Literatura. Academia. Ensayo. Poesía. Crítica.
Por Octavio de la Suarée.
Mientras disponía de los versos aquí citados de estos dos poetas cubanos [José Koser y Alina Galliano], residentes en los Estados Unidos, me viene a la mente aquella sagaz observación de que en Cuba hay demasiada poesía para tan pocos lectores. En efecto, Cuba es una isla agraciada con un follaje y una naturaleza exuberante que agudiza la imaginación de los muchos creadores que han dejado sus huellas en nuestras letras desde comienzos del siglo XVIII hasta el presente. Basta con mencionar nombres como el de los tres Manueles (Zequeira, Rubalcava y Pérez y Ramírez), José María Heredia, Juan Clemente Zenea, José Martí, Juana Borrero, Julián del Casal, Regino E. Boti, Agustín Acosta, José Manuel Poveda, José Zacarías Tallet, Manuel Navarro Luna, Emilio Ballagas, Regino Pedroso, Ramón Guirao, Nicolás Guillén, José Lezama Lima, Gastón Baquero y Virgilio Piñera, entre muchos más. Y más cercanos a nosotros, en especial en este prolongado exilio de ya más de medio siglo, nos encontramos con una variedad de antologías y estudios sobre los nuevos creadores que alcanza proporciones considerables, como podemos observar tan solo con las compilaciones de poetas publicadas (1).
Estos artistas que se desenvuelven en varias ciudades norteamericanas, entre ellas Miami, Nueva York, Los Ángeles, Chicago y otras, han incorporado a su formación hispana no solo muchos elementos culturales que forman parte de su expresión al vivir en estas tierras, sino por igual características que son testigo del paso del tiempo transcurrido y ya entrado en este siglo XXI que compartimos. Es a principios de este largo período de extensión cuando muchos de los hechos, que caracterizarán el mundo contemporáneo, hacen su aparición con gran impacto, entre ellos, para citar solo unos cuantos, se destacan la elección del primer presidente católico de los Estados Unidos (John F. Kennedy), su asesinato tres años después, la llamada Crisis Cubana de los Misiles en octubre, Elvis Presley y el Rock & Roll, la píldora de control de natalicio, el abandono de Bahía de Cochinos, los Beatle, astronautas en la luna, Watergate, y la masacre de estudiantes de Kent State. Asimismo, la liberación gay, los comienzos del movimiento de protección del ambiente, la caída del muro de Berlín, la desintegración de la U.S.S.R., la destrucción del World Trade Center, el tsunami del océano Índico, la crisis económica, el debate entre el aborto y el derecho de nacer, el poderío económico de China y su presencia internacional, Brexit, Black Lives Matter, etc.
Muchos de estos acontecimientos penetraron la psique de las personas en los Estados Unidos y, como es de esperar, lo mismo sucedió con los emigrantes cubanos, que en busca de libertad residían aquí desde comienzos del éxodo masivo en 1959. Como ya se ha indicado en varias ocasiones, algunas características generales de estos seres trasplantados incluyen su pasión por el amor, la devoción por la vida, su innata curiosidad, el ser de vibración y nostalgia, su movimiento constante, sus contradicciones, su individualidad, su rebeldía y, a la vez la necesidad de compartir con sus semejantes, su constante equilibrio, su carácter auténtico y su enorme carga de imaginación, en fin, “somos viajeros y nostálgicos, somos el ansia y la paz, somos el deseo de ser la imaginación misma”, concluye Manuel Gayol Mecías en su clásica obra 1959 Cuba, el ser diverso y la isla imaginada (2da. edición, 2024) (2).
