Soñemos un poco: ¿cómo sería Cuba hoy si Fidel Castro no hubiese existido?

Literatura. Política. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.

 

Cuba. Morro. Tomada de Espírtitu Travel.

Siempre se ha dicho, con razón, que soñar despierto no cuesta nada, a lo cual yo añado que es sumamente útil. Nos revela cosas formidables en las que no habíamos pensado, ni imaginado.

Por eso en este aniversario 62 de la pesadilla castrista no hice, como siempre, un análisis de esa desgracia que arrastran los cubanos desde mediados del siglo pasado, sino que he querido invitarlos a soñar despiertos y juntos tratar de responder la pregunta que todo cubano (sin daño antropológico) se hace: ¿Cómo sería hoy Cuba de no haber nacido Fidel Castro?

Para empezar, el 26 de julio de 1953 no habría habido ataque al cuartel Moncada, pues aquello ocurrió porque Fidel, ya convencido de que por la vía de las urnas nunca podría llegar a ser Presidente de la República (nunca ganó unas elecciones ni cuando era estudiante universitario), se lanzó por la fuerza de las armas, única vía posible para él.

Difícilmente a ningún otro antibatistiano se le habría ocurrido organizar aquel sangriento desastre y tan tempranamente. El régimen de Fulgencio Batista aún no reprimía en gran escala. No había todavía un odio masivo de los cubanos al ejército (que hubo después) como para lanzar 135 hombres armados disfrazados de militares para matar soldados de madrugada mientras dormían.

Sin Moncada, ni Sierra Maestra, ni Playa Girón

Sin asalto al Moncada no habría tenido lugar el juicio que le sirvió a Castro para lanzar su populista programa político tan “cool”. Ni habría habido un Movimiento 26 de Julio que con bombas mataba civiles inocentes. Ni desembarco del yate Granma, ni alzamiento en la Sierra Maestra, ni Playa Girón, ni Crisis de los Misiles.

El mediocre Raúl Castro, o los nada persuasivos ni carismáticos Juan Almeida, Ramiro Valdés, Machado Ventura, o “Barba Roja Piñeiro, no habrían sido capaces de hacer lo que hizo Fidel Castro con su gran habilidad para convencer, hipnotizar y embaucar a la gente. El estalinista argentino Ernesto Guevara habría seguido dando tumbos por Latinoamérica y no existiría ni su tramposo mito, ni su foto ícono de la izquierda mundial. Y Camilo Cienfuegos probablemente habría encaminado su vida en Estados Unidos, a donde se fue a vivir en marzo de 1956.

Luego del embargo de armas decretado por Washington en marzo de 1958, y la creciente presión popular, tal vez de los guerrilleros del Escambray, de los sectores políticos cubanos, y del presidente Eisenhower personalmente, Batista igualmente se habría ido de Cuba, más temprano que tarde, con millones de dólares a cuesta.

Habría sido elegido como Presidente algún candidato de los partidos políticos que no habían apoyado a la dictadura, o de un nuevo partido surgido de la lucha por restablecer la democracia. Millo Ochoa, dirigente del Partido Ortodoxo, dijo que antes del golpe militar de 1952 habían decidido llevar como candidato presidencial en 1956 al senador avileño y empresario Gerardo Vázquez Alvarado.

Cuba no habría perdido tanto capital humano

Es decir, probablemente en 1959, o en 1960, habría sido electo democráticamente el noveno presidente cubano en las urnas (luego de Estrada Palma, Gómez, Menocal, Zayas, Machado, el propio Batista, Grau y Prío). Con el restablecimiento de la democracia se habría dado un impulso adicional al proceso de desarrollo económico y social que tenía lugar en los años 50, período en el que Cuba experimentó posiblemente la mayor expansión económica y constructiva de toda la historia republicana.

Cuba en color. Tomada de Amazon.

Sin “revolución” comunista la isla no habría perdido tanto capital humano con la emigración de dos millones de ciudadanos, incluyendo ingenieros, profesores, médicos, arquitectos, economistas, tecnólogos, científicos, artistas, intelectuales, y hombres de negocios con un valiosísimo “know how” multifacético.

Sin Castro I Cuba tendría hoy unos 17 ó 18 millones de habitantes. Chile tenía en 1958 aproximadamente la misma población que Cuba y hoy tiene 19 millones de habitantes. La fuerza laboral contaría con tres o cuatro millones más de cubanos produciendo eficientemente, y consumiendo. El Producto Interno Bruto sería cuatro, cinco o hasta 6 veces superior.

Economía ensamblada a EE.UU; gran polo turístico

Suponiendo inversiones extranjeras y aporte de tecnología por $160,000 millones de dólares en 61 años, el ingreso per cápita cubano estaría en la vanguardia latinoamericana, como en 1958 cuando duplicaba al de España. Hoy sería igual, o quizás superior al de Chile.

Cuba estaría a punto de entrar al Primer Mundo, o tal vez ya adentro, pues la economía cubana estaría de hecho ensamblada con la de EE.UU con acuerdos de integración comercial-industrial más abarcadores que el T-MEC aprobado en 2019 entre EE.UU. México y Canadá.

