Cuba depende hoy de EE.UU. como nunca antes

Written by on 28/03/2017 in Critica, Política - No comments
Política. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones…

Si usted quiere saber si no exagero cuando afirmo que hoy la economía de Cuba depende de Estados Unidos más que nunca antes en toda su historia, le recomiendo un ejercicio mental muy simple: imagínese  que Washington  prohíbe los viajes, remesas y paquetes hacia la isla, con excepción de medicinas y visitas excepcionales de cubanos a ver a familiares muy enfermos.

¿Qué pasaría?  Muchos ni querrán imaginárselo siquiera. Eso no va a ocurrir, pero solo suponerlo hipotéticamente pone los pelos de punta a muchos, sobre todo a la élite político-militar castrista.  De hipótesis y posibles escenarios se nutren también las ciencias políticas.

La propaganda castrista ha estado machacando durante casi 60 años que Cuba antes de 1959 era una neocolonia  de EE.UU.  Claro, a los medios y a los centros académicos en la isla les prohíben  investigar o publicar nada acerca de cómo la Cuba “revolucionaria” fue muchísimo más dependiente de la Unión Soviética que la Cuba “burguesa” de Estados Unidos. Y lo que es peor,  que hoy  depende más que nunca antes del “cash” norteamericano, sobre todo a partir de la devastadora crisis económica en Venezuela.

La hipocresía en la realpolitik, y la doble cara del régimen castrista, son  evidentes. Con una cara agita en lo interno la  bandera contra el imperio y el “criminal bloqueo”, y con la otra  suplica, gestiona, y mueve tras bambalinas sus tentáculos en EE.UU. (que no son pocos) en los círculos políticos más a  la izquierda,  o más desinformados,  y dentro del empresariado norteamericano,  para alentar los viajes y vuelos comerciales a Cuba, y para que el Congreso levante el embargo, y así poder tener acceso a créditos internacionales e inversiones extranjeras.

Esto último, obtener créditos,  dinero en efectivo e inversiones, es clave para el dictador y su Junta Militar. Los planes de traspaso del Gobierno y de la dirección del Partido Comunista a militares y civiles “no históricos”,  a partir de 2018,  requieren de un respaldo financiero estabilizador que ahora no tienen.

Más dinero ‘yanqui’ que nunca

Entre remesas, paquetes y viajes a Cuba, desde EE.UU. en 2016  llegaron a Cuba más de 7,000 millones de dólares. Esa cifra ya superó, según los expertos, el monto de los subsidios venezolanos. Triplicó los ingresos  de la industria turística cubana,  casi duplicó el valor  de las exportaciones cubanas de bienes en 2016, que no  llegaron a los 4,000 millones  de dólares y  fue  15 veces superior al  valor de las exportaciones de azúcar.  Por cierto, en esta última zafra de 2016, la isla obtuvo solo la tercera parte del azúcar producida en 1925 (5.1 millones de toneladas). ¡Válgame Dios!

De 1902 a 1958, si bien casi el 80% del azúcar cubano era exportado a EE.UU. (a precios superiores a los del mercado mundial)  y el resto del comercio isleño se realizaba en buena medida con el vecino norteño, había dos grandes diferencias con respecto a la realidad presente:

1) No había, como ahora, casi dos millones de cubanos en EE.UU. aportando al país más divisas que la suma de todas las exportaciones cubanas de bienes, incluyendo azúcar, níquel, tabaco, ron  y productos farmacéuticos.  Las divisas obtenidas con  las exportaciones de bienes de la isla en 2016 representaron la mitad del total recibido desde EE.UU.

2) Había empresa privada en Cuba,  que generaba el grueso del Producto Interno Bruto,  para un PIB per cápita superior al de la Madre Patria y casi igual al de Italia.

Parasitismo genético

El problema es que, a diferencia de una economía de mercado, la de Cuba es parasitaria, debido a la tara genética de su estatismo marxista-leninista, contrario a  la naturaleza humana. Y solo puede funcionar si es subsidiada desde el extranjero. Antes desde Moscú, y después desde Caracas. Ahora con la crisis en Venezuela la economía cubana es sostenida por la “gusanera” de  Miami.  El cash, que satisface  hoy la mayor parte de las necesidades en Cuba, tiene origen “imperialista”, y valga la ironía.