Se cita a menudo por la crítica más avezada que tanto el arte como la poesía moderna tiene sus orígenes en esa contundente explosión llamada Romanticismo que transformó todos los rincones de la sociedad occidental en la primera mitad del siglo XIX, evolucionando después en una variedad de corrientes y escuelas artísticas, algunas de notable importancia, entre las que se encuentran el posromanticismo, el realismo, el impresionismo, el simbolismo, el decadentismo, el prerrafaelismo, el naturalismo, el expresionismo, etc. Ya entrado el siglo XX continúa el afán por conseguir una expresión original que reflejase de forma más precisa el testimonio de lo que acontecía en la sociedad europea y americana, y surgen el cubismo, el dadaísmo, el surrealismo, el ultraísmo, el futurismo, el fauvismo, el estridentismo, el Pop Art, y un sinfín de variedades estéticas locales que ampliarían aún más el mundo artístico. A modo de resumen, el conocido investigador Carlos Bousoño señala el individualismo y el irracionalismo como las dos tendencias principales que se observan a todo lo largo de este período de un poco más de cien años, hasta comienzos de la modernidad actual en el llamado posmodernismo (3). No es sorprendente observar, por lo tanto, que la obra de los creadores cubanos de este exilio en Estados Unidos halle fértil terreno en su cosmovisión para experimentar con una ampliación de ideas y de motivos estéticos que se reflejan en la formación de una expresión poética original que dista mucho ya de la establecida por la lírica tradicional.
En su estudio sobre los elementos claves que constituyen lo que él define como “El elán vital en la obra de Teresa María Rojas”, el investigador y crítico Leonardo Fernández Marcané hace hincapié en la influencia que ejerció el filósofo francés Henri Louis Bergson cuando definía su interpretación de la realidad como una evolución constante de la consciencia del individuo en la que se van manifestando las infinitas posibilidades de la vida a través del tiempo, teniendo como esencia la actividad y la libertad. Y en caso específico de la creación poética, puntualizaba el distinguido Premio Nobel de Literatura de 1927:
En efecto, en la obra del poeta, lo que nos interesa es la visión de ciertos estados de ánimo muy profundos, o de ciertos conflictos completamente interiores. Y esa es una visión que no puede realizarse desde fuera. Las almas no son penetrables por otras almas… La imaginación poética solo puede ser una visión más completa de la realidad. Si los personajes que crea el poeta nos causan una impresión de vida, es porque son el poeta mismo, el poeta multiplicado, el poeta profundizado en él mismo, en un esfuerzo de observación interior, tan potente, que capta lo virtual en lo real, para hacer una obra completa con aquello que la naturaleza dejó en él en estado de simple proyecto (4).
Esas ideas son interesantes porque traen a colación la influencia que ejerciera Juan Ramón Jiménez primero y la llamada Generación madrileña de los Poetas Profesores por esas fechas y su devoción por la imagen en la celebración de la obra de Luis de Góngora, representativa de ese extendido período de tiempo mencionado y fiel testigo de un sinnúmero de creadores que revolucionaron la lírica y cuyos nombres aún causan admiración. La firme entrada del posmodernismo en la literatura de ese frecuentemente soslayado exilio cubano en los Estados Unidos se distingue, por una parte, por la innovación de varios elementos que hacen su aparición por vez primera, otros en desuso ya, pero que regresan ahora reciclados, y a la vez por varios que representan la continuación de la expresión inmediatamente anterior, tal empleo de la imagen y el teatro de la lengua, por ejemplo, tal como sucediera a principios del siglo XX. Sobre la discutida desaparición de la vanguardia, se ha sostenido que ésta perdura únicamente en la sucesión renovada, acorde y discorde a la vez: en el relevo de las generaciones provistas de un espíritu creador y polémico a la par. La dialéctica de sus movimientos es, pues, su razón última de ser (5).

Orígenes, Año IX, Núm. 31, 1952. Revista literaria cubana, fundada por José Lezama Lima y Rodríguez Feo, la publicación cultural más importante de su época en la Isla. Ilustración tomada de la página web Patria Libros.
En Cuba, la influyente revista Orígenes, de José Lezama Lima y José Rodríguez Feo, va a continuar y a exacerbar el mencionado gongorismo, mientras que permite la entrada en la isla de las más avanzadas corrientes del momento. Como señala la profesora Alina Camacho-Gingerich en su clásico estudio La cosmovisión poética de José Lezama Lima en Paradiso y Oppiano Licario (1990), el sistema poético de Lezama Lima es una noción de la vida asentada en la metáfora y en la imagen. A la vez, el poeta rechaza el valor de la mimesis neoclasicista de T. S. Eliot en la composición La tierra baldía, y propone la reconstrucción de la herencia en lo que define como “las eras imaginarias”, pues, en sus propias palabras, “los viejos mitos, al reaparecer de nuevo, nos ofrecerán sus conjuros y sus enigmas con un rostro desconocido” (6).
