En la vejez vivimos de los afectos

Written by on 06/10/2021 in Cronica, Literatura - No comments
Literatura. Crónica.
Por Mario Blanco.

En la vejez vivimos de los afectos. Cortesía del autor.

Veo otro reportaje para mi conmovedor y es que en España hay unas 125 aldeas y pequeños pueblos despoblados, incluso algunos sin ningún habitante, abandonados, en los otros, 10, 20, 30 personas y desde luego, la mayoría de ellas en la tercera edad.

Por otra parte las noticias nos traen el incremento de la emigración cubana tanto por tierra a través de toda Centroamérica hasta querer llegar a USA, así como también por mar reiniciándose el éxodo de los famosos balseros.  No tengo que preguntarme si este mundo anda patas arriba, pues ya por otras razones, incluida la actual pandemia, lo está, pero una contradicción más, fatiga, enmudece.

Si en el mismo reportaje hay dos familias, una ecuatoriana y otra venezolana, que estando ya en España se han ido a esos lugares, donde en muchos casos los alcaldes ofertan trabajo y también vivienda gratis o de muy bajo costo, y si la familia tiene hijos entonces abundan otras gratuidades. Desde luego el problema está en llegar legalmente a España, y por otra parte, decidirse a vivir en esas poblaciones carentes en algunos casos de ciertos servicios básicos, y donde los lugares de diversión escasean.

Pero detengo mi análisis en las personas que aún viven allí, en el terruño querido que en muchos casos los vio nacer y no quieren abandonar, personas como yo, de la tercera edad, donde en la vejez vivimos de los afectos de hijos y nietos que se marcharon a las grandes ciudades, e incluso al extranjero buscando con razón mejor vida, y me incluyo como emigrante en esta acción. Tengo solo el consuelo que, cuando abandoné mi país, Cuba, ya mis padres se nos habían despedido, pero en la mayoría de los casos es al revés, pues son los jóvenes los que llenos de la audacia que los caracteriza dan esos pasos de gigantes. Vuelvo a mí y no estoy en el Santiago de Cuba querido, en realidad hace muchos años salí de mi ciudad natal solo para regresar de visita. Pero allí tengo a decenas de amigos que permanecen firmes a nuestra ciudad natal y de hecho la misma ha crecido en población.

Conozco ya en parte España, y a menudo he dicho que es bella por doquier con sus construcciones y su idiosincrasia, claro, tan cercana a la nuestra. España a la que siempre a pesar de la colonización la hemos llamado, la Madre Patria. Duele ver esos pueblos abandonados, tal cual la aldea Sampaio, municipio Petín en Galicia, donde nació mi abuelo materno y adonde me he jurado visitarla y tocar aquellas paredes que lo vieron crecer.

Pero no importa donde estemos, si en la tierra que nos vio nacer mejor, pues emigrar es muy duro. Lo importante en la tercera edad es el afecto de los que te rodean, es tan importante como la alimentación o quizás más. Entonces si los hijos se han marchado los viejos se quedan aislados, y por mucho que el barrio, el hogar que los vio crecer y hacerse adulto, reconforta, pero si falta el afecto de los hijos y los nietos que nos brindan tanta felicidad, la vida se vuelve un poco estéril.

En mi caso particular añoro mi ciudad natal, pero tengo al lado a mis retoños y a sus vástagos que componen gran parte de mi felicidad. Es dura la nostalgia, es dura la emigración aunque vivamos mejor materialmente que en nuestra patria, y máxime si se aplican reglas insensatas por el Gobierno cubano para poderlos visitar, como la exigencia de un pasaporte que solo sirve para entrar al país de origen, cuando con el canadiense tengo todas las puertas del mundo abiertas. Pero repito, la familia a mi alrededor compensa la aflicción del corazón, de ese afecto vivimos en la tercera edad.

 

 

 

 

 

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About the Author

Mario L. Blanco Blanco, Santiago de Cuba, 1949. Ingeniero naval. Estudió en la Politécnica de Gdansk, Polonia. Trabajó durante algunos años en el Mitrans, organismo central en la dirección de inversiones. Durante el período del 1986 al 1989 se desempeñó como Presidente del Poder Popular del municipio Plaza de la revolución en Ciudad de la Habana. Trabajó luego en el sector marítimo de la Pesca. Fue director de la empresa de Tintorerías y Lavanderías de Ciudad de la Habana. Reside en Montreal, Canadá, desde 1997.

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