tecnología puede pertenecer a esta especie narrativa” como a la vez poseer cierto margen de predicción tecnológica, ya que esta especie indaga en los sueños y fantasías del ser humano que la ciencia se empeña en hacer realidad, como ya destacaron Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges en su momento (2).
Por su parte, Gayol Mecías empieza su fantástica épica explicando cómo los dioses imaginarios capitales, que son los que ocupan altos niveles de poder, entablan relaciones con los seres humanos, que en un primer tiempo fueron los seres genésicos. Estos últimos, dentro del mundo corpóreo, se encuentran en transición entre los primates y los humanos, aunque siempre están caracterizados por una evolución gradual y con una mentalidad fácil de controlar. Padecían, al parecer, del gen de la idiotez, resume el escritor con un dejo de sarcasmo. Son seres insensibles, amantes del sexo, que recordaban poco o nada de lo que sucedía ayer o en el pasado, y así resultaban poco dados al afecto…eran “hombres intrépidos, de poco seso aún, pero de fogosa voluntad”, concluye sobre los habitantes de esta leyenda. Debido a su estado, y no contentos con su lento desarrollo, los dioses imaginarios les pidieron ayuda a los dioses mesiánicos, unos dioses muy fanáticos, radicales e intransigentes, para destruir y reconstruir el planeta, y con ello crear una nueva clase de individuo. Así se hizo y la catástrofe fue inmensa. (3)
Los nacidos de esta confabulación son individuos verdaderamente reales, corpóreos, pero por sus nombres se transforman en personajes de ficción y están todos anexos entre ellos ya que viven en Sin Al-Uz, cuya capital, por más señas, era la Ciudad del Faro o Al Naa-Baah, como explica Manuel Gayol. Esta relación es de vida o muerte, de amor y odio y proviene de crónicas anteriores, y de una profecía de fuego que empezó a cumplirse por iniciativa de Hildegarda, prima de Alejandra, y fue cuando se construyeron túneles como residencias para los isleños, los espejos se convirtieron en puertas de cristal estelar que conducían a un mundo ficticio, una forma de vivir imaginando las cosas y los seres de una manera idílica, como si la vida fuera al revés de lo que se notaba físicamente, o sea, lo opuesto de lo que se conocía de las personas de carne y hueso.
Es así que mediante el empleo de los dos mundos paralelos en el desarrollo de esta historia mítica, el mundo de Marja, por un lado, y la Isla de Sin Al-Uz, por otro —y fijémonos de paso en la neología, el simbolismo y los juegos verbales—, el narrador, o su alter ego en esta parodia, introduce a Alejandra, biznieta del Navegante y tía de su sobrino Joel Merlín, personajes claves en este relato épico, quien descubrió desde sus primeros años que los espejos contenían un mundo interior que funcionaba al revés de aquel exterior, en el que ella vivía. Y lo descubrió porque se dio cuenta de que el gato que se hallaba a su lado derecho en el espejo se veía al lado izquierdo y con la grandiosa forma de un jaguar. “Entonces metió la mano en el azogue y pudo acariciar al animal que ronroneó, salió del espejo y se acercó más a ella”. Fue de esta manera que Alejandra, o mejor dicho, los dos seres frente al espejo, la persona real y su imagen, o bien la diestra y la siniestra, comprendió que “los espejos eran una puerta de entrada a una dimensión paralela, que lo real estaba en que todas las cosas tuvieran dos lados, porque en ello existía la armonía de las diferencias” (4), concepto en parte asociado a lo ya expuesto por Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas.
