En el marco de una velada poética celebrada en Miami en 2023, Palabra Abierta recuerda la presentación de dos libros esenciales del poeta cubano exiliado Ismael Sambra: Orgía del miedo y Señales de la espiral, ediciones bilingües que conmemoran el vigésimo aniversario de la trilogía Los ángulos del silencio. Dueño de una voz lírica intensa y desgarradora, Sambra explora en estos poemas las zonas más hondas del exilio, el miedo, el amor y la resistencia interior. La presentación estuvo a cargo del también escritor y periodista cubano Manuel Vázquez Portal, quien, con la sensibilidad que lo distingue, supo destacar la riqueza simbólica, emocional y estética de una poesía que no necesita intérpretes, sino oídos atentos. Un encuentro de palabra viva, de exilio lúcido y de fidelidad a la poesía como acto radical de libertad.
Literatura. Poesía. Crítica.
Manuel Vázquez Portal presenta a Ismael Sambra.
Conduce Eduardo René Casanova Ealo.

Ilustración tomada de “Insularis Magazine”.
—¡Bien! Ocurre que cuando un amigo nos invita a presentar su libro, nos creemos que somos el hermeneuta elegido y entonces queremos explicar verso a verso, libro a libro, y hablamos tanto que no le damos oportunidad al poeta que el mismo los cautive a ustedes con su poesía. Como yo no tengo ese don de hermeneuta engreído y creedor de que lo sabe todo, no voy a ser muy extenso. Solamente diré que estamos en presencia de un excelente poeta que sabe elegir la palabra exacta, la palabra en sentido primigenio, el sentimiento magnífico y agudo de la poesía, porque todos sabemos que muy fiera y caprichosa es la poesía, y para decírselo honradamente que el único que sabe realmente la relación entre el universo y su propia poesía es el poeta. Me gustaría leer y explicarles algunos poemas que a mí personalmente me gustaron mucho, pero como no quiero robarle ni la gloria ni el tiempo, pongo al poeta a decirles su poesía, que es lo más importante que cualquier explicación que yo dé.
(Aplausos)
—Bueno, vamos a ser polémico en este momento, pero el tiempo tenemos suficiente. Sería bueno que tú leyeras un poema, ese que tú dices que te gusta tanto que quieres leer. ¿Qué ustedes creen…?
—¡Sí! ¡Qué lea! Sí. Sí.
—Uno o dos o tres poemas… Y después yo voy a leer los que a mí me gustan. ¿Ok?
—Yo decía que él sabe que la poesía es caprichosa, es como una mujer a la que hay que conquistar cada momento, aunque uno lleve 40 años de casado, porque si no, no vale la pena. Si una mujer no hay que conquistarla cada día, entonces es mejor no tenerla. Y él sabe que la poesía es caprichosa y fiera y coqueta y terrible, y entonces escribe un poema como este:
FRENTE A LA NEGRA PARED (del libro Orgía del miedo)
Imágenes me atacan y muerden
relámpagos mi oscuro.
Quiero gritar como nunca o como siempre
porque hay un pájaro herido y aleteando
en lo que pudo ser.
Quiero gritar donde hubo un nido y una madre
dispuesta a defender sus polluelos frente a la negra pared… ¡Oh, mi Dios!
Estas palabras mías que no salen…
para qué me sirven ahora si después de todo
me obligan al silencio.
(Aplausos)
DE LA IMPACIENCIA Y OTROS MALESTARES (del libro Señales de la espiral)
Te espero en la ciudad y su letargo de guitarras insurrectas
porque algo debe de salir de entre las sombras.
Al menos llueve:
Es una lluvia fría sobre la punta de la espada,
la dura lluvia que cae ante mis ojos,
lluvia de agosto en sus vapores
eliminando tal vez la posibilidad de nuestro encuentro.
Para qué hablar de los años nombrados
de las noticias que dejaron de salir
como si mi casa fuera un crisol
con un “techado de virtudes”.
Nos vemos
con tus flores amarillas por toda señal
como la angustia macerada en los ángulos del silencio
o en el aire de las estatuas que representan
lo mejor de la ciudad.
Nos vemos en las jarras espumosas
y las tibias jarras del homicidio,
icono contra el demonio,
aflorando de vida en el empuje de las ramas
como cuando jugábamos con el color de las semillas
en el traspatio donde alguna reventaba por azar,
o festejábamos el corte de la luna en las terrazas
cuando fuimos comprensivos, luego arrepentidos tú y yo,
al despedirte esa noche frente a la puerta de tu cuarto.
Tenemos que descubrir al hombre polar
la bruma con su coraza a medio construir
en los carteles y el odio,
la ternura muchedumbre de los raptos insurgentes,
asirnos a la primera ventolera
a cualquier escarcha arrojada a la calle
y luego pasar el peine de la santidad
para no morir en el hueso de una frase y sus arreglos.
—Y es que toda frase palidece frente al verdadero amor, frente a la grandeza, frente al dolor, frente a despedidas, frentre a la inmensidad que a veces nos traga y no nos dejan ser tal cual somos, y aquí estamos frente a Ismael Sambra, estamos frente a un hombre que sabe amar, que sabe padecer, que sabe escribir y, sobre todo, sabe atrapar aquellas impresiones que la vida va grabando en nuestro propio pecho. Sea el poeta y su obra quienes sigan hablando…
(Aplausos)
—Ahora, después de esta singular presentación, solo me queda leer.