Una mirada a las corrientes artísticas de nuestros días va a demostrar la variedad de tendencias que se observan en el ambiente en la expresión lírica de estos creadores forzados a emigrar por la falta de libertad en su lugar de origen, entre las que podemos citar, en palabras de un crítico experimentado, “la relación deseo-cuerpo-escritura, el budismo Zen, el intimismo, la recuperación de lo femenino, el pasado mitológico, el desdoblamiento, el enmascaramiento, el escapismo, etc. (7), y, por supuesto, el vibrante neobarroquismo hispanoamericano, donde todas confluyen.
Entre las características de la poesía neo barroca se destacan la enumeración caótica, el uso de la anáfora, del retruécano, la aliteración, el humor, la ironía, la parodia, la sintaxis complicada, la intertextualidad, el paso de un nivel de referencia a otro, el empleo de varios estilos, la experimentación con el lenguaje, la polifonía, el coloquialismo, la paradoja, la duda, el uso limitado de la imagen, el teatro de la lengua, la preocupación por el oficio poético (8).
Pasemos ahora a examinar cómo muchos de estos elementos demuestran su presencia en esta poesía del exilio cubano estadounidense. Uno de esos creadores que sobresalen en las letras cubanas del exilio es José Kozer, autor de una multitud de publicaciones originales que se extienden por más de medio siglo.

Buenos Aires, 22 de abril de 2004. Entrevista con el escritor cubano, José Kozer. Capital Federal. Foto tomada de la página web Cubanos Famosos.
José Kozer (1940) es autor de un centenar de poemarios entre los que sobresalen Padres y otras profesiones (1972), Por la libre (1973), De Chepén a La Habana (1973), con Isaac Goldemberg, Este judío de números y letras (1975), Jarrón de las abreviaturas (1980), El carrillón de los muertos (1987), Es mutable (1995), Dípticos (1998), Rupestres (2001), Stet (2006), Trazas 2007) y De Rerum Natura [poemas & desenhos] (2013). Consciente de su misión desde el comienzo de su carrera, el poeta no demora en demostrar su originalidad mientras se sirve de una cantidad de variados recursos estilísticos como se observa en los siguientes versos de “Una tarde”, una de sus primeras aportaciones. Obsérvese el empleo de verbos de movimiento en primera persona singular, los cultismos, las repeticiones, el humor, el asíndeton, las aliteraciones, el testimonio, las imágenes desconectadas y el cambio fortuito de un nivel de referencia a otro:
Corrijo veintiún exámenes de portugués. / Leo once páginas sobre el caso Padilla, / escritas en ese argot político, / que hilvanan los oradores. / Bajo las escaleras precipitadamente, / mi hija se despertó con una pesadilla carcomiéndole el cerebro. /Pido a la siquiatría moderno que no aplace otra semana la consulta, / pero el hilo telefónico responde, / que el doctor J. Durando se fue de vacaciones a Bermuda. / Bueno, nada tengo contra el Imperio Británico. / Saco Sports Illustrated, no entiendo una palabra. / La última vez que jugué baloncesto, / colé la pelota en el cielo de un invierno desastroso, / que recuerdo hipnotizado. / Iracundo, cojo el bolígrafo, / suspendo a Arévalo, a Burkhart y a Grabowski en portugués. / Entonces subo a un tercer piso de una casa inhóspita. / Le pego un puntapié a una puerta. / Entro, ametrallo un cuarto oscuro / acústico, en silencio, / interminablemente, interminablemente, interminablemente (9 ).
