Manos duchas, comen truchas

Written by on 20/11/2017 in Cronica - No comments
Crónica.
Por Gustavo Catalán…

La habilidad manual no es un patrimonio común de los seres humanos, como para mi desgracia he tenido ocasión de comprobar desde que tengo memoria. De los dedos morados por golpear con el martillo donde no debía a pinchazos evitables, el cuadro con el marco roto tras haber fallado el clavo o las gotas de aceite hirviendo sobre la piel. Y eso en caso de acertar con el huevo y no como aquella vez en que olvidé poner la sartén y, tras quebrar la cáscara, lo eché directamente sobre el fogón. Y ni les cuento de la limpieza consiguiente.

No hay genética que pueda justificar el ser un manazas (mi hermano es la antítesis de esta inepcia) ni aprendizaje que valga. Y mira que me he esforzado para evitar el consabido “¡Tú no, mejor déjalo, no la vayamos a liar!”. En esa línea, el refrán que es hoy  título supone también la triste constatación de unas carencias que, a estas alturas, tienen difícil arreglo. ¡Es que ni una sola trucha! Pero no es sólo que se me resistan martillo o tijeras (falta la rueda para completar tres de los mejores inventos de nuestra especie) sino que, por copiar al rumano Cioran, todo lo que ha producido el genio técnico (excepto el boli y antes la estilográfica) me inspira un terror casi sagrado.

En cambio, si dispongo en mi arsenal de celo, cinta aislante y algún que otro palillo, puedo obrar maravillas. Para el lomo despegado de un libro, celo; la cinta negra igual vale para un roto que para un descosido y, ayer mismo, arreglé la pantalla del ordenador inmovilizando la tecla de “Auto” con un palillo convenientemente insertado en la ranura. En mi caso, las manos duchas a veces han dado paso a la mano de santo por disimular la falta de destrezas en los dedos, esa gracia que no quiso darme el cielo. O la escuela primaria. Por cierto: ¿a alguien le ocurre lo mismo? Sería un consuelo…

[Noviembre 15 de 2017]

©Gustavo Catalán. All Rights Reserved

About the Author

J. GUSTAVO CATALÁN Nacido en Guipúzcoa. Licenciado y Doctor en Medicina (1990) por la Universidad de Barcelona. Especialista en Oncología y Endocrinología. Diplomado en Metodología Estadística por la Universidad de París y en Sanidad (Escuela Nacional de Sanidad,1982). Tras ocupar la subdirección del Centro Regional de Oncología de Baleares, jefe de la Sección de Oncología del Hospital General de Mallorca hasta 2002 y, posteriormente, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Son Llàtzer (Ibsalut) hasta 2011. En la actualidad, ejerzo en el ámbito privado. Autor o coautor de más de 100 artículos y diez libros sobre la especialidad. Miembro electo de tres sociedades científicas nacionales y dos internacionales (European Association for Cancer Research y European Society for Medical oncology). He formado parte del comité editorial en cuatro revistas profesionales y becado por trabajos de investigación en ocho ocasiones. En 1987 obtuve el Premio Ciudad de Palma en el área de investigación científica. EN CUANTO A LAS LETRAS… En 1993, el primer libro de relatos: "De una cierta desmesura" (Edit. Prensa Universitaria. Palma de Mallorca) y, en 1997, el segundo: "Mi Giovanna por tres horas". Otros cuentos en volúmenes colectivos (1996, Edit. Noesis, Madrid; Edit. Ergon en 2005 y 2007…). Autor de las novelas “No habrá quien nos pueda separá más nunca” (Edit. Olañeta, Palma de Mallorca, 2000), “La fosa común” (Edit. Huerga y Fierro, Madrid, 2001) y, en la misma Editorial, “Tiempo de Despedidas” (2006) y “Frente a mí” (2014). También colabora en prensa con asiduidad. Autor de la columna semanal “Polvo de Letras” en la revista “Illespress” hasta su extinción y, desde hace 17 años, los domingos, columnista de opinión en “Diario de Mallorca”. Colaborador asimismo de la revista digital "Palabra Abierta", de Eastvale, California. En 2013 inició el blog “contar es vivir (te)” (http://gustavocatalanblog.com).

Leave a Comment