Literatura. Política. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones
El dictador Raúl Castro, con la asistencia obediente de su principal ayudante, Miguel Díaz-Canel, y demás jerarcas “revolucionarios”, están empujando a Cuba a un final traumático y no civilizado del castrismo.
El general de cuatro estrellas, sin haberse ganado ni una sola, repite la consigna de los más conspicuos tiranos de los tiempos modernos desde que la pronunció su autor, el rey Luis XV de Francia: “Después de mí, el diluvio” (Après moi le déluge). Y así fue, 15 años después de su muerte estalló la Revolución Francesa, ¡casi nada!
Castro II está actuando de manera cada vez más irresponsable y criminal, sin importarle la suerte de los cubanos, ni su futuro. A su negativa a liberar las fuerzas productivas y realizar cambios imprescindibles se suma el recrudecimiento de la represión política y social. Se ha propuesto pasar a la historia como Raúl “El Cruel”. Porque lo de “El Terrible” se lo apropió 475 años antes Iván IV, el primer “zar de todas las Rusias”
Por ejemplo, los interminables apagones medievales que han colmado la copa de la indignación popular se producen porque el Gobierno en vez de invertir en el mantenimiento técnico, y el reemplazo tecnológico de plantas totalmente depreciadas, luego de 40 años de explotación sin el debido mantenimiento, y en el desarrollo de esa industria vital, invierte miles de millones de dólares en construir hoteles de lujo para endulzar más la “dolce vita” de los vividores que usurpan el poder, que son los propietarios de los hoteles.
Violencia genera violencia; es como un derecho a defensa propia
Pero la obcecación represiva engendra su contraparte. Es ley de vida que la violencia genera violencia. Dicho de otra manera, la violencia dictatorial genera respuestas violentas que la gente percibe como legítimo derecho de defensa propia.
No son muchos quienes creen que las constantes averías gruesas que sacan del sistema electroenergético a las plantas generadoras de la isla (hasta un 52% de la capacidad total instalada) son todas accidentales. Algunos piensan que, si bien el abandono y deterioro técnico de esas plantas es enorme, tantas roturas a la vez, incluso al día siguiente de hacerse las reparaciones levantan sospechas. ¿No? Además, si son todas accidentales el Gobierno sale peor parado por haber causado semejante desastre.
Ocurren otros accidentes no muy bien explicados por los burócratas, que paralizan fábricas, incluyendo las plantas de níquel de Moa, o vuelan en pedazos instalaciones turísticas de 5 estrellas, como el hotel Saratoga, en una explosión que estremeció a media Habana, supuestamente por una fuga de gas, pese a que no hubo fuego, cosa imposible en una explosión de gas.
Tampoco los cubanos están del todo convencidos de que fue un rayo “inoportuno” lo que provocó el incendio que destruyó gran parte de la Base de Supertanqueros de Matanzas. Muchos dudan si fue por negligencia que el sistema de pararrayos no estaba activado, o si fue desconectado a propósito.
Y se sabe que fueron intencionales los incendios que devoraron cuatro ranchones, y el que consumió a fines de julio el Archivo del Tribunal de Centro Habana (¿oficiales judiciales y policiales ya están destruyendo pruebas comprometedoras?).
También se apedrean tiendas, farmacias, etc. En Remedios dos personas pintaban consignas contra la dictadura en la vivienda de un gran esbirro. Al ser sorprendidas por el agente, que allí reside, le cayeron a pedradas y este les hizo dos disparos, uno de los cuales entró en una casa, según relató un testigo que no informó su nombre.
“El pueblo está cansao” de tanto abuso
Pero se trata aquí de apoyar, o no, las acciones violentas que al final empeoran el agobiante sobrevivir de los cubanos, sino de mostrar cómo se expresa ya en la isla el axioma de que la violencia engendra violencia. Y poner en evidencia que el tirano y sus secuaces son los responsables de que el país se pueda hundir en un precipicio.
“El pueblo está cansao”, fue una de las consignas que recientemente gritaron los manifestantes en las calles de Nuevitas, Camagüey, en protesta por los insoportables apagones, y también contra la tiranía con gritos inequívocos como: “Patria y Vida”, “Libertad”, y el ya clásico “Díaz-Canel, singao”.
