Otros, por el contrario, trasmiten un soplo de aliento y ahí tienen a las Remedios, Misericordia, Alba, Luz, Milagros, Esperanza, Paz, Amparo y, por no seguir, Estrella o Gloria. Se echan en falta muchos, por descontado. Para el lamento (que también podría incorporarse), el abanico podría ampliarse con Hambruna, Pejiguera o Genocidio, Cataclismo, Desconcierto… Y, en cuanto a los segundos, Paliación, Bienestar o Cataplasma no desdecirían junto a los que tienden a insuflar ánimo. También hay quien se llama Regla y, puestos a entrar en la fisiología, no sé el por qué se evita el final de la misma cuando se bautiza a algún bebé: Menopausia o Climaterio, si prefieren.Dando vueltas a la cuestión, me ha venido también a la cabeza lo que apuntaba el escritor Lobo Antunes en su Libro de Crónicas. Las criadas -decía- sólo poseen nombre propio; sin apellido. ¿Imaginan el castigo de por vida que puede suponer llamarse Desgarro o Aflicción, sin un Pérez o un Fernández que suavice siquiera en parte la ocurrencia de los progenitores? Al hilo de todo esto, se me ocurre que tales ocurrencias debieran ser objeto de investigación; una exploración metódica de la que podrían sacarse jugosas conclusiones en ámbitos varios.
Por lo que hace a la psicología y la sociología, ¿Se sobrelleva de igual modo llamarse Felicidad que Angustias? Porque pudiera ocurrir que los nombres aproximen o ahuyenten, favorezcan o dificulten la socialización, la formación de pareja…Por lo demás y en su conjunto, no estaría de más analizar si acaso los aconteceres históricos: crisis, guerras o bonanzas, influyen en la frecuencia con que se llama a las hijas de uno u otro modo y así, la estadística sobre el acúmulo de ciertos nombres en determinado tiempo podría constituirse en báculo adicional para aproximarse a la Historia y su interpretación. Como verán, no es asunto baladí y me extraña la carencia de tesis al respecto. Pero nunca es tarde y, a fuer de modesto, me conformaré con ser citado como impulsor de la idea cuando finalmente se publiquen unos resultados que, desde ahora mismo, espero con impaciencia (otro nombre que tener en cartera).
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