Estos dos libros que presentamos hoy Orgia del miedo y Señales de la espiral pertenecen a la trilogía poética Los ángulos del silencio, publicado por la editorial Verbum en el 2001. Y estas dos ediciones bilingües se hicieron para celebrar el 20 aniversario de su primera publicación. Y viene pronto el libro tercero A través de las rejas, con poemas escritos en la prisión política también bilingüe español-inglés. Yo traje solo seis libros de la trilogía que ya está agotada, y todos se vendieron ayer en la tertulia La Otra Esquina de las Palabras, que dirige Joaquín Gálvez. Hoy traje estos dos títulos para su lanzamiento oficial, en esta tertulia Tinta Verde, que dirige Eduardo Casanova. Traje otros libros, entre ellos mi reciente novela Procesado en el paraíso, todos a mitad de precio, y todos lo que se vendan aquí serán donados a la Editorial Primigenios, para que siga con su trabajo… El libro primero cuenta con dibujos de mi hijo Maurice Sambra y el libro segundo con fotografías del escritor y crítico literario Manuel C. Diaz.
—De ORGIA DEL MIEDO este primer poema que le da título al libro…
ORGÍA DEL MIEDO
Todos tenemos miedo
bajo esta lluvia que ha comenzado a caer.
Se nos hizo un nudo en la garganta
la flor que un día inventamos como niños
y no deja pasar la primavera.
Alguien está tocando a la puerta de mi casa.
Viene a provocarme los auxilios rezagados
a citarme para el gran festín de los pensantes.
Y yo no abro.
Me quedo suspirando todavía enmudecido
todavía con los huesos dislocados
con los huesos que se han negado a sostener
mi voluntad.
Alguien me llama también desde adentro
y me atormenta con el derrumbe
de las cosas
que soñé.
Alguien me persigue por la casa
a la hora del baño, a la hora de las comidas,
a la hora de los hijos, a la hora
de dormir con mi mujer
que también me persigue con su miedo.
(Aplausos)
RETORNO Y DESAMPARO
Si salgo a la calle es
para que crean que no estoy preso
entre las olas y una página en blanco.
Si salgo es para creerme que aún respiro
que quiero gritar mi esperanza
de hombre todavía enamorado.
Si salgo no es para que vean que camino
que traigo rodela
y los puños cerrando alguna herida:
No ha sido fácil salir
para cobrar lo prometido.
No ha sido fácil insistir
con la cabeza llena.
No ha sido fácil regresar vacío.
mayo 86
(Aplausos)
—Ahora del libro SEÑALES DE LA ESPIRAL…
VISIÓN DEL TUERTO EN EL PAÍS DE LOS CIEGOS
Si digo que
un animal herido
escapa al monte y busca su fortuna,
quiero que me entiendan los de buena voluntad.
Si digo calles polvorientas que se llenan de flores
aunque no llueva,
distraigo con ello a los políticos de consignas,
a los burócratas que cada día crecen como mala hierba.
Si digo que ésta será la última guerra,
me esfuerzo en ilusionar a los soldados desconocidos
que son muy bien conocidos por sus mujeres nacionales
antes de ser viudas internacionales,
por sus mujeres
que amasaron privilegios entre dosis de hambre, ansiedad y muerte.
Sin dudas pretendo complacer a sus mujeres frente al absurdo
de entierros masivos para celebrar la llegada de sus muertos.
Espero que los pichones se definan en sus alas para talar el árbol.
¿Pero habrá piedad?
Dijo: “Seré eterno en el aplauso de los lacayos,
perderé sólo el poder cuando los árboles caminen… —dijo.
Y ya los ve aterrado que vienen, que avanzan camuflados con sus ramas.
Como las piedras serán mejor testigo
la burocracia se sentirá aludida.
Así cuando ahora escriba convencido: “Vendrá
oculta tras la servil sonrisa el arma homicida…”, no habrá dudas,
pretendo preocupar a los tiranos.
Junio 1992
(Aplausos)
AMOR EN LA CIUDAD
A la ciudad le quedan mal ciertas plegarias.
Tú y yo bajo los ojos hambrientos,
desperdiciados como esos árboles
sólo para parques y avenidas
pero testigos del sol y de los años.
Somos sonámbulos esparcidos en el aire de sus calles.
Somos el aire tremebundo y líquido
orquestando la música de algún adiós. Música
hecha de carne de aquellos que fueron
asaltados en su gloria
de aquellos negados a caminar por la misma línea,
de aquellos compulsados a las protestas,
heridos en su mansedumbre.
A la ciudad le quedan mal ciertas plegarias.
Vamos los dos abotonados a su esplendente fiereza,
fundidos en el mismo caldo
de una noche orgásmica,
curiosos y arrepentidos cada vez
de ver en los rincones tanto silencio amotinado.
No me culpes de las horas perdidas.
Los gemidos, sólo gemidos, se suman a mi espalda
y tú me ves llorar un rosario de palabras
turbulentas y sublimes. Coño
me ves hundido y sangrando…
Y me besas y me besas y me besas.
Estamos navegando un viento de papel.
Sí, todavía hay espacio para amarnos.
Santiago de Cuba
julio de 1991
© Manuel Vázquez Portal (Presentación). All Rights Reserved. Foto tomada de “Insularis Magazine”.

Eduardo Rene Casanova Ealo (Conductor de la Tertulia tinta Verde). All Rights Reserved. Foto tomada de Puente a la Vista.