Politica. Sociedad. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.
Tal y como se esperaba, otro “período especial” en su fase inicial llegó a Cuba, pero esta vez entró silencioso por la puerta de atrás, pues el dictador ha prohibido que se pronuncie su nombre. Y digo fase inicial, porque Nicolás Maduro aún sigue en el Palacio de Miraflores. Cuando ya no esté allí todo será peor.
Un periodista oficial, amparado en el anonimato, confesó a 14ymedio que les han ordenado no decir “período especial”, sino “tensión económica”, o que “hay dificultades para la llegada de materias primas”, mientras Díaz-Canel insiste en que es el “bloqueo” lo que causa la actual crisis alimentaria.
Castro II, al proclamar su Constitución estalinista el 10 de abril, aseguró que el país no va a regresar al “período especial”. Y afirmó: “Hoy es otro el panorama en cuanto a la diversificación de la economía”.
Falso. Tampoco es exacta la afirmación de algunos analistas de que Cuba hoy tiene 500 mil cuentapropistas y las condiciones son menos desfavorables que en los años 90. Puro espejismo. La escasez golpea a todos sin excepción debido a la naturaleza absurda del modelo estalinista.
Pero ni el General, ni su administrador, Díaz-Canel, quieren pronunciar esas dos palabras juntas, “período especial”. Tienen dos motivos: 1) para no echarle más vapor a la caldera político-social, pues la gente culpará al régimen del agravamiento de la situación (ya a Díaz-Canel en las calles le gritan “mentiroso”); y 2) No pueden aparecerse con los mismos cuentos de camino casi 30 años después, para obviar la inviabilidad del socialismo. Además, no hay ahora un mitómano de verbo electrizante como Fidel Castro, quien hipnotizaba al pueblo como nadie más en el planeta era capaz de hacerlo.
Se acabaron los pretextos
Hoy a la élite dictatorial le resulta ya imposible, políticamente, admitir el carácter inviable de la economía socialista castrista, que con “reformas” y “actualizaciones” solo se mantiene a flote con subsidios extranjeros. Cuando estos fallan, la economía de Cuba se hunde. En 1990, cuando casi se terminaron los regalos de dinero y petróleo desde la ya moribunda Unión Soviética (a golpes de perestroika), Castro I lanzó su “periodo especial en tiempos de paz”.
Y con el “destete” económico total de Cuba de la URSS se produjo el cataclismo. El Producto Interno Bruto (PIB) se desplomó de $31,100 millones en 1990 a $19,800 millones en 1993. Cayó un 37%, algo nunca antes visto en América en tiempos de paz, hasta que ahora en Venezuela el PIB ya ha caído un 50% desde 2013.
Como maestro de la manipulación de las masas, el comandante ideó la frase “período especial…” para enmascarar la palabra crisis, una lacra exclusiva del sistema capitalista, según el marxismo-leninismo. Con el país a oscuras, sin alimentos ni transporte, él insistía: “el futuro pertenece por entero al socialismo”.
Un nivel de vida inferior al de Haití
La percepción de algunos analistas de que la crisis de ahora no será igual a la de hace un cuarto de siglo se basa en que esta vez el PIB no parece que vaya a caer en un 37%, sino en un 20% o 25%. Valiente consuelo. Si cae el PIB en una cuarta parte el nivel de vida en Cuba será más bajo que el de Haití.
Por ley los pequeños negocios en la isla no pueden crecer, ni importar nada. O sea, al agudizarse la escasez en el ámbito estatal y aumentar la demanda en el sector privado, este no puede suplir ese déficit estatal porque no tiene cómo. Incluso si los cuentapropistas recibiesen remesas o préstamos de la diáspora no podrían invertirlo para ampliar sus negocios y compensar la caída de la oferta estatal. La Constitución lo prohíbe.
Además, el cuentapropismo no puede operar en la industria. El Estado mantiene el monopolio de las industrias. Los negocios privados solo prestan precarios servicios que ya existían en los tiempos de Marco Polo.
