Literatura. Prosa.
Por Jorge Muzam…
Voy con mis especias a cuestas. Hoy cocino con gusto, quizás porque me he reconciliado con buena parte de las cosas interesantes que ofrece cada jornada. He vuelto a mezclar tallarines blancos con oréganos y tomates fritos; medallones de surubí al horno con queso derretido y gotas de limón; morrones verdes, amarillos y rojos salteados con champiñones y brócolis; guisos de verduras con arroz, garbanzos con zapallos y ramitas de tomillo, ensaladas de chauchas, zanahorias, cebollas finas y lechugas crespas.
La cocina renace con este impulso vital. Una primavera permanente impone su dictadura de colores. Se suman ingredientes que deben mezclarse en esta gran orgía culinaria. Los choclos van a parar a los platos fríos y calientes, tal como las batatas cocidas o las mandiocas fritas, tan sabrosas como las castañas maulinas. Hay sumo de mango, aguas tónicas y los mejores vinos de Salta y Jujuy dándose un perfumante baño de oxígeno sobre la mesa. Entremedio, muchos besos con sabor a ganitas, sexo triple, una argentinas y una paraguaya. Quedamos exhaustos. La comida ya está lista, nos vestimos a medias, pero antes brindamos por la infinidad de estelaridades que esperan su turno en esta vida tan increíblemente fugaz.
[Tomado de su blog Los cuadernos de la ira]
[Foto destacada en el artículo tomada también de su blog Los cuadernos de la ira]
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