Poco después, la joven se entera de las aventuras de su antepasado, Zacarías Adonáis Merlín de Cornillot, mejor conocido por el Navegante, quien hereda una cuantiosa fortuna gracias a su media hermana que se lo notifica, pero también se olvida de cumplir una promesa indispensable para el disfrute de la misma y que ella le había exigido. Ésta consiste en sufragar la libertad de unos cimarrones que fallecerían si no fuesen rescatados. Más aún —le aclara—, que si no llegase a cumplir esa condición impuesta, padecería una maldición que siempre traería el fuego, la división, el odio y la miseria no solo para su familia, sino por igual para su pueblo, y es así que se efectúa la transición de la noche a la mañana en donde ellos residían, termina explicándole Alejandra a su sobrino Joel Merlín. Como resultado de su olvido, esa isla pierde los beneficios disfrutados por sus habitantes de haber sido una de las naciones más avanzadas del continente, que incluían, según la Organización de Naciones Unidas en 1956, un bajo nivel de analfabetismo (23%), el disfrute de poseer un médico por cada 980 habitantes; una cama de hospital por cada 190 personas, todas cifras superiores a muchos otros países. Y de acuerdo a datos de la Cámara de Comercio de In Al-Uz en 1957, la isla tenía 147,742 automóviles, el triple que Chile (47,950), casi el doble que Colombia (84,500), 13 veces más que Costa Rica (10,985) y 17 veces más que Panamá (8,232). En total, el país mostraba 196,902 vehículos automotores, uno por cada 29 habitantes, el mayor promedio de Hispanoamérica. Era la capital también un centro financiero de envergadura con 62 diferentes bancos, con unas 330 oficinas en toda la isla, etc. (5)
Marja, la Seráfica, por último, es el símbolo del pueblo cubano como espíritu celeste que forma su primer coro, contempla directamente a Dios y canta su gloria, y a quien la nueva situación imperante la hace arrastrarse como jinetera en la sociedad para poder sobrevivir. Ella está al tanto de todas las anécdotas que Alejandra le ha contado a su sobrino Joel y siempre la encontramos rodeada de familiares y amigos, entre los que se destacan Joel y Gladys, Sísifo y Alicia, y por otro lado Mito Vidal, el Fabulador, Lúcido Dante, alias el Transmigrador, Hermes, el guarachero, Zafi, y otros muchos más. Todos ellos se ven tratando por cualquier medio posible de escaparse de aquel infierno creado por los dioses mesiánicos e históricos y dirigido por Falexdel, el Gran Timo-nel, apodo atribuido a la persona que guía una nave como jefe de Gobierno y por igual por haber establecido el gran timo o engaño con que confundió al confiado pueblo.
Esta parodia mitológica está a la vez vinculada con la distopía, o sea, esa visión horripilante de la sociedad humana en la que, dicho de un modo simple, las cosas salen muy mal. Estas distopías ofrecen panoramas desoladores, poco atractivos, en los que el ser humano arruina su existencia o/y no logra estabilizar la sociedad lo suficiente como para llevar adelante una vida apacible. En general, son exposiciones terribles de una sociedad futura que, por desgracia, ya ocurre hoy día en ciertos lugares, en los que se deshumaniza a las personas y se experimenta una situación indeseable, ya sea una dictadura perfecta, una guerra sin fin o un mundo posapocalíptico. Muestra así una sociedad totalmente despegada de la actual que conocemos, con cambios específicos y dramáticos entre los que sobresalen los abusos, la imposibilidad de la ciudadanía de criticar el gobierno, el no poder abandonar la isla legalmente, el no poder disfrutar de necesidades básicas, alimentos nutritivos, primeros auxilios, libertad de expresión, derechos humanos, derechos civiles, etc. (6).
