Milei tendrá el desafío de tener personalidad, pero también habilidad, para lidiar con un Congreso adverso y con gobernadores de otros signos políticos.
El término “Utopía” tiene su etimología en el significado de “buen lugar”, donde U (contracción de “ue”) es “buen”, y Topía viene de “topos”: lugar. Tal palabra viene de la obra de Tomás Moro, llamada de la misma manera. En esta, existe una república llamada Utopía, donde no hay desigualdad; no existe la propiedad privada; no hay lugar para la competencia; donde prima la cooperación y el intento de que la satisfacción sea espiritual y no material. De esta obra es que se extrae la característica de algo utópico. Algo es utópico cuando es irrealizable, tal como el proyecto político de Moro en su obra.
Siempre históricamente la izquierda fue utópica, pretendiendo llevar a la práctica teorías que solo funcionan en un mundo imaginario, y cuando han intentado llevarlas a cabo han genera hecatombes descomunales. Mientras que la derecha, que no solía tener un discurso seductor de un mundo idealista, futurista y completamente nuevo, sí tenía lo que la izquierda no: eficiencia para ejercer la práctica, traducida en el cuidado de la propiedad privada, las reglas del mercado, la seguridad interior, el orden fiscal. Claro está que existen matices, y ha habido gobiernos malos y buenos tanto de la izquierda (ha sido buena cuando moderó sus posturas y se adaptó a la realidad) como de la derecha.
El fenómeno libertario en Argentina, de la mano de Javier Milei, ha demostrado portar una teoría, no solo económica, sino también política, filosófica, social. Le ha arrebatado al peronismo la capacidad de movilizar a amplios y diversos sectores de la sociedad en torno a consignas que responden a valores e ideas. Tanto ha sido así, que en esta campaña el único argumento del oficialismo, luego de su nefasto gobierno, ha sido atacar de forma infundada y atemorizante al candidato de La Libertad Avanza. De hecho, hasta el propio Massa se ha montado en parte de las ideas de su contrincante, admitiendo la necesidad de llegar al superávit fiscal y bajar impuestos.
Ahora que será el momento de gobernar, Milei debe demostrar que sus ideales no son una utopía, y que es capaz de llevarlos a la práctica para sacar a la Argentina de la decadencia. El libro de Murray Rothbard, El Manifiesto Libertario, es una gran obra que explica cómo funciona un mundo anarco-capitalista, es decir, una sociedad donde el Estado no existe y predominan en todo momento las leyes del mercado. Más allá de su interesante aporte filosófico, querer llevar ese escrito a la realidad es una utopía, por lo que la nueva derecha tiene una doble misión: conservar la teoría que la ha llevado a ganar la batalla cultural, pero al mismo tiempo ser eficiente para encauzar sus ideas de manera razonable y en la práctica para así poder mejorar la vida de todos los argentinos.
Lejos de hacer desaparecer el Estado, es menester reformarlo: achicar el Estado no implica necesariamente un Estado ausente, sino más bien uno más robusto y eficaz para efectuar todas las transformaciones que el país necesita. En otras palabras, llevar a la práctica la teoría ensayada. Ha llegado el momento de privatizar empresas públicas deficitarias; bajar impuestos; tener una moneda estable; ir por un comercio libre con el mundo; desarmar de forma urgente el Ministerio de la Mujer (por no nombrar muchos otros curros); recuperar a las Fuerzas Armadas; empoderar a la policía frente al delincuente; defender a la figura de la familia frente a la ideología de género.
La batalla por las ideas que ha dado Javier Milei y que en apenas dos años desestructuró al sistema de partidos a nivel nacional es producto también del escaso aporte teórico que desempeñaron las anteriores coaliciones que parecían ser las únicas capaces de competir. Juntos por el Cambio fue una respuesta del polo no peronista hacia el kirchnerismo para proteger la república y evitar la chavización de la Argentina, pero eso solo no alcanzó para hacer un buen gobierno y marcar un rumbo: fue una gran estrategia electoral, pero la diferencia de visiones de los socios fundadores no ha sido efectiva a la hora de gobernar ni tampoco para volver a la Casa Rosada en esta elección. Hoy, con esta reconfiguración de fuerzas, el ala dura del Pro está tan cerca de las ideas de La Libertad Avanza como el radicalismo lo está de Sergio Massa. Es una posibilidad que el bipartidismo vuelva a instalarse, pero mediante un reordenamiento: por un lado, La Libertad Avanza y el ala dura del Pro, con el movimiento libertario como un fenómeno de masas que le ha arrebatado al peronismo parte de sus votantes más fieles, siendo este el polo del centro a la derecha; y, por otra parte, el peronismo ahora sin liderazgos fuertes y el radicalismo que busque plegarse a una variante más progresista, acaparando de esta forma un espacio del centro a la izquierda.
A partir de ahora, empieza un campeonato completamente distinto para Milei: si bien su fuerte que lo volvió un famoso economista y que le permitió entrar de manera fugaz y exitosa en la política es su autenticidad, tiene que ser astuto (como seguramente se lo recomendaría Maquiavelo) para lidiar con un escenario políticamente adverso. Si su gobierno es exitoso y La Libertad Avanza gana las elecciones cada dos años, seguramente en cuatro años tenga un Congreso mucho más afín y varios gobernadores, pero su triunfo se dio en la primera oportunidad que competía por la presidencia y eso le hace correr el riesgo de ser un Presidente impotente si ocurre una parálisis legislativa. Con apenas ocho senadores y 38 diputados propios, es momento de ejercer la diplomacia para no caer en una utopía. Aunque no hay que olvidar que el próximo gobierno tendrá el poder ejecutivo porque tiene la legitimidad del voto, y eso no es poco.
En otro escalón del sistema político, están los grupos de interés como los sindicatos, que junto a los movimientos sociales buscarán sabotear el gobierno. Por esto es que será fundamental, además de aplicar la fuerza de la ley, que la sociedad se manifieste por acompañar las reformas y demostrar que la calle no es únicamente de los violentos.
Probablemente con el Pro como aliado, pero con una gran mayoría opositora en el Congreso, Milei deberá ser capaz de llevar a la práctica sus teorías. Solo si se convierten en realidad, la Argentina despegará y escapará del abismo.
[Tomado de Tomiblog]
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