Política. Sociedad. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.
El administrador de la burocracia castrista, Miguel Díaz-Canel, no pone una, como se dice en criollo. Luego de decir el disparate de que la base del desarrollo de Cuba son los municipios, y de que la escasez de todo es culpa del “bloqueo” y de los coleros, repite la añeja consigna fidelista de que “la calle es de los revolucionarios”.
Ya hace un año, en junio de 2019, luego de arreciar la censura y el control sobre el sector cultural, el “presidente” les dijo a los artistas y escritores que debían atenerse a la política cultural fascista impuesta 58 años atrás por Fidel Castro de “Dentro de la revolución todo, contra la Revolución nada”, copiada y adaptada por el comandante de una frase de Benito Mussolini: “Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”.
Díaz-Canel remató diciendo que la consigna nada original de Castro I es un principio que se aplicará no solo a los intelectuales, sino a “todos los ciudadanos”. O sea, que dicha frase es un dogma de fe que hay que acatar, y punto. Bajo ese ucase fueron luego “parametrados” los artistas, después del Primer Congreso de Educación y Culturan (abril de 1971) de corte estalinista y tufo fascista.
En la clausura de aquel fatídico evento, el dictador regresó a la frase copiada a su admirado “Duce” italiano. Luego de arremeter contra grandes figuras de las letras (Vargas Llosa, Rulfo,
Cortázar, Moravia, Goytisolo, Octavio Paz, y el filósofo de izquierda Jean Paul Sartre) remarcó y actualizó el dogma y acuñó: “El arte es un arma de la revolución”.
Muy vendible todo a la izquierda radical de la época. ¿Pero es capaz Díaz-Canel de advertir que estamos en 2020 y no en 1961, o 1971? ¿Lo sabe pero lo obligan a hacer de dinosaurio? Aunque pienso que es lo segundo no descarto que sea lo primero
¿Identificarán a los no “revolucionarios” como a los judíos en la Alemania nazi?
Al “Jefe de Estado” de todas formas el tiro le salió por la culata. En medio de la profunda crisis socioeconómica afirmar que la calle es de los revolucionarios llevó el mensaje contrario: la dictadura ha perdido la calle y está haciendo un llamado —ya inútil— al pueblo para recuperarla, al mismo tiempo incrementa la represión ahora incluso echando a las calles al Ejército por primera vez en 61 años.
Con esa consigna “revolucionaria” se niegan los derechos elementales a los millones de cubanos que el régimen sabe no son castristas, y muchos de los cuales protestan en las colas, gritan que tienen hambre y carecen de jabón y agua para protegerse del coronavirus.
Como se pregunta desde La Habana el periodista independiente Reinaldo Escobar en 14ymedio. ¿Tendrán ahora los cubanos no comunistas “que pedir un permiso para ir por la calle, o se les va a poner en la ropa una identificación como le hacían a los judíos en la Alemania nazi? Porque, si no, ¿cómo tú determinas quién es y quién no?”.
O como destaca también desde la isla Dimas Castellanos, otro periodista independiente: ¿Quiénes son los revolucionarios, los que han llevado a este país al borde de la hambruna… esos son los revolucionarios?”.
Ya no creen en cuentos de camino
En fin, con esa consigna copiada (y siguen las copias) a destiempo, Díaz-Canel oculta que cada vez hay menos “revolucionarios” castristas en Cuba, menos creyentes en los cuentos de camino marxistas, leninistas, fidelistas. Y ya nadie se acuerda de las elucubraciones alucinantes del Che Guevara: el trabajo voluntario para formar el “hombre nuevo”, la emulación socialista y los estímulos morales (banderitas) a los trabajadores. ¡Por favor!
Eso formó parte de la prehistoria de la “revolución” que ya fue metabolizada por los cubanos como una Gran Estafa, como bien definió Eudocio Ravines al socialismo real en su magnífica obra homónima.
Y hay un dato clave. El Partido Comunista de Cuba (PCC) cuenta con unos 670 mil miembros en su mayoría por compromiso, o para no perder su trabajo o no ser marginado, o para posibles promociones a mejores puestos y sueldos, y el país tiene 11.3 millones de habitantes, y 8.9 millones son adultos (mayores de 16 años).
Es decir, el 92.4% de los adultos cubanos no son comunistas. Y eso es solo formalmente. Todos saben que gran parte de la militancia total del PCC no cree en el comunismo y quiere cambios profundos en la isla que no son precisamente los de los “lineamientos” del PCC.
El deseo popular es que se acabe ya el castrismo
Por otra parte, hace un año, en julio de 2019, se publicó una encuesta realizada en Cuba por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que mostró que el 80% de los cubanos quiere cambios, dato que tampoco es exacto, y sin duda es superior. No lo es porque en la isla ninguna encuesta es confiable aunque sea clandestina. La paranoia se ha entronizado de tal manera en la cultura nacional que la gente nunca dice francamente lo que piensa en materia política a un desconocido porque a lo mejor es un “seguroso” disfrazado.
De todas formas, aun tomando como ciertas las cifras citadas el resultado es el mismo: el pueblo de Cuba abrumadoramente no cree en lo que el régimen sigue llamando “revolución” y lo que quiere es que se acabe de una vez la dictadura militar.
Conclusión, lo que en verdad dijo Díaz-Canel fue que el régimen se ha quedado seco de “revolucionarios”, la gente está ya muy “respondona” y la calle ahora será de policías y soldados. Y con sus uniformes, pues si salen solo esbirros civiles, nadie les va a hacer caso y hasta corren peligro.
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