Literatura. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.
“Quiero un bistec de res con papas fritas”. Eso es lo que pide la mayoría de los cubanos cuando pisan tierra en el aeropuerto de Miami, o de otro lugar del mundo, y sus familiares lo invitan a comer en un restaurante.
Tal ansiedad “desaforada” de los cubanos de a pie por comerse un bistec de vaca es perfectamente lógica. Se trata de una carne en proceso de extinción en la isla y que ya solo se consigue de puro “milagro” en el mercado negro, y pagando hasta 300 pesos la libra. Comprar cuatro libras cuesta el 57% de un salario mínimo mensual completo de 2,100 pesos.
La frase “bistec de carne de res” a los más viejos les trae recuerdos de la juventud o la niñez. Hoy los jóvenes apenas la conocen. Muchos niños y adolescentes probablemente no han comido nunca un buen bistec, o tan pocas veces que no se acuerdan de su sabor.
Ni tampoco “ropa vieja”, picadillo, carne estofada, albóndigas, etc
Los cubanos hoy tampoco pueden comer “ropa vieja”, carne con papa, picadillo a la habanera, bistec empanizado, o en cazuela, albóndigas, carne estofada, u otros suculentos platos a base de carne de res.
El colmo es, como he referido en ocasiones anteriores, que los esclavos en la isla consumían diariamente media libra de carne de res, tasajo (carne vacuna ahumada y seca) o bacalao (pescado salado), según lo documenta Manuel Moreno Fraginals en su extraordinario ensayo-investigación El Ingenio.
Por ejemplo, en 1850 en el ingenio Las Coloradas, de la familia Valle Iznaga (cerca de Trinidad), con 260 esclavos, se sacrificaban 11 reses mensuales que proporcionaban media libra de carne fresca diaria para cada esclavo.
Es cierto que los hacendados alimentaban a sus esclavos para que pudieran resistir sus extenuantes y abusivas jornadas de trabajo, sobre todo en el campo. Pero también es cierto que campesinos, usufructuarios y peones agrícolas trabajan hoy bien duro en los campos y ni de casualidad se empatan con la carne vacuna. También está perdida la carne de puerco. Y pollo de engorde no se produce desde 1981.
La carne bovina es la que más proteína animal aporta, y es ese precisamente el mayor déficit en la dieta cubana actual, la falta de proteína animal (además de las vitaminas y minerales), según los expertos. La diferencia entre proteína animal y vegetal radica en que la primera contiene todos los aminoácidos esenciales que nuestro organismo no es capaz de crear por sí mismo, y la de origen vegetal no tiene esa cualidad.
Y ojo, hago una aclaración, pues sé lo que están pensando. Hoy los médicos recomiendan no comer mucha carne roja porque contiene grasa saturada y colesterol. Muy bien, pero eso es válido en países donde la gente puede comprar otros tipos de carnes, y pescados y mariscos. En Cuba no existen esas opciones. Y punto.
Un bistec de res aporta toda la proteína necesaria en un día
Según la ciencia médica, un ser humano debe ingerir diariamente 0.8 gramos de proteína animal por cada kilogramo de peso corporal, para no sufrir de desnutrición, poco desarrollo, anemia, y otros males. Quien pesa 75 kilogramos (165 libras) debe consumir entre 55 y 60 gramos de proteína diarios. Pues bien, un bistec de res promedio de 8 onzas contiene 60 gramos de proteínas, toda la que se necesita en el día, aunque no coma nada más.
Por algo la producción mundial de carne bovina pasó de 70 millones de toneladas a principio de los años 60, a más de 345 millones de toneladas en 2022, según la FAO. Se multiplicó por 5. Sin embargo, a golpe de socialismo en Cuba ocurrió lo contrario.
Con un per cápita de 6,7 libras mensuales (80,4 libras en el año), Cuba en 1958 era el tercer mayor consumidor de carne bovina per cápita en Latinoamérica, luego de Argentina y Uruguay. Hoy el gobierno no da cifras, pero los economistas cubanos estiman que no pasa de una libra mensual. En tanto, el promedio latinoamericano en 2021 fue de 11 libras per cápita.
Los cubanos tienen un consumo per cápita incluso más bajo que el de Gambia, Etiopía y Ruanda, tres de los países más pobres del mundo, cuyo consumo per cápita oscila entre 1.2 y 1.7 libras mensuales de carne vacuna (cifras de la FAO).
