Historia. Crítica.
Por María Luján Leiva.
“Mi país está donde los hombres, unidos en
solidaridad, enlazan sus manos por sobre
barreras artificiales en el trabajo común
por la libertad y la igualdad de todos”.
1. Goldman (1912)
Emma Goldman había nacido el 27 de junio de 1879 en Kovno, provincia ruso-alemana de Kurland, luego vivió desde los 6 años en Könisberg, la ciudad de Kant. Socializó durante su niñez y adolescencia en un ambiente germanizado y de clase media, mas debido a una problemática relación con sus padres decide trabajar en una fábrica como obrera y luego emigrar a los Estados Unidos en 1886.
La visión de Emma Goldman sobre la inmigración es, por consiguiente, desde dentro del tema inmigratorio, siendo ella misma inmigrante, rusa, judía y trabajadora de fábrica, primero en Rochester y luego en Nueva York donde pasaría los años más importantes de su vida en América. Emma Goldman aprendió sobre su propia dura experiencia de los inmigrantes en los conventillos y tugurios de las grandes ciudades, la explotación de los trabajadores inmigrantes —mujeres y hombres— en las fábricas, en las minas, en los frigoríficos y en la venta ambulante.
Aunque Goldman fuese crítica del movimiento feminista de su época y del exclusivo énfasis de las sufragistas en la obtención del voto, escribió y habló especialmente sobre las mujeres y desde la mujer. Mujer no convencional aunque maternal, que propuso un nuevo tipo de mujeres: independientes y apasionadas. Su producción intelectual resulta imbuida de motherhood (maternidad), la revista que dirigió llevaba el nombre de Mother Earth, aludiendo al carácter de alumbramiento de la producción intelectual.
Era temprano en febrero, pero ya el aire estaba perfumado por el bálsamo de la primavera. La tierra estaba empezando a romperse libre del puño del invierno, unas pocas briznas de verde ya se mostraban e indicaban la vida germinando en el seno de la madre tierra. “Mother Earth”, pensé, qué nombre para nuestro hijo (Goldman, 1962:378).
La difusión y consolidación de Mother Earth coincidió con un cambio en la composición social del área socialista en Estados Unidos. De una primera membrecía exclusivamente inmigrante, se nutria en los primeros años del siglo XX del aporte de los americanos nativos incluso de la costa oeste. Mother Earth se esforzaba en publicar en inglés mientras se continuaba una fluida y consistente difusión de artículos y folletos en idish, alemán, italiano, bohemio,
… que la editora, el redactor y muchos de los sectores y escritores de Mother Earth fueran ellos mismos inmigrantes pone de relieve la profundidad del deseo de reconciliar su educación europea y los valores radicales con su compromiso con América e incluso su compromiso de enseñar a los americanos sus propias tradiciones e ideas. (Wexler: 123).
El permanente interés de Goldman por el arte provenía de su sensibilidad y formación estéticas y de su personal visión de la política. Emma Goldman consideraba que el arte, lejos de constituir un escapismo de la realidad, podía devenir “la llama de la rebelión” (Goldman, 1962;395), ya que albergaba además la capacidad de construir ese puente social y políticamente necesario entre los inmigrantes europeos y los nativos americanos. Desde el inicio, el objetivo de Mother Earth consistió en sacar el pensamiento utopista de los ghettos inmigrantes y tratar de enlazar la clase trabajadora de origen europeo con las corrientes democráticas de la vida americana. Mother Earth se proponía ser un instrumento para introducir a los lectores inmigrantes —trabajadores italianos, irlandeses, rusos, alemanes, polacos— en las tradiciones radicales americanas al mismo tiempo que propalar el pensamiento libertario europeo. Emma Goldman en su ensayo “Minorities versus Majorities” se explayaba en consideraciones sobre los pensadores americanos, la tradición de los Emerson, Jefferson, Thomas Paine, Henry Thoreau, “solitarias estrellas, más allá del horizonte de las multitudes” (Goldman, 1969:71). El texto trasluce el trabajo social y político de presentar el real rostro de los inmigrantes ante un ambiente americano donde reinaba el prejuicio antiinmigratorio y en que el Estado prohijaba una americanización rápida y dócil. Precisamente, la singularidad del pensamiento de Emma Goldman, en cuanto al proceso inmigratorio y la correspondiente transformación social y cultural, consiste en haber señalado el aporte enriquecedor de los inmigrantes, una contribución del Viejo Mundo al Nuevo Mundo, no solo como mano de obra abundante y a bajo precio.
