Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.
Durante mi gobernación del municipio Plaza de la Revolución que abarca entre otros los barrios del Vedado y Nuevo Vedado, conocí de cerca algunos lugares con una historia y tradición dignas de recontarlas de vez en cuando, para que sus historias no mueran con el paso de los años. Una de ellas es esta tintorería, ubicada casi al frente del también famoso hotel Trocha, del cual ya antes hemos escrito.
La tintorería Chantres situada en la calle Calzada, no muy lejos de la sede del Gobierno municipal que presidí durante 1986 al 1989, la administraba entonces la bella morena Juanita, y aún, a pesar de las dificultades y carencias, preservaba el orgullo de ser de las mejorcitas en cuanto a calidad en los servicios, y que conste, la visité muchas veces, pues también fui director de todas las tintorerías y lavanderías de Ciudad de La Habana, durante 1995 al 1997. No obstante, la abnegación de sus trabajadores, que siempre lo fueron por la dura tarea de esta actividad y su también dedicada administradora, ya entonces fueron tiempos de decadencia de este interesante centro de trabajo, que tuvo su primor desde su creación en 1954, hasta su intervención en 1959, bella historia que es el plato fuerte de esta pequeña crónica.
La familia gallega Chantres, proviene de un pueblito llamado Moucide, perteneciente al Consejo de O Valadouro, en Lugo, una de las provincias de Galicia. Eladio Chantres, hijo de Cándido y Antonia, emigró definitivamente a Cuba con 14 años a principios del siglo XX, ya antes lo habían hecho sus padres. Se casó Eladio en Cuba con Elena Erosa, otra gallega de Rianxo, Pontevedra, y en 1954 inauguraron su tintorería Chantres, que llegó a contar con el desarrollo de los años, con 2000 metros cuadrados, 100 trabajadores, y 20 furgonetas para la recogida y distribución de la ropa a domicilio, e incluso patrocinó un equipo de beisbol del barrio. La tintorería realizaba diferentes servicios de lavado y planchado con maquinarias modernas, teniendo un reconocido prestigio dentro de las múltiples tintorerías de Ciudad de La Habana, que las regentaban muchos gallegos y también algunos chinos, que ofrecían incluso estos últimos un servicio más barato, al realizarlo en gran medida de forma manual.
Con el tiempo Eladio trajo de España a su hermano menor Constantino, y junto con él, abrió otra tintorería en Marianao llamada Fares. Al triunfo de la revolución castrista el primero de enero de 1959, Eladio publicó en el Diario de la Marina un artículo apoyando este proceso liberador, deseándole éxitos a Fidel Castro, hijo de otro gallego, Angel Castro, nacido en Láncara en la propia provincia de Lugo. En el mes de julio de ese año viajó a España en el buque Covadonga, para ver en O Valadouro a sus padres, en el mismo viaje recibió la noticia de la expropiación de su negocio, y ya no pudo regresar al país. Con algo de dinero con el que viajaba, más otro que un fiel empleado de apellido Mariño pudo extraer de la tintorería, y con el cual huyó en una embarcación hacia USA que fue bombardeada en el trayecto, debiendo Mariño nadar 8 kilómetros para llegar a tierra con bolsas de plástico pegadas a su cuerpo donde contenía el dinero, pues creó un nuevo negocio, y así, hasta que murió en 1986 con 81 años en esta misma comarca, en el pueblo de Alaxe.
Constantino, el hermano de Eladio, viajó a Estados Unidos con su esposa e hijo Enrique Chantres, después que su tintorería Fares también fuera intervenida. En Miami erigieron otra tintorería Chantres en la calle 8, que la administra su hijo Enrique, quien también participó en 1961 en la invasión por Bahía de Cochinos, donde fue capturado y devuelto a Estados Unidos.
La tintorería Chantres que en sus inicios se componía de tres plantas, después de su intervención y con el tiempo se redujo a la planta baja, dejando las otras dos como apartamentos. Su maquinaria con el tiempo fue destruyéndose, al punto que, en una entrevista realizada en el 2015 a dos de sus trabajadores, la situación era la siguiente: “Ese año la atendían dos funcionarios que recomendaban no usar ciertos servicios, pues era posible que las prendas cambiasen de talla. Esperaban piezas de repuesto que, decían, llegarían en breve desde España. De cinco lavadoras solo funciona una y de tres secadoras hay dos rotas, afirmaban Leonel Laborde, operario, y Jaquelín Valdés, administradora”. Conclusión, amigos, que la otrora tintorería Chantres, una joya en su actividad en toda Ciudad de La Habana, es una prueba más de que los métodos socialistas cubanos no funcionan, al igual que ha sucedido con la industria azucarera, del tabaco el café y otros, y que esperamos un día ese régimen sea historia, y entonces quizás los herederos de los Chantres revivan la obra de sus progenitores, y el Vedado vuelva a tener la luminosa tintorería Chantres que siempre fue.
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