Esta isla caribeña va a sufrir una trasformación drástica con la llegada del año 1959, ocasionada por el vacío que se forma al abandonar el poder el ambicioso dictador, Fulgencio Batista, que se había instalado con un golpe de estado y establecido la supresión de las libertades civiles. Su sucesor toma poco después las riendas del gobierno, apoyado mayormente por una sociedad que anhelaba el retorno a sus instituciones democráticas y a la tranquilidad, después de haber sufrido siete años caóticos. Sin embargo, sus ciudadanos pronto van a despertar de su embeleso, al darse cuenta de que no solo habían cambiado un tirano por otro, sino que, por igual, la nueva dictadura con su ideología totalitaria iba a convertirse en una tenaz pesadilla por más de sesenta y cinco años de duración hasta el momento, al establecer la primera nación totalitaria en América. En esta tesis de ciencia ficción y distopía, con historias paralelas reales y míticas, el creador va a emplear símbolos e imágenes apropiados para sintetizar estos pasados tres años y cómo los actores principales de este drástico cambio se las arreglaron para destruir las instituciones del país mientras el pueblo consentía tales desmanes, motivados quizás por ignorancia, dejadez y, hasta quizás, envidia, al ver sufrir la desgracia de otros mejor situados que ellos. Y el principal personaje es, como es de esperarse, el mismísimo pueblo cubano que, en medio de su total incultura sobre el pasado y la actuación del nuevo dictador, se deja engatusar por su líder, semejante a lo sucedido en la tristemente célebre Alemania nazi de los años 30, y no puede o no sabe reaccionar al ver cómo le van quitando sus derechos civiles uno por uno (la libertad de prensa, la libertad de asociación, la libertad de movimiento, el derecho a pensar libremente y de expresarse, el sufrir verse vigilado de continuo por los Comités de Defensa de su vecindario establecidos por la “Robolución”, etc.).
Es a la vez interesante y provechoso comprender que Manuel Gayol Mecías ya había hurgado en la cuestión del ser cubano con antelación y había publicado su avispado 1959. Cuba, el ser diverso y la Isla imaginada, volumen donde analiza a fondo la personalidad del cubano típico y las características negativas de que padece como ser humano, entre ellos el choteo, la falta de seriedad, la falta de respeto señalada por el filósofo Jorge Mañach y su falta de responsabilidad, entre otras.
Si por una parte, el narrador nos deleita con su fantástico y original universo mágico en diez capítulos, al recrear la funesta historia de esa isla cuyos ciudadanos sufrían por su ignorancia al dejarse cautivar ante cualquier flautista de turno, por otro, demuestra con lujo de detalles los abusos cometidos contra el indefenso pueblo por el totalitario gobierno castro-comunista con nueve “Respuestas Rápidas” que evidencian su único propósito que es el de mantenerse en el poder a toda costa. Sus temas específicos varían, pero a la vez, todos ellos subrayan la intolerancia general contra cualquier ciudadano que demuestre iniciativa y se quiera separar de la norma establecida por ellos.
Veamos algunos ejemplos: “El gordito y sus alumnos” trata del asesinato de un profesor de matemáticas por sus propios estudiantes al querer abandonar el país; y en El “músico” se va para la Yuma (USA), las turbas organizadas por el gobierno encierran a la víctima en un barril herméticamente sellado y lo ruedan a patadas calle tras calle hasta que la víctima fallece de un ataque cardíaco.
En “Lo mejor del dragón está en el fuego” nos hallamos frente a un mitin de repudio contra una familia entera que planeaba abandonar el país; esta se defiende lo mejor que puede contra la multitud que los ataca y termina siendo detenida cuando ya no pueden defenderse más y es llevada a juicio, un juicio ficticio por atentar “contra el pueblo”, para no saberse nunca más de ella.
En el “Maelstrom” se narra el triste suceso de un pequeño remolcador que intentaba abandonar el país con setenta y dos personas a bordo el 13 de julio de 1994 y fueron bloqueados por cuatro embarcaciones gubernamentales que “embistieron con sus respectivas proas al remolcador fugitivo con la intención de hundirlo, al mismo tiempo que les lanzaban manguerazos de agua a presión a todas las personas que se encontraban en la cubierta del mencionado bote, incluyendo mujeres y niños”. Resultado: 41 muertos, de los cuales 10 eran menores de edad.
En la próxima sección, “Los tres negritos”, un grupo de diez pasajeros entre los que se encontraban los tres conspiradores, trata de desviar el rumbo de la lancha de Regla hacia el norte y fueron detenidos por las autoridades, al quedarse la embarcación sin gasolina y terminaron en la cárcel. Al día siguiente, los padres de los tres responsables por el asalto fueron notificados que “a las diez de la mañana fueran al cementerio a recoger los restos de los tres cadáveres”. Como bien subraya el historiador de este estudio, se puede consultar el artículo publicado por Lázaro Javier Chirino en #CyberCuba del 18 de abril de 2019, donde se encuentran los nombres de los fusilados, los condenados a cadena perpetua y los sentenciados a diferentes penas, entre ellas la máxima de 30 años. Y resume Gayol Mecías con esta ironía situacional: “Intelectuales de todo el mundo protestaron ante tal atropello por parte del régimen cubano; pero, asimismo, puede verse la lista de los intelectuales de la Isla que —presos del miedo tal vez— firmaron una carta apoyando el asesinato perpetrado por dicho régimen…” (7).
