¿Causará Castro otro “período especial”?

Política. Sociedad. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.

Foto tomada de la página Por Eso Me Fui De Cuba.

En la primera mitad de la década de los años 90  cuando me encontraba en La Habana con algún amigo que no veía hacía algún tiempo casi no lo conocía, y posiblemente él a mí tampoco. Si el amigo era rollizo antes del “período especial” lo que estaba viendo ahora era un flaco demacrado.

Pues bien, terminando ya la segunda década del siglo XXI, todo apunta a que la historia se va a repetir y los cubanos volverán a bajar hasta un 20% de su peso corporal  por falta de comida,  como hace más de 20 años, cuando desapareció la Unión Soviética, el mecenas del castrismo.

¿Causará Raúl Castro otro “período especial”  al no querer liberar las fuerzas productivas por no traicionar el legado de su hermano?

Es esta una pregunta que revolotea sobre la cabeza de los cubanos a medida que  se dibuja en el horizonte el espectro de una grave crisis económica  si antes no se cambian las reglas del juego en la economía.  Todo depende de cuánto  tiempo más dure  la dictadura de Nicolás Maduro, el mecenas del castrismo.

Foto tomada de la página Por Eso Me Fui De Cuba.

Algunos economistas arguyen  que si colapsa el régimen chavista la crisis en Cuba no será tan profunda como cuando se desintegró la Unión Soviética. Dicen que esta vez la caída del Producto Interno Bruto (PIB) no será de un 40% o 50%  sino de un 20% o 25%.

Pocas veces he conocido un consuelo más infeliz. Y pongo un ejemplo hipotético. Si EE.UU. viera caer de pronto su PIB en un 25% se perderían productos y servicios por 4.2 billones (millones de millones) de dólares, cifra igual al PIB  conjunto en 2017 de las 5 economías más grandes de Latinoamérica: Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile, todos sumados.  En esos 5 países viven 446 millones de habitantes, el 71% de toda la población de América Latina.

Es cierto que con el fin del chavismo Cuba no regresaría a la polpotiana “Opción Cero” (petróleo) y las ollas colectivas en cada barrio de que hablaba Fidel Castro al desaparecer la URSS, pues Cuba produce hoy unos 25 millones de barriles anuales  de un crudo que aunque muy pesado se puede utilizar en las termoeléctricas. Pero   ¿y los otros 40 millones de barriles anuales (62% del consumo cubano) que Venezuela le ha estado regalando?

Con la crisis venezolana la cifra de petróleo gratuito ha caído a 20 millones de barriles anuales (55,000 barriles diarios),  que cubren el 33% del consumo  cubano. Y todo empeorará, ya que la industria petrolera venezolana marcha hacia su colapso. Expertos aseguran que a mediados de 2019  Venezuela ya no podrá exportar más petróleo. ¿Podría sobrevivir el chavismo a tal catástrofe?

Ya a Cuba se le cayó el negocio de vender una parte del petróleo venezolano regalado en el mercado mundial,  con lo cual recibía unos 720 millones de dólares anuales. Si encima faltasen los actuales 20 millones de barriles venezolanos, Castro tendría que sacarse en la lotería $1,450 millones para comprar ese petróleo internacionalmente.

Foto tomada de la página Por Eso Me Fui De Cuba.

Agréguense a eso  los 2,000 millones de dólares que gasta la isla en la importación de alimentos (80% del consumo total) y  el desembolso alcanzaría los $3,450 millones,  solo para comprar petróleo y alimentos. Obviamente  el régimen compraría menos petróleo y menos alimentos. La pobreza se dispararía aún más.

Se acabaron los tíos regalones

La economía castrista es tan parasitaria que solo sobrevive si la subsidian. Lo hizo la URSS durante 30 años con unos $115,000 millones y todo el petróleo que consumía. Luego Venezuela con otros $150,000 millones. Pero el tío regalón sudamericano está en llamas y ya no hay ninguno otro a la vista.

Rusia,  afectada por sanciones de EE.UU y Europa,  no obsequia dinero y solo le vende petróleo a Cuba si lo paga.  Es un país relativamente pobre, con un PIB per cápita que no llegó a  $9,000 en 2017  según el Banco Mundial. Su economía tiene el tamaño de la de España, pero con el triple de población y un territorio 34 veces mayor.  El PIB per cápita de muchos países ex comunistas duplica al de los rusos.

China tampoco regala nada a nadie por muy hermano que sea. Es la segunda mayor economía del mundo en tamaño pero tiene 1,379 millones de habitantes, por lo que el PIB per cápita fue de solo $8,830 en 2017.  Uruguay y Chile casi lo duplicaron. Pekín solo invierte dinero para obtener ganancias, y lo presta si puede cobrar buenos intereses.

Foto tomada de la página Por Eso Me Fui De Cuba.

