Literatura. Historia. Derechos humanos. Cultura. Política. Crónica.
Por Waldo González López.
Tal escribo en el título de esta crónica, así defino mi biblioteca personal que, desde mi arribo a Miami, comencé a fomentar, con la adquisición de libros escritos y publicados por los valientes luchadores cubanos del exilio, quienes son los genuinos historiadores cubanos, porque han sido y son los que, por sufrirla en carne propia, escriben la verdadera Historia de Cuba, y no los farsantes de la otra orilla: los de la Isla, quienes en sus libelos han mentido y mienten siguiendo los dictados del castrismo.
Los admirados participantes de la lucha en el llano y la montaña contra el castrismo/comunismo, son los que, seis décadas atrás, el 17 de abril de 1961, acometieron con osadía la invasión de Bahía de Cochinos, la que durante tres días tuvo en jaque al traidor Castro, combatiendo contra miles de soldados y milicianos, sin el apoyo prometido por John F. Kennedy, por cuya cobardía se perdió la recordada contienda que el desgobierno cubano, desde aquel infausto 1959 hasta este 2021, continúa tergiversando y cambiando a su parecer, con el fin de confundir a nuestro pueblo, como a muchos países del mundo que ¿ignaros o tontos? aun creen en las falacias narradas por ellos.
Sí, recién llegados a esta tierra de libertad, el 1º de julio del 2011 (pronto hará una década), tras dos meses de residir en el hogar de mi cuñado Osvaldo Hernández y su esposa, Daysi López, nos mudamos Mayra del Carmen y yo a la Pequeña Habana, donde al poco tiempo descubrí la concurrida Librería Universal y, a un tiempo, incambiable Centro Cultural del Exilio —tal con nostalgia aun suelo nombrarlo— que solía visitar varias veces a la semana durante el día para adquirir libros de autores cubanos de esta orilla, como las noches en los fines de semana a disfrutar las tertulias culturales auspiciadas por su propietario, el editor y ex prisionero Juan Manuel Salvat, quien —valga el siguiente y breve ejemplo de valentía— desde tiempo atrás exiliado en Miami, regresaría clandestino en dos ocasiones a Cuba para continuar la lucha en nuestra pisoteada patria.
Allí, en la querida Librería Universal, hasta su desaparición compré la mayoría de los inapreciables volúmenes que conservo con celo en la que, con satisfacción y, ¿por qué no?, orgullo, denomino «Mi Biblioteca del Exilio», si bien además adquiriría otros títulos en otros importantes eventos: el Festival Vista, la Feria Internacional del Libro, el Pen Club de Escritores Cubanos del Exilio (del que fui miembro hasta pocos meses atrás) y en los almacenes Good Will, donde los familiares de destacados cubanos fallecidos, entregan sus bibliotecas, cuyos valiosos volúmenes adquirimos los irredentos lectores, tal quien escribe esta crónica.
Entre muchos otros libros que conservo, están varios de consulta que considero clásicos: Rehenes de Castro. Testimonio del Presidio Político de Cuba (Linden Lane Press, 1995), de Ernesto Díaz Rodríguez, miembro de la Brigada 2506, con 22 años en las «celdas tapiadas», texto esencial para la realización del filme Plantados. Este es, a no dudarlo, un libro decisivo, como muchos otros que colecciono por su icónico valor.
Otro que estimo sobremanera es Contra toda esperanza (Plaza y Janés, Barcelona, 1985: 3 ediciones) del icónico luchador Armando Valladares, quien sufrió la durísima prisión castrista numerosos años, durante los que en cualquier mínimo papel iba narrando y sacando subrepticiamente estas valiosas memorias que luego publicara como denuncia del agresivo castrismo y deviniera un best seller.
Igualmente antológico es Por la libertad de Cuba. Una historia inconclusa (Ediciones Universal, Miami, 1996: 2 ediciones), de Néstor Carbonell Cortina, miembro de la Brigada 2506 y coordinador de la estrategia diplomática que logró expulsar al canalla Castro de la OEA.
Asimismo, de indudable valía son los volúmenes del historiador Enrique Ros: Girón, la verdadera historia, De Girón a la crisis de los cohetes, segunda derrota; Fidel Castro y las guerrillas en Latinoamérica; Castro y el gatillo alegre. Sus años universitarios y La fuerza política del exilio cubano: 3 tomos; todos publicados por Ediciones Universal. De hecho, Ros, por estos libros, es considerado, sino el mejor, uno de los más relevantes historiadores cubanos del exilio.