De la viñeta sobre lo acontecido al General 8A, a “James Bond” y al editor-jefe de los videos, basta señalar que es muy probable que participasen en la distribución de drogas colombianas que enviaban a los Estados Unidos durante varios años con el visto bueno de los líderes del gobierno, hasta que los Estados Unidos reunió las pruebas necesarias para procesarlos. En el juicio ficticio llevado a cabo en Cuba se les condenó al fusilamiento, que se llevó a cabo de inmediato, sin que se llegara a procesar a los verdaderos culpables, los hermanos Castro, sin cuya anuencia no se puede hacer absolutamente nada en la Cuba totalitaria. Más adelante, el editor-jefe de los vídeos del proceso amaneció muerto muy convenientemente en un accidente automovilístico pocos días después.
Y, por último, “Los misiles del diablo”, cuenta la tragedia de las dos avionetas indefensas de la organización Hermanos al Rescate, conducida por sus pilotos conocidos como los Ángeles del Cielo, llamados así por haber rescatado numerosos náufragos. La tragedia ocurrió un triste 24 de febrero cuando patrullaban las aguas del Mar Caribe en busca de frágiles embarcaciones de cubanos que huían en precarias lanchas construidas a mano y que fueron atacadas en aguas internacionales por dos migs comunistas cuando aquéllos trataban de socorrer a una balsa en el mar picado. Los cuatro tripulantes de las dos indefensas avionetas perecieron de inmediato.
En resumen, esta extraordinaria y amena aportación a los sucesos que tienen lugar en este país aún después de transcurrido más de medio siglo, ofrece una verdadera y completa síntesis de los abusos del poder del castro-comunismo, aclara cualquier confusión que pueda existir todavía y recupera la verdad histórica. No hay duda de que el lector disfrutará su lectura. Por último, esta fina edición incluye un completo Glosario al final de la obra que contiene un reportaje detallado sobre el universo real imaginario de Manuel Gayol Mecías y de los participantes de esta tragedia.
¡Bienvenidos, pues, al universo real e imaginario de Manuel Gayol Mecías!
BIBLIOGRAFÍA
(1). Gayol Mecías, Manuel. Los dioses imaginarios (Historia mítica de un mundo paralelo, Marja y la Isla de Sin Al-Uz). Middletown, DE: Palabra Abierta, Neo Club Ediciones, 2023, página 5.
(2). Wikipedia. La enciclopedia libre. Cf. también Gallardo, Eduardo y Guillam Sánchez (2003). ¿Qué es la ciencia ficción? Por igual, ver, entre otros, Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel (1940); los ensayos “El primer Wells” y “La literatura fantástica” de Jorge Luis Borges, su libro Ficciones (1944) y las narraciones “There are More Things”, “Utopía de un hombre que está cansado” y “El libro de arena”. Asimismo, The Book of Fantasy (1940), Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges.
(3). Gayol Mecías, Manuel. Los dioses imaginarios…, páginas 38-39.
(4). Ibid, página 133.
(5). Ibid, páginas 92-93.
(6). La Britannica Dictionary (www.britannica.com). Cf. a la vez Claeys, Gregory. Dystopia: A Natural History (2017).
(7). Gayol Mecías, Manuel. Los dioses imaginarios…, página 107, cita # 23.
[Enero de 2024]
©Dr. Octavio de la Suarée
Profesor Emérito
William Paterson University
One Comment on "Ciencia ficción y distopía como umbrales del siglo XXI: A propósito de “Los dioses imaginarios”, de Manuel Gayol Mecías"
Felicitaciones, Manuel. Lo mejor para el libro y para el autor. Estupendo.