En cierto momento de su carrera artística, José Kozer se vio en la necesidad de admitir que padece de grafomanía, el impulso obsesivo de escribir, que ha encaminado su producción desde su temprana juventud. Así se observa en el poema “Escúchame Isaac: Hay que irse de este país”, donde se observa la mención del oficio poético, el uso de anáforas, reiteraciones, el comentario testimonio, la acumulación, el coloquialismo, el retruécano y la enumeración caótica, entre otros, que entroncan su poesía con el conocido neobarroquismo hispanounidense de nuestros días. Escuchémosle:
Tal vez, so pretexto de que nos vamos anquilosando. / Tal vez, precisamente, por estar en el núcleo de todo, / y que tú y yo vamos a ser el núcleo de ese todo. / Tal vez, porque el último verso que has escrito / te salió bastante bien, ¡qué coño! / Tal vez porque ese verso sea ahora bastante bueno. / Tal vez porque el país se hunde, hermano, / por falta de simpatía. / Que no es por otra cosa / Por otra cosa, Isaac, es que hay que irse. / Podemos a ir a repetir inglés en la plazuela de Chepén, / y tal vez merodear otra vez por el ávido puerto de La Habana. / Podemos ir donde tu abuelo, el mercachifle / rematando corbatas a muy bajo costo en las aceras de Lima / que llevan a la catedral, / que llevan al cementerio de las afueras de la ciudad, / con aquellas letras persas. / Que llevan, Isaac, a la destartalada sinagoga del barrio de Jesús / (María, /de donde regresa mi abuelo con un ataque al corazón, / el suéter beige que le da un aspecto checo, / las manos trajinadas de medir arrobas de garbanzos, / la muerte, tan sagrada para él, como obediente (10).
En este tercer ejemplo, se destaca aún más el nivel de neobarroquismo que alcanzan las composiciones de José Kozer en este medio siglo de su intensa actividad lírica. Merecen citarse aquí la experimentación con el lenguaje o el deslenguaje, la complicada sintaxis, la mezcla de poesía y prosa, la falta de signos de puntuación, la anáfora, las repeticiones, el retruécano, la aliteración, el polisíndeton, la acumulación, el montaje de entramados fónicos y visuales, etc. Veámoslo:
Todas con tiaras de esmeralda diamante rubí sobre acero inexorable / tiaras de esmeralda diamante rubí sobre cobre / de senos abultados el monograma en la estola es el cordero o la cruz / (todas de ojos rasgados): la larga cabellera encrespada a la hora de / las borrascas a la hora del vendaval roza al cordero (rasga) la cruz, / son flamígeras (pelo rubio): una la Refractaria se hizo para aquella (11).
La otra escritora que seleccionamos, Alina Galliano (1950) ha publicado los siguientes poemarios: Entre el párpado y la mejilla (1950), Hasta el presente. Poesía casi completa (1989), La geometría de lo incandescente. En fija residencia (1992), En el vientre del trópico (1994) y Otro fuego a liturgia (2007). Los días que ahora tengo permanece inédito.
Alina recibió el premio Letras de Oro de la Universidad de Miami en 1992 por La geometría de lo incandescente. En fija residencia. Su poesía es nerviosa, tradicional, breve en sus comienzos, y se distingue por un fuerte sentimiento espiritual y una apreciación cosmológica por la naturaleza, con preferencia hacia una secuencia de ritmo y de ciclo que mucho se aproxima a las canciones y a las baladas alemanas. En su poemario La passante, dedicado a Gertrude Kolmar, una profesora de idiomas que trabajaba con niños discapacitados desaparecida durante la Segunda Guerra Mundial, destaca la unión espiritual y su afinidad con la malograda escritora. Obsérvese el uso de la anáfora y la prosopopeya en el poema XI:
Por cual puerta / de tiempo / habrás venido, / con que sonido / en aire / me llegaste, / de qué manera / me encontré / contigo / que ya nunca más / pude / separarme, /siempre el todo / que soy /sale en tu busca, / el hueso /en soledad / fabrica calles, /mis párpados / recorren /la llanura / inventando /en sus líneas / tu paisaje /y la niñez / que aún soy /clama / tu espacio/para ver / si tus manos /me rehacen (12)
En uno de los poemarios que componen su última publicación de 2007, titulado Litografías a partir del aire, vemos en el Poema # I los siguientes versos donde, en medio del motivo amoroso, predominan muchos de los elementos ya señalados como inherentes de la moderna estética neo barroca hispanoamericana. Entre ellos la aventura del viaje, la libertad absoluta para la creación, el oficio del poeta, la alteridad, la falta de signos de puntuación, la metonimia, la epístola, la acumulación de verbos activos, el retruécano, la aliteración, la enumeración, el zeugma, la prosopopeya, la sinécdoque, el coloquialismo, y la grafomanía:
Escribo para decirte que he comenzado el viaje/con esta acción se rompe todo lo ya previsto, /así que he regalado mis recuerdos, las prisas de mis pies, / las puertas que he cruzado, /los marcos de ventanas donde colgué mis ojos /retomando paisajes de rostros y estructuras, robándole perfiles a /todas las ciudades que nunca se sintieron de ti favorecidas /al escuchar tus cantos trepar por los edificios a modo de escalera /para irrumpir de pronto y trastocar atmósferas. /Ahora reconozco que no hay lugar ni puerto /que pueda contenerme… (13).