La Habana tendría un megapuerto de categoría mundial en el Mariel, como centro neurálgico de transporte y transbordo mercante entre Sudamérica y Centroamérica con toda Norteamérica.

Muchos de los centros telefónicos y cibernéticos que tienen hoy cientos de corporaciones estadounidenses en la India, México, Centroamérica, o Sudamérica, estarían en Cuba. Las exportaciones totales de bienes y servicios podrían alcanzar los 75,000 millones de dólares, o más.

Cuba sería con mucho el mayor polo turístico del Caribe y Centroamérica, con 11 o 12 millones de visitantes, o más,  de EE.UU. y de todo el mundo, que aportarían unos $20,000 millones de dólares, pues sí tendrían dónde gastar su dinero. En las playas cubanas habría resorts como los de Florida, Bahamas, Cancún o las Bermudas. Habría terminales de cruceros, aeropuertos modernos, autopistas, trenes rápidos.

En los 12 últimos años de la república “burguesa” fueron erigidas muchas grandes fábricas de distintas ramas industriales, de extracción de níquel, refinerías de petróleo, viviendas, teatros, cines, restaurantes, puentes, autopistas, incluyendo las del Circuito Norte, Circuito Sur, la autopista Monumental, la Vía Blanca, la Vía Mulata y la Autopista del Mediodía,  entre otras; así como hospitales y clínicas.

Túnel de la bahía de La Habana. Tomada de Todo Cuba.

También el túnel bajo la bahía habanera, dos túneles por debajo del río Almendares; los soberbios edificios públicos de la Plaza Cívica, y la Ciudad Deportiva con su Coliseo. Y muchas avenidas y calles.

Esa fiebre constructiva habría continuado, con nuevos hoteles, altos edificios de oficinas y viviendas como en los años 50, como el Focsa , el Someillán —los más altos del Caribe y Centroamérica—, y el hotel Habana Hilton, el mayor y más alto del mundo de esa cadena hotelera, etc.

La Habana: Hong Kong latinoamericano

La Habana en los años 50 era ya un centro financiero de envergadura con 62 diferentes bancos comerciales, de inversión, de ahorro e hipotecarios, extranjeros y cubanos, con unas 330 oficinas en toda la isla. Todo un récord de la época para un país pequeño. Yo trabajé en The Royal Bank of Canada (RBC) en La Habana. El RBC era entonces uno de los 10 mayores bancos del mundo.

Ya se construía, frente al Malecón, el enorme edificio que sería la Bolsa de Valores de La Habana (el edificio se terminó luego de 1959 y es hoy el hospital Ameijeiras).  O sea, hoy la capital cubana podría ser algo así como el Hong Kong del Caribe y Centroamérica. Un centro financiero, bancario y fiduciario regional y global, de más envergadura que el de Panamá y tan importante como los de otras grandes capitales de Latinoamérica.

Cuba con 160 mil automóviles, el doble que Colombia, y que Perú, el triple que Chile y 30 veces más que Ecuador, era antes de los Castro el país de habla hispana con más vehículos per cápita (uno por cada 39 habitantes). Ocupaba el primer lugar en televisores y aparatos electrodomésticos per cápita y también en líneas férreas por kilómetro cuadrado. Exportaba más de lo que importaba. Era una de las tres economías latinoamericanas más solventes por sus reservas de oro y de divisas y por la estabilidad del peso, a la par con el dólar todo el tiempo.

Sin Fidel Castro, aquel extraordinario auge económico, constructivo, y social se habría multiplicado. La Habana habría seguido siendo la fabulosa ciudad de siempre, de tanta fama en Hollywood y en el mundo entero. Por ejemplo, recordemos que en 1958 la capital cubana increíblemente tenía más salas de cine que New York y París,  y su mágica vida nocturna era célebre mundialmente. Hoy tendría deslumbrantes rascacielos, rápidas avenidas y líneas férreas por sobre la ciudad, todo extendido hacia el Oeste más allá de Santa Fe, y hacia el Este por la costa, con cientos de edificios nuevos.

No “libreta”, no CDR, no hambre, no terror, no Gulag

Libreta de abastecimiento. Tomada de Cuba Encuentro.

No Libreta de Abastecimientos, no CDR, no FMC, no UJC, no Brigadas de Respuesta Rápida, no chivatones ni esbirros represores, no lavado de cerebro, no Gulag (presidio político) ni palizas en la calle por motivos políticos. No CTC y sindicatos vendidos a la patronal. No falta de libertades ciudadanas, no persecución religiosa. No colas interminables, no hambre, no falta de transporte, o de medicinas. ¿Que habría drogas, crímenes y gente pobre? Eso lo hay hasta en Suiza. Además, siempre habría mucho menos que hoy con el comunismo.

Es más, sin los Castro habría hoy un trasiego comercial y turístico tal entre Miami y La Habana que estarían proyectando, o ya construido, un túnel entre Cayo Hueso y algún punto cercano a La Habana o la península de Hicacos. O tal vez un puente inédito en el mundo.

¿Seguimos soñando? No, es ya suficiente para tener una idea de lo que sería hoy Cuba si Lina Ruz no hubiese traído al mundo de contrabando a Fidel Hipólito.

 

 

 

 

 

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About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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