Dada la magnitud de la crisis, más temprano que tarde el régimen de Maduro caerá, y el desplome económico en Cuba será inevitable y no solo por falta de combustible. Resulta que del total de médicos cubanos explotados por el régimen en el extranjero cerca del 70% trabaja en Venezuela (unos 30,000).  Estamos hablando de unos $6,000  millones que La Habana dejará de recibir.

Seguirían llegando las remesas, paquetes y viajes de los cubanos a la isla, pero esos  $7,000 millones no alcanzarían para mantener el precario nivel de vida actual de  los cubanos.  Si hoy con subsidios, miles de médicos en Venezuela y petróleo regalado  Cuba es uno de los países más pobres de las América, es de suponer cómo se agravaría la pobreza si la economía deja de ser subsidiada

El Estado castrista, dependiente de las importaciones porque produce muy poco, necesita miles de millones de dólares para hacer sus compras externas. Pero exporta cada vez menos y no le alcanzan las divisas. Ya ni azúcar casi puede vender. En 2018 Cuba produjo 1.1 millones de toneladas, lo mismo que hace 124 años.

En 2017 la isla exportó bienes por $2,669 millones, equivalentes al 29% de los $9,117 millones que exportó República Dominicana. Y pensar que en 1958 Cuba quintuplicaba el valor de las exportaciones dominicanas. O sea, de haberse mantenido esa proporción, una Cuba con libre mercado hoy podría estar exportando unos  $45,500 millones, 17 veces más que ahora.

Para colmo, parece estar produciéndose  un estancamiento en la industria turística, la única lucrativa que tiene hoy el país y porque está asociada al capital extranjero.  En el primer semestre de 2018  a Cuba viajaron 152,354 turistas menos que en igual período de 2017.

O hay un ‘Doi Moi’,  o la pobreza cubana se africanizará

Si el general Castro no quiere ir tan lejos como Deng Xiaoping  cuando dijo “enriquecerse es glorioso”, puede imitar a los “hermanos” vietnamitas, quienes gobernados por el mismísimo Partido Comunista fundado por Ho Chi Minh en 1930, le dijeron adiós al estalinismo y emprendieron la “Renovación”.

Y a propósito, ¿por qué el “Doi Moi” (en vietnamita), se inició a principios de 1987 y no en otro año?  Porque Mijail Gorbachov llegó al Kremlin en marzo de 1985 y los aires renovadores  llegaron a todo el mundo socialista, y en Vietnam no había de líder un autista megalómano  como Fidel Castro, quien cortó de cuajo los vientos aperturistas con su estalinista “Rectificación de Errores y Tendencias Negativas”.

Pero en el resto del “socialismo real” los vientos renovadores soplaban tan fuertes que en diciembre de 1986, en el VI congreso del Partido Comunista de Vietnam,  tuvieron que renunciar los tres dinosaurios principales del país:   el secretario general del PC,  Truong Chinh (79 años),  el jefe de gobierno, Pham Van Dong (80), y Le Duc Tho (76), colega de Ho Chi Minh e ideólogo de la vieja guardia estalinista. Conclusión, las reformas de mercado en la URSS y en Vietnam arrancaron juntas en  1987.

Y hago aquí un paréntesis. Estuve en la URSS en 1986 y no encontré establecimientos privados aunque  sí un entusiasmo político contagioso con la perestroika. Volví a Moscú en septiembre de 1987  y pude desayunar ya en una cafetería privada muy cerca del Hotel Ukraina (Ucrania) donde me hospedaba. Estaba repleta de gente muy feliz de estar allí, al fin,  en una cafetería no estatal.

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En Cuba o se liberan las fueras productivas, o la pobreza se agudizará a niveles africanos dramáticos. Castro y su Junta Militar están en la obligación de reconocer  a los cuentapropistas como propietarios de negocios privados ante la ley, permitir que los cubanos creen e inviertan capital y funden empresas privadas  en todas las ramas económicas,  y que importen y exporten libremente y contraten directamente a sus empleados, abrir las puertas al capital extranjero y los empresarios de la diáspora cubana y su valiosísimo “know how”.

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Hay que eliminar los controles de precios,  borrar del mapa las absurdos “sovjoses” (empresas agrícolas estatales), entregar las tierras a quienes las quieran trabajar  sin regulaciones insólitas, y  permitir que campesinos, cooperativistas y arrendatarios produzcan y vendan libremente sus cosechas,  importen y exporten y procuren créditos donde aparezcan, sean privados o estatales, nacionales o extranjeros.

Sin esos cambios los cubanos irremediablemente van a volver a adelgazar, y no por falta de apetito. Eso sí,  no estamos en 1992, o 1993. Si en aquel entonces los interminables apagones casi desestabilizaron políticamente a la dictadura, ahora con un nuevo “período especial” al General podría írsele el país de las manos.

 

 

 

©Roberto Álvarez Quiñones. All Rights Reserved

 

About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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