“Las palabras y los muertos”, de Amir Valle

Literatura. Crítica.

Por Mario Blanco.

¿Y qué puedo decir yo sobre esta novela histórica que no hayan dicho ya antes en sus cinco versiones y quizás ediciones anteriores, figuras trascendentales como Vargas Llosa, Montaner y otros? Pero no me arredro, como nunca tampoco antes lo he hecho, soy un simple lector y escribano que expone su apreciación, y ahí va.

Lo primero sobre el autor. De Amir ya había leído desde luego su obra sobre las prostitutas en Cuba,

Habana Babilonia, una obra magnífica plena de confidencias reales, y después nos hicimos amigos por Facebook y hemos intercambiado algunas frases por esa vía, y como además es oriental, vivió en Santiago de Cuba, y él desterrado y yo fugado, tenemos tantas cosas en común, que nada, el hombre me cae bien y aun sin conocerlo personalmente. Pero vayamos a la médula, esta novela de no ficción con un título raro, no solo atrapa en su rica y elocuente narración a través de su personaje Facundo, desarrollándose la misma  durante un solo día de soliloquio después de la muerte de su endiosado jefe, Fidel Castro, sino que constituye un repaso magistral de la historia contemporánea de Cuba, donde queramos o no, el eje central de la misma son los acontecimientos acaecidos y relacionados con la revolución ganada en 1959 con su líder absoluto el señor Castro.

Amir conjuga en  su narración varios aspectos, siendo la parodia revolucionaria de Facundo la máxima expresión, en la que justifica toda idea y acto de su jefe con una fe ciega, con la personalidad endiosada de Fidel, tal como el mismo Castro se lo creyó e inculcó por diversas vías a una gran masa de la población, pero que en los pensamientos ciegos de Facundo quedan descuartizados estos argumentos y principios no éticos de su comandante. Cuando expreso, un repaso magistral, no exagero, pues la mente enfermiza de Facundo recorre una inmensa oleada de hechos, donde su líder tomó decisiones entonces a escondidas pero que aquí quedan desveladas con la idealización de su jefe, la única mente pensante, y no solo quedan también al descubierto decenas de intimidades que gracias a la metódica conducta de Amir, como buen apicultor, recolectando esas mieles que son las interpretaciones del pueblo que en su inmensa mayoría se ajustan más a la verdad que los pronunciamientos oficiales. Amir desde su temprana juventud, fue llenando su alcancía como hacen los niños con las monedas  y guardándolas como un tesoro, que por fin explotan en una novela de realidades  de la que  él mismo dudaba,  y gracias al asesoramiento de varios amigos decide sacarla a la luz y terminar su primera versión en el 2005, año en que viaja a España  a la presentación de otra de sus obras, y es cuando ya como un escritor disidente, o quizás se filtró la escritura de esta obra, el gobierno lo destierra impidiéndole su regreso a nuestra amada patria donde queda su familia.

Salen a la luz múltiples personajes nacionales y extranjeros en anécdotas que no muchos conocen. Entre los nacionales se destaca la nefasta figura de Raúl Castro que recibe a menudo reprimendas de su hermano por su accionar irresponsable.  Surge la figura pintoresca de Almeida con sus chistes, que es otra de las colecciones de Amir, y en parte  el comportamiento real de este comandante de la revolución, jocoso como lo fue Camilo. Brotan  hechos inimaginables,  como la expuesta reunión de Ochoa con Fidel antes de su ejecución, creo ese chance fue una excepción o blandenguería a su obcecado concepto de implacabilidad, “Dios todopoderoso revolucionario”, por un Ochoa valiente, quien muchas veces expuso su vida por los ideales egocentristas de su jefe, incluso fuera de Cuba, en África.

Hay ironía fina y gruesa en esta “novela”, Oh Sr, como cuando Fidel expresa que Dios quiso muriera Frank País, pues no podía haber dos líderes en esta revolución, solo él y nada más que él.  Amir desmitifica aquí múltiples conceptos sembrados en la mente de parte de nuestro pueblo. De la misma manera que surgen hechos poco conocidos como la anécdota del premio Rómulo Gallegos a  mi tocayo Mario Vargas llosa, este último personaje que con la lectura por parte de Amir de su obra, La fiesta del Chivo, en un casual encuentro en República Dominicana, propulsó el advenimiento de Las palabras y los muertos.

Esta obra, tan elegante como compleja, por solfear tantos momentos del proceso revolucionario, el propio autor ha hecho al revisarla varias versiones desde su creación en el año 2005 hasta la última en el 2015, exigió de su creador paciencia y estudio pormenorizado de los testimonios, en aras de expresar con nitidez la verdad cotidiana que el pueblo maneja. Al final de esta última entrega, Amir incluye un epílogo donde relata  los varios años de escritura sobre la misma, y cómo surgió la idea y la desechaba, pero los sabios consejos de varios de sus amigos lo convencieron, y cuánto lo agradecemos, pues nos hubiéramos perdido, quizás hasta ahora, su obra más descollante por su excelso enfoque, poniendo la narración en boca de su fascinante personaje Facundo, y como antes expresé, es un manual de historia contemporánea cubana sobre un velo de ficción novelístico, y recuerden que Fidel Castro, se despidió de este mundo en el 2016, y no dudo que éste la haya leído y sentido el azote de la respuesta, de aquel a quien desterró y castigó a su familia,  por tan solo escribir y pensar diferente.

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