Eso no ocurrió nunca antes.  Según cifras oficiales, en los años 50  EE.UU.  adquiría el  57 % de las exportaciones totales de Cuba. O sea, la isla vendía al resto del mundo casi la mitad de sus bienes exportables, incluyendo ganado bovino, café, piña y otros productos que el país luego fue incapaz de exportar al llegar los Castro al poder.  En esa década precastrista  Cuba producía 60 mil toneladas de café anualmente. En  2016 produjo 5,687 toneladas. Increíble pero cierto.

De la dependencia de la URSS  el reconocido economista cubano,  profesor Carmelo Mesa-Lago,  ofrece cifras elocuentes. En 1989 Cuba recibió de la URSS, y en mucho menor grado de otros países “hermanos”,  el 98% del petróleo,  80% de la maquinaria,  57% de los productos químicos y  53% de los alimentos. El 78.6% de todas las importaciones también procedieron de esas naciones comunistas.

De acuerdo con las pocas cifras oficiales al respecto,  desde el ingreso de Cuba en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), en 1972, el intercambio comercial total  cubano (exportaciones e importaciones)  con la URSS y demás países comunistas osciló entre un 75% y un 80%. El clímax se produjo entre 1984 y 1991, durante el apogeo de las subvenciones soviéticas, cuando  Moscú pagaba a los Castro 45 centavos por libra de azúcar  mientras en el mercado mundial se cotizaba a 4 ó 5 centavos.

Lo que pocos saben en el mundo es que el grueso de esos suministros Cuba lo recibió gratuitamente, pues no pagó nunca sus enormes déficits comerciales. Acumuló así con Moscú una deuda de $35,000 millones. El  90%  fue perdonada en 2014 por Vladimir Putin, consciente de que nunca la cobraría. Quiso obligar al general Castro a pagar,  al menos,  $3,500 millones. Pero igual no va a cobrar ni un centavo.

Conservo en papel de teletipo,  ya amarillento, un reporte de la agencia AFP de 1995 en el que se aprecia que entre 1984 y 1991 Cuba acumuló un déficit comercial de $16,084 millones en esos 8 años, un  promedio de $2,010 millones anuales, con un pico de $2,740 millones en 1989. Y casi todo ese comercio desbalanceado fue  con la URSS.

Subordinación total

Por otra parte, la isla recibía gratuitamente  miles de millones de dólares en armamento de todo tipo:  aviones, tanques, cañones, barcos, cohetes, vehículos, fusiles y el avituallamiento para el que se convirtió en el Ejército más grande y poderoso de América Latina luego del brasileño. Cuba recibió incluso 42 misiles nucleares (podían alcanzar Washington y New York) que pusieron al mundo al borde de una guerra atómica,  en 1962.

Pero el colmo es que en los años 80 (hasta 1986),  el entonces ministro de Economía de Cuba, Humberto Pérez, me dijo (off the record)  que Moscú vendía a países capitalistas casi tres millones de toneladas de petróleo crudo que Cuba no consumía de su “cuota asignada” anualmente  en el CAME,  y que luego enviaba el dinero a La Habana, por un monto superior a las divisas provenientes de las exportaciones  azucareras.

Claramente vemos que Cuba no era una neocolonia, sino una colonia soviética estrictamente hablando, pues  agreguemos  que el mayor aparato de inteligencia y de represión de Latinoamérica, el castrista, fue montado y entrenado por la KGB, con ayuda de la neonazi Stasi germano-oriental.  Todo gratis.

Con toda su dependencia comercial de EE.UU. antes de 1959, Cuba jamás estuvo tan subordinada al vecino EE.UU., a  144  kilómetros de Punta Hicacos, como después  lo estuvo de la URSS, a 10 mil kilómetros de distancia,  bastante más allá del Mediterráneo.

Teniendo en cuenta el parasitismo inherente al castro-socialismo, hoy Cuba depende tanto de EE.UU. que si se produjese el escenario que señalé al principio, la nación se paralizaría. Sería otra Cambodia, con ollas colectivas para mal comer.

Sin el dinero “yanqui” el castrismo sería insostenible.

 

 

 

 

 

©Roberto Álvarez Quiñones. All Rights Reserved

 

 

About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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