La cúpula castrista importa pequeñas cantidades de carne de res de Chile y Brasil, pero para la industria turística, hospitales, y el pantagruélico consumo doméstico de la “nomenklatura” dictatorial. Si algo sobra, va a las “shopping”. Nada, o casi nada, va a las carnicerías y las “libretas”.
El cuadro lo agrava la inflación. Al cierre de mayo la tasa nacional anual de inflación en Cuba era ya de 87%, según el análisis que realiza el profesor Steve H. Hanke, de la Universidad Johns Hopkins. Es decir, lo que el 1 de enero costaba 15 pesos, el 31 mayo costaba 28.05 pesos. Y a ese ritmo costará 67.20 pesos al finalizar 2023, ¡cuatro y media veces más).
En 1918 había 1 ½ vaca por habitante, hoy, 3 ½ cubanos por vaca
En 1894 Cuba tenía 2.485,766 cabezas de ganado bovino, y en 1898, al terminar la cruenta contienda bélica independentista, había solo 376,650 cabezas.
Pero en 1903, solo un año después de izada la bandera nacional en El Morro, la isla tenía ya 1.2 millones de cabezas, para 1.6 millones de habitantes. A cada cubano le correspondía el 70% de una vaca. Y en 1918 ya había en Cuba 4 millones de vacunos, para 2.8 millones de habitantes. Casi una vaca y media por cada cubano. Hoy hay 3.5 cubanos por cada vaca.
Al asaltar los Castro el poder Cuba tenía 6.7 millones de cabezas de bovinos, disponía del mejor ganado tropical del mundo y había superado a EE. UU. en la exportación de toros sementales cebú (1,000 toros anuales) . Son cifras del Departamento de Agricultura de EE. UU. y del antiguo Ministerio de Hacienda de Cuba.
Robo de vacas posibilita comer carne, pero a precios prohibitivos
Hoy el Gobierno afirma, y con cifras infladas, que al inicio de 2022 había en la isla 3.8 millones de cabezas, 200 mil menos que hace 103 años, y unos tres millones menos que en 1958. Y tan flacas que da “grima” ver sus fotos.
La poquísima carne vacuna que pueden comer hoy los cubanos que no reciben remesas, o paquetes de carne pagados por la “gusanera” en EE. UU., es de las reses que se roban en los campos y van al mercado negro.
En 2022 fueron robadas 82,445 cabezas de ganado vacuno en el país, informó Cubadebate. La cuenta aquí es sencilla, si cada bovino robado pesaba 800 libras (están muy flacos), y dio 400 libras de carne, eso arroja 33 millones de libras de carne vacuna a vender “por la izquierda”. O sea, 3.1 libras ¡en todo el año! para cada uno de los 10.6 millones de habitantes
O lo que es lo mismo, un per cápita nacional de 4.1 onzas mensuales. Algo así como una onza de carne, o bocado de pajarito, una sola vez en la semana.
Los niños tienen hoy menor estatura; peligro de retardo mental
Tal debacle ganadera no fue causada por sequías, huracanes, inundaciones, enfermedades, como argumenta el régimen. Esos fenómenos naturales afectan en todas partes del planeta y la producción mundial de carne vacuna aumentó de 28 millones de toneladas en 1960, a 74 millones de toneladas en 2022, según la FAO.
Y muy importante, el déficit de proteína animal en la dieta afecta el crecimiento, la reparación y mantenimiento de los músculos, tejidos, huesos y dientes. En los niños impide su crecimiento normal, incluso del cerebro. Y, atención, puede ocasionarles cierto retardo mental, y un deficiente sistema inmune. También produce déficit de ácidos grasos omega-3, depresión, fatiga y problemas para desconcentración, entre otros males.
Además, la desnutrición también comienza en el vientre materno. Niño que nace desnutrido, tendrá baja estatura, será delgado y enfermizo, y tendrá problemas de aprendizaje y desarrollo intelectual. Estudios realizados por médicos cubanos hace unos 10 años mostraron que los niños cubanos en aquel momento tenían menor estatura que varias décadas atrás. Y seguramente hoy son más pequeños aún.
Conclusión: niños más bajitos, delgaditos y enfermizos, con posibilidad de retardo mental, y adultos desnutridos que solo con una suerte loca, y mucho dinero, logran comer una sola onza de carne de res los domingos. He ahí otros dos sonados “logros de la revolución”.
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