Literatura. Crítica.
Por Mercedes Eleine González…
En la tarde del sábado 27 de junio el poeta cubano radicado en Miami desde cuatro años atrás, Waldo González López, presentó su poemario más reciente, Trazo estos signos en la arena, en los recintos del Koubek Center, de Miami Dade College.
Un panel de lujo, compuesto por destacadas personalidades de la esfera cultural en esta ciudad, como el poeta, periodista, escritor, director y editor de la revista Caritate, Baltasar Santiago Martín; el conocido y laureado narrador cubano Rodolfo Pérez Valero y la Dra. Maricel Mayor Marsán, directora de redacción de la revista literaria Baquiana (versión digital e impresa) de la editorial homónima, tuvieron palabras de elogio que ya son reiterativas al ponderar al poeta, toda vez que Waldo nos tiene acostumbrados a la excelencia de su obra que aborda una amplia variedad de temas en diversos géneros.
Un numeroso público se dio cita para acompañar al amigo, conocer al homenajeado, aplaudir el talento y estremecerse con sus sabios versos o sencillamente disfrutar de unas horas de sano esparcimiento en un ambiente acogedor y culto, gracias a este evento que puso una vez más de manifiesto que la cultura “hispanounidense” —como bien precisara la Dra. Mayor Marsán, citando al presidente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), Gerardo Piña, es un hecho innegable en nuestra ciudad.
El poemario Trazo estos signos en la arena aúna una amplia gama temática por cuya proyección estructural se define como uno de esos libros que, una vez leídos, se adueñan de los lectores, porque tocan con delicado tacto las fibras del alma de quienes los disfrutan.
Waldo “versea” la vida como solo un genuino poeta sabe hacer. Es el creador cubano que diseña y concibe, con personalísimo sello, un mundo de evocaciones pasadas y un presente donde la magia se convierte en cotidianidad.
El poeta homenajea en memorables páginas a amigos ya idos de este plano real, como a otros que viven en ambas orillas, tal asimismo a la esposa, amiga y compañera de su vida, a su entrañable isla y a figuras cimeras de la cultura en general, eternizados en su cálida poesía.
Waldo escribe “sobre la realidad de las cosas y las cosas de la realidad”, como bien dijera el narrador y periodista cultural Enrique Pérez Díaz, en entrevista realizada algunos años atrás al destacado creador (nacido en la ciudad de Puerto Padre, Las Tunas, Cuba, 1946), porque la poesía para Waldo, como bien apuntara el propio poeta, es “la esencia, el súmmum, la raíz decisiva de toda creación”, y esto lo evidencia una vez más en Trazo estos signos en la arena, poemario que, en la brevedad de sus sesenta y seis páginas, resulta un amplio caleidoscopio con muestras compactas de lo mejor de su creación poética, reunida en esta antología personal o “autoantología”, según prefiere definirla Waldo.
Sonetos concebidos con maestría evidencian sin lugar a dudas el impecable dominio de la versificación que hacen al autor un consumado artífice en las lides del arte de la palabra escrita; asimismo, décimas llenas de arpegios, sonoridades y suave cadencia, acarician el oído al escucharlas dichas por el autor, como certeros textos en verso libre conforman este breve volumen, cuya grandiosidad radica, precisamente, en la vasta amplitud de formas y temas que enriquecen el mundo cognitivo y espiritual de los lectores, a los que el poeta una vez más, viene “a ofrecer su corazón” con esa magia destinada a los elegidos.
Sin temor a equivocarme yo diría que en la sutil brevedad de un poema puede encerrarse la magnitud del personal universo de su poética:
Imagen
A Mayra, una vez más
Cuántos años hace,
qué dijimos entonces:
nada importa.
Acaso solamente
esta foto, como tú,
nítida, sin veladuras,
tan cálida,
fluyendo en el río
tumultuoso de la vida.
¿Hacen falta más palabras para expresar, definir, concebir, explicar, bosquejar y dibujar el sentir más profundo de un profundo amor a prueba de las adversidades, sobre todo, de la mayor: el tiempo?
¿O este otro que nos deja un regusto a delicia, a esas cosas que pasan dejando una huella indeleble en el alma?
La felicidad
Es un ave que pasa
dejando una estela de fulgor
para solo regresar
de tarde en tarde.
Surge ataviada para la ceremonia,
pero tras deslumbrarnos,
desaparece.
No dejes que se pierda
en el viento de la noche
tu pájaro fugaz.
Como buen cubano, el poeta canta a su isla perdida en la hostilidad de un régimen oprobioso y recuperada en la memoria para, con el sabor de la nostalgia, rendir en una hermosa décima —“la estrofa del pueblo cubano”, tal la definiera en el siglo XIX el poeta José Fornaris—, digno tributo a la imagen querida de la patria lejana y cercana a la vez.
País
Tan cercano está el país,
el país que llaman vida,
la vida, pura estampida,
estampida de raíz,
raíz ya sueño, matriz,
matriz de toda razón,
razón y verdad: pasión,
pasión que resurge en todo,
todo se va con mi modo,
el modo de esta canción.
La portada o cubierta de Trazo estos signos en la arena es El palmar, lienzo de su amigo: el destacado artista plástico camagüeyano Aisar Jalil Martínez, que complementa, en perfecta simbiosis, la fusión idónea contenido/continente para conformar un todo único, con el que el lector no solo se deleitará con la lectura de una exquisita poesía, sino además con la calidad de una obra pictórica de ese mencionado y reconocido creador plástico cubano.
Waldo González López, también autor de poemarios para niños, ensayista, crítico teatral y literario, periodista cultural, jurado de eventos teatrales y literarios y antólogo, ha mantenido, desde su llegada a los Estados Unidos de América en julio de 2011, una intensa labor profesional que lo ha hecho meritorio de un elevado rango dentro de la esfera cultural en la ciudad de Miami.
Su dinámica participación en diversos eventos culturales, como su apoyo incondicional a quienes inician su camino en las letras, lo han hecho un querido maestro y consejero, obligada fuente de consulta no sólo para los que se inician en este difícil arte de la poesía, sino también para quienes llevan un camino transitado en las letras.
La tarde, aunque lluviosa y gris del sábado 27 de junio, se llenó de esplendor cuando las puertas de la acogedora librería del Koubek Center se abrieron ante la cálida acogida del poeta que trazando signos de arte en la arena internacional venía a “ofrecer su corazón” una vez más con sus sentidos versos.
[Este trabajo ha sido enviado por su autora especialmente para Palabra Abierta]
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