El accidente que sufre a raíz de la publicación de su última obra a comienzos de este siglo XXI la encamina a una mayor reflexión y concentración en el estudio del quehacer poético y de ello surge Los días que ahora tengo, lírica inédita que amplía considerablemente su repertorio artístico y donde comparte con nosotros sus experiencias en un zeugma: “El más reciente de mis viajes, ese que en apariencia, no fue previsto / y de acuerdo a las reglas no me fue deseado, ni siquiera exitoso / ocurrió en mes de Enero…” (14). Y continúa del siguiente modo definiendo el destino de su viaje, el cambio ocurrido, la alteridad y su visión del amor y de la interioridad, valiéndose de recursos de estilo, tales la prosopopeya, la metonimia, la hipérbole, la prosopopeya, la reiteración, el zeugma, la sinécdoque, el uso de gerundios, la paradoja, la acumulación, el verso más extenso, etc. Veámoslo:
Dentro de mí se destruyeron inmensas ciudades en mi furia de conquista, /ahora habito un espacio donde continuamente me modifico /pienso en lo que hasta aquí me ha traído y ya no es mi historia, /la mujer o la energía en que estoy moviéndome /ha vivido en otros labios… /sintiendo entre mis huesos su látigo de miel cambiando paradigmas… /Ellas, las que se han alimentado de mi cuerpo, me devolvieron mi salvajismo, / desenterraron mi nota discordante, esa que no me permite utilizar el /cansancio… cansancio que te envuelve y te dice que eres feliz, /que estás acompañada, que tienes cómplice para enmudecer o acatar /que todo anda bien porque todo es igual… /y que tú, como los demás, vas de la mano de alguien, pero no de la tuya, /que tú como los demás describes el horizonte según lo ves… / que tú como los demás vives fuera de la peligrosa energía del amor… (15).
Esa “peligrosa energía del amor” o la energía de la conciencia despierta por medio de la disciplina espiritual, la conduce a la iluminación mística en medio de su sufrimiento, ilustrada en las siguientes imágenes a través de la música, la repetición, la prosopopeya, y el zeugma:
El dolor es un animal que se acuesta en mi cama /acariciando bestialmente mis músculos, mis huesos o mis memorias /sin poder yo evitarlo, /el dolor es la otra partitura que tengo moviéndose en mi cráneo /en continuas piruetas de un imprevisto vals, /en continuas piruetas de un imprevisto vals, /un vals que me reclama las pautas /y los inexistentes horarios donde vivo /en medio… del fuego del kundalini (16).
N O T A S
(1). No puede quedar duda alguna de que la isla de Cuba es un país de poetas que disfrutan, entre otras cosas, de una gran imaginación, por las numerosas publicaciones de poemas, estudios y antologías de los pasados cien años. Entre las numerosas selecciones líricas que conocemos se incluyen La isla entera, de Felipe Lázaro y Bladimir Zamora, 2da. edición (2024); Indómitas al sol: Cinco poetas cubanas de Nueva York (Magali Alabau, Alina Galliano, Lourdes Gil, Iraida Iturralde y Maya Islas). Antología crítica, de Felipe Lázaro (2011); “Bosquejo de la poesía cubana en el exterior”, de Yara González Montes, en Poesía hispana en los Estados Unidos, edición de Ana M. Osan (2011); Poesía cubana del exilio (2010) y Poemas cubanos del siglo XX (2002), ambas de Odette Alonso Yodú; Poemas cubanos del siglo XX, de Manuel Díaz Martínez (2002); Al pie de la memoria: Antología de poetas cubanos muertos en el exilio:1959-2002 (2002), de Felipe Lázaro; Antología de la poesía cubana. Vol. IV, de Ángel Esteban y Álvaro Salvador (2002); La isla en su tinta. Antología de la poesía cubana, de Francisco Morán (2000); Las palabras