Reunión agrícola EE. UU.-Cuba mostró indigencia de la economía castrista

Literatura. Política. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones

Las banderas de Cuba y los Estados Unidos durante la conferencia de prensa que ofrecieron los miembros de la Coalición Agrícola de Estados Unidos para Cuba. Flickr.

La reunión que hace unos días tuvo lugar en La Habana entre 25 granjeros y empresarios estadounidenses (productores de carne de pollo, trigo, arroz, maíz, frijoles, leche, otros alimentos, y cerveza), y jerarcas castristas, agricultores estatales y cooperativistas cubanos, fue socialista de pies a cabeza, algo que los visitantes foráneos no parecen haber advertido.

La III Conferencia Agrícola EE. UU.-Cuba habría sido impensable en una Cuba con economía de mercado, pues la agricultura sería toda privada y el país se autoabastecería de productos agropecuarios, como antes de 1959. Y no habría que importar el 80% de los alimentos, sino solo los que por motivos climáticos o de espacio suficiente no se cultivan en la isla (trigo, soya, maíz, o frutas no tropicales).

Además, no sería muy normal que digamos un encuentro entre rivales, entre agricultores y empresarios extranjeros y cubanos que compiten entre sí.

Pero lo que quizás mejor expresó la condición anormal-socialista fue lo que dijo el “presidente” Miguel Díaz-Canel a los agricultores estadounidenses en el encuentro oficial que sostuvieron: “Para nosotros ha sido muy satisfactorio este tipo de relación con ustedes, los productos que hemos podido comprar son de calidad, son más favorables en sus precios, en los costos…”.

Vergonzoso, esas importaciones de alimentos desde EE. UU. se deben a que el comunismo destrozó la pujante agricultura cubana anterior a 1959. Díaz-Canel se refirió básicamente a la importación de pollo congelado, con mucho lo que más compra Cuba al “imperio yanqui”. Baste saber que en los últimos 20 años ha comprado 2.78 millones de toneladas de pollo congelado a EE. UU. por valor de $2,368 millones de dólares.

Tanto pollo compra Cuba que James Summer, presidente del Consejo de Exportación de Productores de Pollo y Huevos de EE. UU. le reveló a Díaz-Canel algo que nadie en la isla se imaginaba: Cuba es el tercer mercado de exportación de los productores de carne de pollo de su país, después de México y China.

¿Son más favorables y menos costosos los pollos importados que producirlos en Cuba? Por supuesto que no. Simplemente no tendría que importar esos “pollos americanos” y favorecer a granjeros extranjeros si los $2,368 millones de dólares pagados a EE. UU. se hubiesen entregado en créditos a los campesinos y cooperativistas en la isla, y en inversiones para equipamiento y disponer de la infraestructura y los insumos necesarios, etc.

Se habrían producido mucho más que los 2.78 millones de toneladas de pollo importadas de EE. UU., y a más bajo costo. Y serían pollos cubanos, no extranjeros. Y no habría colas multitudinarias de hasta 20 cuadras para comprar unos pocos muslos de pollo extranjero, en moneda también extranjera, en el mercado habanero de Cuatro Caminos, u otras “shopping”, a precios inflados por la mafia militar que controla el comercio minorista.

Con una inversión de casi $2,400 millones de dólares en el sector avícola hoy no le “tocaría” a cada cubano un cuarto de libra (4 onzas) de pollo para todo el mes por la cartilla de racionamiento, ni tendría que pagar a precio de oro varios muslitos de pollos flacuchos en el mercado negro, cuando “aparecen”.

La ley Helms-Burton sí les permite exportar mucho más a Cuba

Paul Jonhson, presidente de la Coalición Agrícola de EE. UU. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

En cuanto al comercio bilateral los granjeros y empresarios estadounidenses se quejaron de que no pueden ampliarlo por “las políticas que lo obstaculizan“, en obvia referencia al embargo.

El presidente de la Coalición Agrícola EE. UU.-Cuba, Paul Jonhson, dijo que el embargo “perjudica a los agricultores de ambos países”.  El empresario Douglas Keesling en nombre de sus colegas del estado de Kansas expresó que les gustaría vender más trigo y otros productos agrícolas a Cuba, “pero el embargo limita el comercio de manera significativa”.