Pero tengo otros que igualmente son decisivos, como Historia oculta de los crímenes de Fidel Castro. Un cuarto de siglo prisionero de guerra. Relato de las memorias (edición personal, 1995), de Ramón B. Conte, volumen singular que de inmediato captaría a este cronista, lector de memorias y biografías desde la adolescencia.
Otro que considero esencial es Cuba: La nación que agoniza (Las Américas, Nueva York, 1991), de Luis A. Gómez, conjunto de ensayos leídos en eventos, y artículos publicados en Diario Las Américas y El Nuevo Herald.
Por su parte, El último de la Brigada —historia novelada de Eugenio Cuevas, en homenaje a los icónicos miembros de la Brigada 2506— es un volumen que no ha perdido su atractivo, por el esencial tema: los valerosos cubanos que asaltaran Bahía de Cochinos para derrocar la entonces naciente dictadura castrista, analizada por Cuevas con rigor.
No menos subrayo el esfuerzo y la singular labor del periodista Pedro Corzo, quien ha desarrollado una valiosa labor como director, autor y editor del Instituto de la Memoria Histórica Cubana, por el que ha publicado diversos títulos suyos —entre ellos, el muy importante El espionaje cubano en Estados Unidos, La Red Avispa, Miami, 2011—, como otros volúmenes de sus colegas: Cuba y castrismo: Huelgas de hambre en el Presidio Político (2007), del historiador y ex presidente del Pen Club de Escritores Cubanos del Exilio José Antonio Albertini; del narrador y periodista Roberto Luque Escalona, es, entre otros, Fidel: el juicio de la historia. Una valiente denuncia contra la dictadura desde el interior de Cuba (Editorial Dante, México, 1990); y El otro paredón. Asesinatos de la reputación en Cuba, es un conjunto de artículos de los escritores y periodistas cubanos Rafael Rojas, Uva de Aragón, Juan Antonio Blanco, Ana Julia Faya, Carlos Alberto Montaner y el italiano Giordano Lupi (Eriginal Books, Miami, 2011 y 2012).
También atesoro de Alberto Müller (El Proyecto Varela. Vlácav Havel propone a Oswaldo Payá para el Premio Nobel de la Paz (Ed. Universal, 2002); Rolando Espinosa (Cuando impera el odio, Ed. Lincoln Martí, 2000) y Clemente Gómez (Te van a fusilar, 20 cuentos, de ellos nueve autobiográficos que abordan los acusados defendidos por este abogado en la Cuba castrista, edición particular, 2007) y Roberto Morales [65 horas con la muerte (Minuteman Press of Miami, 1995)]: la saga de cinco jóvenes en su fuga de ida sin regreso por El Estrecho de la Muerte, donde hasta 1995 habían perdido la vida más de 60 mil cubanos, intentando escapar de la Isla-Cárcel.
Asimismo, de los narradores y periodistas: Carlos Alberto Montaner: Viaje al corazón de Cuba (Plaza y Janés, Barcelona, 1999) y Juan Manuel Cao: El Impertinente Cao (Editorial Planeta Mexicana, Col. Temas de Hoy, 2014), sobre el que publiqué mi artículo homónimo en la web Palabra Abierta, en 2016 y luego incluí en mi libro de crítica de narrativa Ejercitar el criterio (Ediciones Primigenios, Miami, 2021).
Igualmente, dos títulos significativos acaudalo: el primero, La isla del doctor Castro (Editorial Planeta, Barcelona, 2001), de los periodistas franceses: Denis Rousseau (director en La Habana de France Presse, entre 1996 y 1999) y su esposa Corinne Cumerlato (corresponsal en La Habana del diario La Croix y del semanario L’Express), con cuya destacada labor devinieron aun más relevantes: al diferir del dictamen castrista, Denis fue acusado por la prensa oficial de ser un agente norteamericano y desde entonces considerado persona non grata; el otro volumen es El exilio indomable. Historia de la disidencia cubana en el destierro, de Álvaro Vargas Llosa. (Espasa Hoy, 1998), como La piedra en el camino, Los nueve días en que murió Fidel Castro, con testimonios de Ileana Ros-Lehtinen, Marcell Felipe, Carlos Alberto Montaner y Juan Manuel Cao, entre muchos otros textos de numerosos autores (Neo Club Ediciones, 2017).