La difusión de autores como Henrik Ibsen, August Strindberg, León Tolstoi, Antón Chejov, se convertía en herramientas efectivas para la formación de una conciencia de clase en el seno de una futura democracia de iguales.
Las fuerzas destructivas de Ibsen son a la vez altamente constructivas, porque no sólo sacude las columnas existentes, sino que construye, con golpes seguros, las bases de un futuro ideal, más sano, basado en la soberanía del individuo, al interno de un ambiente social fraterno” (Goldman,1976:198).
August Strindberg representaba para Emma Goldman la defensa de un nuevo tipo de relación familiar que fundaría formas sociales más libres, “la verdadera maternidad, incluso paternidad, no consiste en moldear al hijo de acuerdo a la propia imagen… sino en permitirle la libertad y la oportunidad de crecer armoniosamente de acuerdo a sus propias potencialidades, sin ser obstaculizado ni amarrado.” (Goldman, 1914:19).
Su insistencia y admiración por Ibsen y Strindberg obedecían a su identificación con sus concepciones de una mujer nueva, a las denuncias de las hipocresías de la sociedad, a ser vectores revolucionarios.
La cultura como puente, el teatro europeo como factor creador de conciencia y de libertad de pensamiento, mas no se refería al teatro de la burguesía, del entretenimiento, sino aquel teatro eficaz en llevar al seno de los hogares y a las personas las grandes verdades sociales (Goldman, 1969:242). Ante esta dramaturgia de contenido social y de aguda penetración psicológica, la dramaturgia producida en los Estados Unidos estaba, según Goldman, en la infancia, “La mayoría de los intentos de reflejar la vida ha resultado en fracasos. Aunque hay signos de esperanza en la actitud de un público inteligente hacia las obras de teatro moderno, aunque sean de tierra extranjera” (Goldman, 1969:270). De aquí la contribución aportada por los trabajadores inmigrantes en los innumerables grupos filodramáticos y publicaciones de dramaturgia, “Con respecto al teatro nativo, América ha producido obras de muy poco valor consideradas en la luz social. Carentes de la tradición cultural del Viejo Mundo, América tiene necesariamente que preparar primero el terreno para que luego brote el genio creativo.” (Goldman, 1914:5).
Un excepcional y perdurable aporte de los trabajadores e intelectuales sociales europeos a América consistió en la introducción de la Escuela Moderna ideada por el pedagogo español Francisco Ferrer. La Escuela Moderna se basaba en los principios de solidaridad y justicia social, el libre pensamiento, laicidad, antimilitarismo, coeducación de los sexos y de las diferentes clases sociales, la abolición de premios y castigos.
“El propósito social de la Escuela Moderna es desarrollar al individuo a través del conocimiento y el libre juego de sus rasgos característicos, de modo que pueda devenir un ser social, porque ha aprendido a conocerse a sí mismo, conocer sus relaciones con sus compañeros, y a realizarse a sí mismo en armoniosa conjunción con la sociedad” (Goldman, 1979:121).