Para colmo los negocios privados tienen que abastecerse en las tiendas estatales a precios minoristas. No hay mercado mayorista en Cuba. Y ahora es que el régimen promete que lo habrá en los próximos meses. Ya lo ha prometido muchas veces. Al no comprar al por mayor los cuentapropistas tienen que vender a altos precios, inalcanzables para la mayoría de la población.
La falta de insumos, pesticidas, fertilizantes, combustible para la maquinaria agrícola, por la falta de divisas, afecta a las empresas agrícolas estatales y a los campesinos individuales. Otro gallo cantaría si los campesinos cubanos pudiesen importar, exportar, y producir libremente como sus colegas chinos y vietnamitas.
En fin, el descalabro “bolivariano” ha dejado a las familias cubanas con menos comida que poner en la mesa. Hay una alarmante escasez de pollo, harina, aceite, huevos, carne de cerdo y también de medicamentos, combustible, medios de transporte, ropa, zapatos y productos de higiene personal. No hay ni amalgama para hacer empastes dentales.
Se cerrarán 300 empresas industriales
Funcionarios de los ministerios de Economía y Planificación, y de Finanzas y Precios aseguraron a periodistas independientes que la economía cubana está al borde del colapso, y que en los próximos meses se van a cerrar total o parcialmente unas 300 empresas estatales industriales por la falta de combustible y por la suspensión de la importación de más del 60% de las materias primas.
Con todos los atenuantes que puedan esgrimir los optimistas sobre las “reformas” raulistas, pronto comenzarán a llegar notas de la prensa independiente sobre la reaparición de las especialidades culinarias propias del castrismo profundo, el verdadero cuando dejan de financiarlo desde el extranjero. Quizás no “bistec de toronja”, o “picadillo de cáscara de naranja”, pero sí otros platos dignos del Libro Mundial de Récords Guinness.
Golpeada la maquinaria de propaganda
El más claro síntoma de que ya aterrizó el “período especial” es que la dictadura ha tenido que sacrificar un poco las dimensiones de su maquinaria de propaganda político-ideológica, cuya punta de vanguardia es el diario Granma, que ya redujo su tirada y su número de páginas de 16 a 8, como en los años 90. Lo mismo hicieron los semanarios Trabajadores, Orbe y Opciones.
Y todo ello tiene lugar con Maduro aún en el Palacio de Miraflores, quien sigue entregando a Cuba la tercera parte del petróleo que consume, con una triangulación desde Rusia. Según economistas cubanos de la diáspora (los residentes en la isla no pueden opinar) Venezuela todavía entrega a Cuba casi $6,000 millones anuales, el 41% de todos sus ingresos de divisas, calculados en unos $14,000 millones.
Al caer Maduro, Cuba tendrá que gastar unos $2,000 millones para la importación de petróleo, según el experto Jorge Piñón. Ese dinero no existe. Y la esperanza de que Argelia relevara a Venezuela ahora está en ascuas, luego de la renuncia del déspota Abdelaziz Bouteflika a ser “electo” presidente otra vez. El poder podría pasar a manos de gente “no amiga” de La Habana.
Turismo y remesas serán insuficientes
Por último hay otros dos factores que no tienen en cuenta el dictador y quienes estiman que con cuentapropismo y turismo la crisis ahora no será tan grave.
1.- Los ingresos brutos por turismo se encogen mucho en Cuba, porque más del 60% de las divisas totales recibidas salen del país para la importación de todo lo necesario para que la industria turística funcione, por incapacidad de la economía cubana. Encima, en 2018 los ingresos por turismo bajaron un 4.6% y cayó en un 10% la ocupación hotelera. Y mientras más avance la crisis económica menos turistas viajarán a Cuba a sufrir escaseces y mal servicio.
2.- Las remesas, paquetes y viajes a la isla de la “gusanera” desde EEUU, y los ya disminuidos ingresos por la expoliación de médicos en el extranjero serán insuficientes para mantener siquiera el ya penoso nivel de vida de los cubanos. Encima, las remesas y viajes desde EE.UU. puede que bajen si se cumplen algunos anuncios de sanciones contra el castrismo.
Conclusión, de caer Maduro, Cuba perderá $6,000 millones anuales y la tercera parte del petróleo que consume, que no podrá importar por falta de cash.
¿Está diversificada la economía, General? ¡Por favor!
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