Y de ningún modo olvido a las mujeres, quienes han hecho decisivos aportes, como María C. Werlau, investigadora y directora del Archivo Cuba, quien ha publicado, por el Proyecto Verdad y Memoria, su acusatoria plaquette Las víctimas olvidadas del Che Guevara, como el igualmente esencial Intervención de Cuba en Venezuela.
Otros singulares volúmenes son los de la poeta y narradora Josefina Leyva, autora de tres significativos títulos: La operación Pedro Pan: El Éxodo de los niños cubanos (1993), Los balseros de la libertad, novela con 3 ediciones y El aullido de las muchedumbres. La historia del castrismo (1994), todos publicadas por la Editorial Ponce de León, Miami.
Por su parte, la relevante periodista independiente Yvonne M. Conde, es la autora de la mejor investigación sobre los Pedro Pan hasta la fecha, pues le llevó una década de incansable y tesonera labor: Operación Pedro Pan. La historia inédita de 14.048 niños cubanos (Random House Español, Nueva York, 2001), libro que he recomendado y recomiendo a mis colegas, pues cobra vigencia este 2021, cuando se cumplen 60 años del importante evento histórico, y en el Museo Americano de la Diáspora Cubana se conmemora la fecha con una admirable exposición.
Mas, en otra línea, no menos importante, es el libro de Ana Margarita Martínez: Estrecho de Traición, historia de su fatídica unión con el espía Juan Pablo Roque (Ed. Universal, 1999), que cuenta la traición de que fue objeto Ana Margarita por parte del canalla Juan Pablo Roque. Por su lado, la autobiografía La historia de Josefina Mosquera, Editora Búho, Rep. Dominicana, 2002) posee el atractivo de la narración de esta valiosa mujer.
Por último, no por la amistad que, surgida en las aulas universitarias capitalinas me une desde décadas atrás a un querido colegamigo, sino por la calidad de su inapreciable volumen, incluyo en este amplio listado de mis atesorados libros que integran Mi Biblioteca del Exilio, a: 1959. Cuba, el ser diverso y la Isla imaginada. Y lo confirmaría en un artículo que publiqué meses atrás y que, con razón, titulara: «Un ensayo ejemplar sobre el cubano y el castrismo». Allí escribí y me cito ahora:
Dedicado «A los cubanos de buena voluntad, para que sepan que Cuba no ha sido una Isla inventada de un cuento, sino el sueño inquietante de una ilusión», 1959. Cuba, el ser diverso y la isla imaginada es asimismo el atendible resultado de una rigurosa labor investigativa por dilucidar ‘tentativas del hombre infinito’ que creemos ser los cubanos, quienes conforman (conformamos) pueblo y nacionalidad desde siglos atrás, pero que, desde el fatídico 1959, iniciaríamos la dispersión-emigración por el «mundo, vasto mundo», por decirlo con el poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade.
Sí, nosotros todos: cubanos, inmigrantes sin remedio que —desde entonces y no sé, ni sabe nadie, hasta cuándo, seguimos (¿y seguiremos?) dispersos por «el mundo ancho y ajeno» (dixit Ciro Alegría)— durante décadas nos hemos preguntado (y continuamos haciéndolo): ¿por qué somos así, qué nos ha unido y separado, qué buscamos en el universo?, entre otras múltiples interrogantes, como las que apunta el autor en el prólogo: ¿de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos?
Es cierto que, por nuestro autodimensionado ego, nos creemos el ombligo del orbe: por ello, me valgo de la pregunta formulada por la escritora norteamericana Diane Ackerman: «¿Dónde termina el yo y empieza el mundo?», en su infaltable libro Magia y misterio de la mente. La maravillosa alquimia del cerebro, brillante recorrido divulgativo sobre el funcionamiento del cerebro humano, escrito con sugerente prosa a ratos poética que sugiero a todos los lectores.
Hay más, sin duda, pero no quiero agotar al ciberlector con tantos títulos que, de cualquier modo, pueden (y deben) ser consultados por quienes, como este inveterado cronista que soy desde la adolescencia, me interesaría por la lectura y la Historia de nuestra Cuba.
Por ello, repito, desde mi llegada a Miami una década atrás, me empeñé en conocer la verdadera historia del exilio, desdeñando las falacias de la ¿historia? no escrita, sino excretada por amanuenses del castrismo, que, desde 1959, intentan falsificar la realidad del complejo y rico acontecer históricopolítico de nuestra aun aherrojada Patria.
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