son islas: Panorama de la poesía cubana. Siglo XX, de Jorge Luis Arcos (1999); Novísima poesía cubana. Antología: 1980-1998, de Jorge Cabezas Miranda (1999); Poesía cubana: La isla entera, sin ed. (1995); La poesía de las dos orillas: 1959-1993, de León de la Hoz (1994); Lo que no se ha dicho, de Pedro R. Monge Rafuls (1993); Poetas cubanos en Miami, sin ed. (1993); “En torno a la poesía de los setenta fuera de Cuba”, en Cuatro ensayos sobre poesía cubana, de Grisel Pujalá (1993); Poetas cubanas de Nueva York. Antología breve, de Felipe Lázaro (1991); Antología de Poetas Cubanos, s/ed. (1989); Cuban American Writers: Los atrevidos, de Carolina Hospital (1988); Desde esta orilla: poesía cubana del exilio, de Elías Miguel Muñoz (1988); Poetas cubanos en Nueva York. Antología (1988) y Poetas cubanos en España (1988), ambas de Felipe Lázaro; El jardín también es nuestro, de Francisco Feito (1988); Escritores de la diáspora cubana, de Daniel C. Marats y Mabesma D. Hill (1986); Cinco poetisas cubanas, sin ed. (1979); Poesía compartida (ocho poetas cubanos), sin ed. (1980); Bibliografía crítica de la poesía cubana, de Matías Montes Huidobro y Yara González Montes (1973); Nueva poesía cubana, de José Agustín Goytisolo (1970); Nuevos poetas, de Roberto Díaz Muñoz (1970); Poesía en éxodo, el exilio cubano en su poesía: 1959-1969, de Ana Rosa Núñez (1970); Cinco poetisas cubanas:1935-1969 (Mercedes García Tudurí, Pura del Prado, Teresa María Rojas, Rita Geada y Ana Rosa Núñez), edición de Ángel Aparicio Laurencio (1970); Poesía cubana contemporánea: Un ensayo de antología, de Humberto López Morales (1967); La casi novísima poesía cubana, de José Mario (1967), y otros más.
(2). Gayol Mecías, Manuel. 1959 Cuba, el ser diverso y la isla imaginada (Berlín: Ilíada Ediciones, 2024), página 310.
(3). Bousoño, Carlos. Teoría de la Expresión poética, Vol. II. Poesía contemporánea y poesía poscontemporánea. Madrid: Gredos, 1970, página 278.
(4). Bergson, Henri. Creative Evolution (New York: Holt & Co., 1911), páginas 82-86. Citado por Leonardo Fernández Marcané, “El elán vital de la poesía de María Teresa Rojas”, en Anales literarios: Poetas, de Matías Montes Huidobro y Yara González Montes (1998), páginas 81-84.
(5). Torre, Guillermo de. Historia de las literaturas de Vanguardia, Vol. 3. Madrid: Guadarrama, 1974, página 258.
(6). Camacho-Gingerich, Alina. La cosmovisión poética de José Lezama Lima en Paradiso y Oppiano Licario. Miami: Ediciones Universal, 1990, página 7.
(7). Barquet, Jesús J. “Lo cubano en la poesía de Carlota Caulfield: Una poética en busca de su autora”, en Anales literarios. Poetas, Matías Montes Huidobro y Yara González Montes, editores (1998), páginas 139-41.
(8). Saumell-Muñoz, Rafael E. “José Kozer y Eduardo Espina: poesía neo barroca estadounidense”, en Poesía hispana en los Estados Unidos, Editora Ana M. Osan (2011), Monografías de Aldeeu, páginas 225-235.
9). De Chepén a La Habana. Poemas de Isaac Goldemberg y José Kozer. New York: Editorial Bayú-Menoráh, 1973, página 103.
(10). Opus. Cit., página 59.
11). Citado por Rafael E. Saumell “José Kozer y Eduardo Espina: Poesía neo barroca estadounidense”, en Poesía hispana en los Estados Unidos, Editora Ana M. Osan (2001), Monografías de Aldeeu, página 230.
(12). Galliano, Alina. Hasta el presente (Poesía casi completa). Madrid: Betania, 1989, página 245.
(13). Otro fuego a liturgia. Poemas. Madrid: Betania, 2007, página 185.
(14). _____________. “Los días que ahora tengo”. Inédito, poema # 2.
(15). _____________. Ibid, poema # 1.
(16). ______________. Ibid, poema # 283.