Las utopías: sueños imprescindibles

Literatura. Sociedad. Crítica.
Por Gustavo Catalán.

Cortesía del autor.

Se apunta, desde mucho tiempo atrás, que la utopía “ya no se estila”. Es argumento para la disuasión y así, cínicos, bien instalados o estetas posmodernos, arrojan la concepción utópica a las sentinas de lo inconfesable por vergonzante y pueril, utilizando el pragmatismo de lo posible como frontera de actitudes y comportamientos. También muchos de los llamados intelectuales contribuyen así, de modo más o menos consciente, a la consolidación de un basurero más, donde van a parar extremismos, reflexiones, testimonios de lo visto, vivido o críticas, y todo en amalgama bajo la común etiqueta de inútil.

Cortesía del autor.

Con esos mimbres, el convencionalismo rector se desembaraza de cuanto pueda molestar, y en vez de asumir las divergencias para un diálogo que podría ser fructífero, las ridiculiza, como he apuntado, con el beneplácito de cabecitas que se dicen de primera línea. Sin embargo, creo que la persecución de utopías nos dignifica, a más de procurar un sentido adicional al hecho de estar aquí. Apuntar alto hace posible que los fracasos duelan menos, y que se trate de cuestiones difícilmente alcanzables no les resta, aunque sea por la búsqueda, beneficiosos efectos como ser alimento para la esperanza y no, como escribiera Gerardo Diego, de lágrimas y olvidos.

Así me lo trasmitió aquella mañana un enfermo terminal, horas antes de su final y con el que mantenía, durante sus prolongadas hospitalizaciones, una relación que llegó a trascender la meramente profesional.

-No se preocupe, porque todavía puedo soñar –me dijo.

Cortesía del autor.

 

Me lo quedé mirando, un nudo en la garganta, y entonces sonrió, me cogió de la mano y prosiguió:

-Pero sin tener la muerte tan cerca también se debe soñar. Es lo que hace la vida, en toda época y para cualquiera, digna de ser vivida.

Pasados tantos años, aún se me aparece. Y más acá del sueño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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About the Author

J. GUSTAVO CATALÁN Nacido en Guipúzcoa. Licenciado y Doctor en Medicina (1990) por la Universidad de Barcelona. Especialista en Oncología y Endocrinología. Diplomado en Metodología Estadística por la Universidad de París y en Sanidad (Escuela Nacional de Sanidad,1982). Tras ocupar la subdirección del Centro Regional de Oncología de Baleares, jefe de la Sección de Oncología del Hospital General de Mallorca hasta 2002 y, posteriormente, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Son Llàtzer (Ibsalut) hasta 2011. En la actualidad, ejerzo en el ámbito privado. Autor o coautor de más de 100 artículos y diez libros sobre la especialidad. Miembro electo de tres sociedades científicas nacionales y dos internacionales (European Association for Cancer Research y European Society for Medical oncology). He formado parte del comité editorial en cuatro revistas profesionales y becado por trabajos de investigación en ocho ocasiones. En 1987 obtuve el Premio Ciudad de Palma en el área de investigación científica. EN CUANTO A LAS LETRAS… En 1993, el primer libro de relatos: "De una cierta desmesura" (Edit. Prensa Universitaria. Palma de Mallorca) y, en 1997, el segundo: "Mi Giovanna por tres horas". Otros cuentos en volúmenes colectivos (1996, Edit. Noesis, Madrid; Edit. Ergon en 2005 y 2007…). Autor de las novelas “No habrá quien nos pueda separá más nunca” (Edit. Olañeta, Palma de Mallorca, 2000), “La fosa común” (Edit. Huerga y Fierro, Madrid, 2001) y, en la misma Editorial, “Tiempo de Despedidas” (2006) y “Frente a mí” (2014). También colabora en prensa con asiduidad. Autor de la columna semanal “Polvo de Letras” en la revista “Illespress” hasta su extinción y, desde hace 17 años, los domingos, columnista de opinión en “Diario de Mallorca”. Colaborador asimismo de la revista digital "Palabra Abierta", de Eastvale, California. En 2013 inició el blog “contar es vivir (te)” (http://gustavocatalanblog.com).

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