Desde 1911 se crearon sedes de la Escuela Moderna en New York, Chicago, Seattle, Los Ángeles, Salt Lake City. En las dos primeras décadas del siglo XX funcionaron Escuelas de Día para Niños, la Universidad Popular y asociaciones inspiradas en las ideas de Francisco Ferrer en New York. El Centro Ferrer y las Ferrer School constituyeron un importante espacio de contacto – como los centros sociales y culturales en cientos de ciudades con población inmigrante – entre los inmigrantes y los nativos así como entre intelectuales y militantes de distintos orígenes nacionales. El Centro Ferrer era tanto café, teatro, sala de conferencias, como lugar de reunión de reunión de grupos de discusión y de teatro experimental. Un núcleo cultural y político de gran vivacidad, un centro de enseñanza permanente con cursos de inglés, filosofía, historia, salud, para alcanzar a aquellos trabajadores – inmigrantes o no – con un acceso coartado a la educación académica.
La creación de las Ferrer School para niños significó una experiencia social y política valiosa y multiplicadora, pues fue la única escuela progresista en América que deliberadamente abría sus puertas a alumnos de las clases trabajadoras, una de las muy escasas instituciones en las cuales los inmigrantes trabajadores y la clase media americana —maestros y administradores— se asociaban en igualdad y respeto mutuo. Las Ferrer School constituyeron una respuesta constructiva a la proliferación de asociaciones propagandizadoras del nacionalismo, esencialismos raciales y actitudes de clase.
El análisis de Goldman entorno a una transformación pedagógica que cimentara el progreso social se plasma en su ensayo “La importancia social de la Escuela Moderna” donde sostiene que la escuela moderna se funda en el principio de respeto a la libertad de los niños, libertad que les permitiera desarrollarse espontáneamente, “…ninguna interpretación de teoría —sociopolítica o religiosa— será presentada imbuida de soberanía intelectual, que impida el derecho de criticar o descreer” (Goldman, 1979:120). Un párrafo especial le merece la enseñanza de la historia, materia confiscada frecuentemente por los nacionalistas de turno, para que ésta consistiera, “…en ayudar a los niños a apreciar la lucha de las pasadas generaciones por el progreso y la libertad, desarrollando de ese modo el respeto por cada verdad que emancipara la raza humana” (Goldman, 1979:122).
La producción de Emma Goldman resulta iluminante en cuanto a la situación de las mujeres inmigrantes, presentando material de primera mano con el cual desmentir los estereotipos. Tuvo un conocimiento directo de las condiciones de las mujeres en sus largos años de propagandista del control de la natalidad. Había actuado dentro del ambiente inmigrante italiano y español lo que le permitía desmitificar la imagen de las mujeres latinas como deseosas de fundar familias prolíficas o graciosamente sumisas a la dependencia familiar:
¿Qué he aprendido? Que todos los hombres latinos aún tratan a sus esposas e hijas como inferiores y las consideran sólo como máquinas de reproducción como hacían los hombres de las cavernas y no sólo los latinos… Mi conexión con el movimiento alemán me dio la misma definitiva impresión. Yo siento la situación de las mujeres muy intensamente. He visto demasiados cuerpos destruidos y espíritus deshechos para no sentir este asunto muy profundamente o para no indignarme ante la actitud de la mayoría de ustedes, señores (Carta de Emma Goldman a Max Nettlau, Montreal, febrero 1935).
Los horrores de la Primera Guerra Mundial y la expansión de la campaña probélica en los Estados Unidos (1917) le permitieron a Emma Goldman avanzar una particular concepción del melting pot que invalidaba las jerarquías étnicas y los destinos manifiestos.
Esencialmente América es melting pot. Ninguna unidad nacional que la compone está en posición de presumir de la pureza de raza superior, de una particular misión histórica o de una cultura superior. Aunque los especuladores de la guerra y los jingos llenen el aire con el sentimental slogan del nacionalismo hipócrita de “América para los Americanos” (Emma Goldman, 1979:301).
La rica experiencia personal y política de Emma Goldman en un contexto de expansión del movimiento de trabajadores de tierras norteamericanas influyó en que Emma Goldman considerase a Estados Unidos su lugar para vivir. Cuando a consecuencia del cambio de atmósfera política durante el Red Scare es deportada a Rusia (1919), alberga el sentimiento de partir hacia el exilio y no de retornar a su mundo originario. A partir de esa expulsión se sentiría extranjera en cualquier otro país de residencia, Francia, Canadá, Inglaterra.