Como los diplomáticos que cada año aprueban una resolución de la Asamblea General de la ONU de condena al embargo de EE. UU. sin saber en verdad qué están votando, estos granjeros estadounidenses no conocen (o ignoran a sabiendas) que la Ley Helms-Burton solo atañe al Estado y permite el libre comercio de EE. UU. con los negocios privados de la isla, y la concesión de créditos comerciales, pero el régimen no lo permite.  El castrismo es el que impide el comercio en grande con EE. UU.

Con economía de mercado Cuba exportaría alimentos

O sea, si los granjeros de Kansas y otros estados no exportan más a la isla no es culpa de Washington, sino del bloqueo (ese sí lo es) interno impuesto por el Gobierno comunista a los cubanos. Pero a la vez, sin esa dictadura totalitaria tampoco Cuba importaría el 80% de los alimentos a causa de que la improductiva agricultura castrista solo produce la quinta parte de los alimentos que consume el país

Antes de 1959 era exactamente al revés, los agricultores cubanos cubrían cerca del 80% de la demanda de alimentos. El país se autoabastecía de carne de pollo, de res, de cerdo, pescados y mariscos, leche, huevos, viandas, hortalizas, frutas tropicales, café y tabaco. Y exportaba los excedentes luego de cubrir el mercado nacional.

Es más, en proporción a la población total del país, Cuba era la nación que más alimentos exportaba en América Latina, al punto de que recibía felicitaciones de la FAO. Poseía la mejor ganadería tropical del mundo y desplazó a EE. UU. en la exportación hacia Latinoamérica de sementales de la raza cebú, con la venta de unos mil toros anuales.

Pero luego de 63 años de “construcción del socialismo” la agricultura cubana no produce ni carne de pollo. De las 317 mil toneladas consumidas en 2018 (no hay cifras posteriores) la isla increíblemente solo produjo el 2.5%, unas 8,200 toneladas de carne de pollo, y gracias al sacrificio de “gallinas decrépitas”.

El otro 97.5% hubo que importarlo. No hay divisas para importar piensos. Desde hace casi 40 años Cuba no produce carne de pollo de engorde. Hasta las gallinas viejas a sacrificar están disminuyendo. Economistas calculan que hoy la isla produce menos de 2,500 toneladas de carne avícola.

Solo la mafia castrista puede importar y exportar

A eso hay que agregar que la mafia millonaria que usurpa el poder en la isla ostenta el monopolio absoluto del comercio exterior. Por ley ningún negocio privado, ni agrícola ni de ningún tipo, puede importar por su cuenta ni una mazorca de maíz, o exportar un pollo. Ni importar un saco de fertilizantes, piensos o un tractor.

La propaganda del Partido Comunista afirma que a las cooperativas agropecuarias se les permite exportar. Falso, no aclara que solo pueden hacerlo en suelo cubano, y a través de 37 empresas monopólicas estatales en la zona del Mariel. Esos monopolios deciden el precio, a quién se exporta, en qué volumen y cuándo. Encima, se apropian del 20% de los ingresos netos obtenidos con dicha exportación.

Y el otro 80% de los dólares obtenidos por los cooperativistas con la exportación queda cautivo en manos del Gobierno, que únicamente les permite utilizar esos dólares para para importar insumos para reabastecerse, y por medio de los monopolios estatales mencionados.

Eso impide que los agricultores cubanos acumulen capital y lo inviertan para mejorar y ampliar sus negocios, y mejorar su nivel de vida y de sus familias, pues pierden los dólares ganados en buena lid. Sus cuentas bancarias en divisas de hecho son congeladas por el Estado.

Claro, de eso no se habló en el encuentro del Hotel Valentín de Miramar, que fue en verdad expresión del desastre de la agricultura cubana desde que el dueto Fidel Castro-Che Guevara la estatizó. Lo útil de la conferencia EE. UU. -Cuba fue que expuso al aire la indigencia de una agricultura que antes del comunismo era elogiada por la FAO.

 

 

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About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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