Pero esta vez ocurrieron dos cosas para tener en cuenta: 1) la policía local al ver tanta gente encolerizada, se asustó, y no intervino; cuando llegaron los esbirros boinas negras tuvieron que retroceder por una lluvia de piedras lanzadas por los manifestantes; y 2) al día siguiente, agentes policiales arrestaron en el barrio Pastelillo (Nuevitas) a cuatro jóvenes y se los iban a llevar presos cuando vecinos blandiendo machetes, como mambises, avanzaron hacia los esbirros y soltaron a los jóvenes.
¿Dónde y de qué magnitud será el próximo estallido popular?
Ese estallido social en Nuevitas fue el mayor desde el 11 J. ¿Dónde y de qué magnitud será el próximo? La dictadura lejos de reflexionar ante este nuevo mensaje caliente del pueblo ya “cansao” de tanto abuso, y hacer algo por poner fin a tanto malvivir, se lanzó sobre los manifestantes a golpearlos, incluso a dos niñas de 11 años que se abrazaron a su papá para que no se lo llevaran preso.
En fin, “El Cruel” es cada vez más cruel. Y ahora a pulso, pues todos saben que el socialismo no funciona, y no hay discurso político ni asidero ideológico al que agarrarse como justificación. El artífice de la gran estafa de la “revolución tan cubana como las palmas” ya no está para embaucar a la gente con su verbo electrizante. El país, en ruinas, se está vaciando, el éxodo de cubanos hacia el exterior impone récords constantemente.
¿A dónde conduce todo eso? Nadie puede saber qué va a pasar en Cuba. Los oráculos se quedaron atrapados en las mitologías antiguas. Pero sí está claro que, si la dictadura sigue sembrando terror, hambre y odio en la población habrá violencia. El hartazgo de la gente, sobre todo de quienes no reciben remesas, ni “mulas” con dólares y paquetes con bienes de consumo, llegó al tope.
Frescos están aún en la memoria cubana los gritos de “¡Asesinooo!”, que en Palma Soriano decenas de manifestantes del 11J lanzaron en su cara, en vivo, al esbirro insigne de la dictadura, Ramiro Valdés, fundador de la siniestra Seguridad del Estado en 1959. Nunca en su vida pasó un susto mayor que ese.
Es bueno recordarles a los esbirros castristas que apalean en las calles a civiles indefensos, incluyendo mujeres y adolescentes, que, si a los represores durante las dictaduras de Machado y de Batista les fue muy mal luego de ser derrocadas esas autocracias, a ellos no les va a ir mejor.
Ya muchos han sido registrados en la lista negra de represores cubanos que confecciona la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC), incluidos dos de los principales esbirros de Nuevitas: Roberto Conde Silverio, primer secretario del Partido Comunista en la provincia de Camagüey; y el verdugo “seguroso” (Seguridad del Estado) Allen Velázquez, quien dirigió los empujones y golpes a las niñas de 11 años ya mencionadas, y luego la paliza que le dieron a su papá, ya arrestado.
Castro II sí ordenaría masacrar a los manifestantes en las calles
En un nuevo estallido social y político los esbirros del MININT y las tropas antimotines, “boinas negras”, podrían ser desbordados por los manifestantes. Y todo indica que Castro II dará la orden de sacar al Ejército a las calles, con tanques incluidos, para aplastarlas, como hizo su colega Nicolae Ceausescu, horas antes de tener que salir huyendo, para finalmente ser capturado antes de escapar de Rumanía, y fusilado.
¿Cumplirían los oficiales subordinados en el terreno al frente de las tropas y los tanques la orden de masacrar mujeres, hombres, ancianos y adolescentes indefensos? ¿Para defender a quienes los hambrean? ¿Se fracturaría el alto mando militar y generales se le enfrentarían al dictador y a los generales que apoyasen la orden de genocidio?
No importa las respuestas que puedan tener estas interrogantes, todas tienen tufo a violencia. Hay que exigir a Castro II y sus apandillados que dejen de abusar y reprimir, ¡YA!
¿Cómo lograrlo? Hay vías que funcionaron en la caída del comunismo en Europa. De ese tema me ocuparé en otro artículo.
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