Yo me sentí presa del aturdimiento. Veía el transporte de los prisioneros políticos en ruta para Siberia, en los tiempos de la vieja Rusia. Pero no, nosotros estábamos en Nueva York, en América, ¡en el país de la libertad! Por el ojo de buey yo podía ver la gran ciudad alejarse, y la línea de sus rascacielos desaparecer. ¡Mi ciudad querida, el centro del Nuevo Mundo. La América, era la América que repetía los crímenes de la Rusia zarista! (Goldman, 1984:204).
En la espectral década del 30, su militancia se centra en el antifascismo y la actividad de solidaridad con los refugiados porque “el sentimiento antiextranjero se había expandido como fuego salvaje a lo ancho del mundo. Para mí es la más profunda tragedia moderna” (Carta de Emma Goldman a Max Nettlau, Montreal, febrero 8, 1935).
La suerte de los refugiados políticos, incluso antes de la guerra, nunca había estado libre de tensiones y pobreza. Pero al menos podían conseguir asilo en varios países. Francia, Bélgica, Suiza se abrían a ellos. Escandinavia y los Países Bajos los recibían amablemente. Incluso los Estados Unidos eran suficientemente hospitalarios para admitir algunos refugiados. El puerto por antonomasia de todos modos era Inglaterra, donde los rebeldes políticos de todas las tierras despóticas eran bienvenidos … Decenas de miles de mujeres, hombres y niños convertidos en modernos Ahasueruses, forzados a errar por la tierra, no admitidos en ningún lugar. Si algunos son lo suficientemente afortunados para encontrar asilo, es casi siempre solo por un corto período, y están siempre expuestos a molestias y chicanas, sus vidas convertidas en un verdadero infierno (Goldman, 1934).
Emma Goldman dedicó sus últimos años a la defensa de la República Española, resaltando el heroísmo del pueblo español, agredido y masacrado por Franco con la potente contribución de Mussolini y Hitler. Ante la inminencia del fin de la Republica, Goldman deja España en abril del 1939 y muere exiliada en Canadá en 1940 a los setenta años, empeñada aún en campañas de socorro a los refugiados españoles de la guerra civil y contra las deportaciones de los exiliados.
En la larga y productiva vida de Emma Goldman se advierte un hilo conductor: la construcción de una sociedad de iguales que implicara la cancelación de la división entre nativos y extranjeros, el desmantelamiento de prejuicios etnocéntricos que confundiesen a pueblos sufrientes de dictaduras con pueblos sin cultura y les cerrasen el acceso al trabajo, la salud y la educación. En la conformación de su pensamiento, en el tejido de su pensamiento singular, se encuentra la influencia de los pensadores europeos tanto como de los demócratas norteamericanos, “Creo por consiguiente como Emerson que ‘no deseo ninguna masa, sino hombres honestos y dulces, talentosas, amorosas mujeres’” (Goldman, 1969:78).
[La traducción de las citas de las obras en inglés, francés e italiano corresponden a MLLeiva]
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Bibliografía
- Drinnon Richard and Anna María. (1975) Nowhere at home. Letters from Exile of Emma Goldman and Alexander Berkman. New York. Schocken Books.
- Goldman Emma. (1962) Living my life. New York. Dover. 1962
- Goldman Emma. (1969) Anarchism and other essays. New York.
- Goldman Emma. (1914) The social significance of the modern drama. Richard G. Badget.
- Goldman Emma. (1984) L´épopée d´un anarchiste. New York 1886-Moscou 1920. Editions Complexe.
- Goldman Emma. (1934) “The Tragedy of Political Exiles”. The Nation, october 10. New York.
- Goldman Emma. (1976) Anarchia femminismo e altri saggi. La Salamandra.
- Goldman Emma. (1979) Red Emma Speaks. London. Wildwood House. Wexler Alice. (1984) Emma Goldman -An intimate life. New York. Random ____________________________________________________
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