¿Más Regalos de EE.UU. a Cuba a Cambio de Nada?

Written by on 29/05/2015 in Critica, Política - No comments
Política. Crítica.
Por Jesús Hernández Cuéllar…

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Con la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo que prepara el Departamento de Estado de Estados Unidos, Washington hace una nueva concesión a la dictadura más antigua del Hemisferio Occidental. La aceptación de llevar a cabo conversaciones secretas durante 18 meses, fue el primero de los regalos del gobierno de Barack Obama al régimen de La Habana. El anuncio oficial de que se normalizarían la relaciones con el gobierno de los hermanos Castro, hecho en las capitales de ambos países en diciembre de 2014, fue el segundo regalo. La entrega de licencias a ciertas empresas para ofrecer servicios entre las dos naciones, significó no uno sino varios regalos. Cuba está exigiendo otros muchos regalos, desde indemnizaciones por los daños causados por el embargo económico hasta la devolución de la base naval norteamericana en Guantánamo. Por ahora, la única concesión hecha por Cuba ha sido la liberación del contratista Alan Gross y de 53 prisioneros políticos. Ni Gross ni los otros prisioneros habrían estado jamás en cárceles de naciones democráticas. ¿Qué hay de bueno, qué hay de malo y qué hay de feo en todo esto?

Demos por hecho que las relaciones diplomáticas entre los países representan una expresión de amistad entre los pueblos, no necesariamente entre los gobiernos. Después de todo, Estados Unidos mantuvo relaciones diplomáticas con la Unión Soviética a lo largo de toda la Guerra Fría, las restableció con China en 1972, y con Vietnam después de su larga y penosa confrontación con fuerzas comunistas en ese país del sudeste asiático a un precio de 58 mil soldados muertos. Demos por hecho que si Cuba no está en estos momentos patrocinando a grupos terroristas como en el pasado, podría salir de la lista del Departamento de Estado aun cuando un número notable de fugitivos de la justicia norteamericana, elementos del grupo separatista vasco ETA y de las narcoguerrillas colombianas de las FARC todavía están refugiados en la isla. Demos por hecho, inclusive, que la estrategia política de Obama está encaminada a buscar nuevas fórmulas de penetración en la sociedad cubana, para lograr a mediano o largo plazo cambios democráticos en Cuba.

Lo mismo sea en política que en comercio, supuestamente las negociaciones entre dos o más partes suponen un intercambio de valores para beneficio mutuo. Hay un inventario notable de cosas que Estados Unidos no solamente ha estado dispuesto a conceder, sino que ya las ha concedido. Más allá de Gross y los 53 prisioneros políticos, no existe algo verdaderamente importante que el régimen de los Castro, en el poder con mano de hierro desde la antediluviana fecha de 1959, haya ofrecido para beneficio de alguien.

Es muy posible que Washington crea que no necesita nada de Cuba, algo que tiene cierto sentido por razones obvias. Aun después de la Gran Recesión de 2008, la economía norteamericana es más fuerte que las de Alemania, Francia y Japón juntas. Su moneda nacional, el dólar, se ha fortalecido frente al euro y el yen. La economía cubana está en ruinas, el país caribeño no tiene consumidores y cuando los tenga como Dios manda, será una economía menos fuerte que la del condado de Los Angeles. La capacidad militar de Estados Unidos no tiene paralelo en la historia de la humanidad. El presupuesto del Departamento de Defensa es de 496 mil millones de dólares en 2015. El país del norte es el precursor de casi todas las revoluciones científicas y tecnológicas de nuestra época, incluidas las de la comunicación satelital, la telefonía móvil, la cirugía robótica, la inteligencia artificial y la nueva economía que se desarrolla en internet. Científicos de Estados Unidos han ganado la mitad de los premios Nóbel que se conceden en Física, Química, Medicina y Economía, desde 1950. Cuba nunca ha ganado un Nóbel de nada. Entre las 400 universidades más importantes del mundo que aparecen en el Indice Thomson Reuters, la inmensa mayoría son norteamericanas. Hay solo tres latinoamericanas en los últimos puestos, y ninguna es cubana. Pero aun si Estados Unidos no necesita nada de Cuba, podría exigir algo a cambio de sus regalos en favor del pueblo cubano. ¿Están dispuestos los Castro a permitir que los cubanos decidan su destino político en elecciones democráticas, pluripartidistas y transparentes? Después de todo, la naciones del Primer Mundo viven todas en ese tipo de democracia. ¿Está dispuesto el castrismo a permitir que los cubanos expresen sus ideas libremente, sin miedo a ir a la cárcel? ¿Está dispuesto el castrismo a permitir la apertura de medios de comunicación social independientes, públicos y privados? ¿Está dispuesto el castrismo a permitir el disfrute de la propiedad privada a niveles superiores al actual cuentapropismo limitado? Todo lo anterior, inclusive la propiedad privada, está contemplado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU como “derechos inalienables” que el pueblo cubano no ha podido disfrutar en más de medio siglo.

En realidad, no sabemos si el presidente Barack Obama ha hablado de estos temas con el general Raúl Castro. Después de saberse que el anuncio de diciembre de 2014 se hizo luego de 18 meses de conversaciones secretas, cualquier cosa es posible. Se entiende que el general Castro lo mantenga todo en secreto, ya que es el jefe de una dictadura. No se entiende, sin embargo, que lo haga Obama. Su salario, el de los miembros de su gabinete, y todo el presupuesto del gobierno sale de los bolsillos de los contribuyentes norteamericanos. En una democracia, el ejercicio de la transparencia es una obligación política. Obama lo sabe y debía por lo menos responder a esta pregunta: ¿en qué se beneficia Estados Unidos de este espectáculo, sin nada sustancial a cambio?

 [Tomado de ContactoMagazine.com]

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About the Author

Jesús Hernández Cuéllar es director y editor de Contacto Magazine. Desde 1981 ha trabajado en todo tipo de medios: agencias de prensa, diarios, radio, televisión, semanarios, internet, revistas y redes sociales. Fue redactor de la agencia EFE en Cuba, Costa Rica y Estados Unidos, así como editor metropolitano del diario La Opinión de Los Angeles, California, e instructor de periodismo de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA). Ha trabajado como periodista en las elecciones presidenciales de Estados Unidos desde la elección de Ronald Reagan en 1984.

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