En Cuba no quieren poner los bueyes delante de la carreta

Política. Economía. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.

Jean Babtiste Say. Wikimedia Commons.

La polémica Ley de Say, del economista francés Jean Babtiste Say, postula que toda oferta genera su demanda, pero Miguel Díaz-Canel y su ministro de Economía, Alejandro Gil,  sostienen que es al revés, la demanda crea oferta.

Por eso con una subida de salarios y pensiones están lanzando una masa de dinero de más de 7,000 millones de pesos anuales, para elevar la demanda y así “aumentar la producción”.

Si eminentes economistas opinan que en algunos aspectos Say no tenía razón, de los dos jerarcas castristas citados hay que decir que botaron la pelota al colocar los bueyes detrás de la carreta. Porque otra ley económica, y esta sí bien probada en la práctica, muestra que los salarios no pueden ser aumentados si no hay un incremento de la tasa de productividad laboral y un aumento de la producción y los servicios.

Es simple. El aumento de la cantidad de dinero en circulación eleva la demanda y de no haber más producción o más importaciones los precios se disparan, devoran  los aumentos de salarios y reducen el poder de compra del dinero.

Los bueyes delante de la carreta. Foto tomada en Chile. Wikimedia Commons.

En Cuba, la única forma justa y razonable de aumentar los miserables salarios socialistas y de que los bueyes vayan delante de la carreta es liberando las fuerzas productivas, pero la dictadura se niega.  Además, del sector productivo estatal el Gobierno de ninguna manera podrá obtener los miles de millones de pesos adicionales para pagar el aumento salarial y de pensiones. Todo ello provocará un mayor déficit presupuestario y un aumento de la deuda nacional.

Los países normales tienen una política monetaria. Los bancos centrales suben o bajan las tasas de interés para contraer o aumentar la liquidez del país, o sea, el cash en el bolsillo de la gente, el acceso al crédito y el dinero depositado en los bancos que sus titulares pueden sacar en cualquier momento. Lo hacen para que haya cierto equilibrio entre demanda efectiva y oferta, y  mantener la inflación bajo control. Eso en Cuba es impensable, y ni se conoce.

El economista Pedro Monreal, residente en la isla, pronostica que para el segundo semestre de 2019 el aumento de sueldo va a traer una demanda extra en alimentos de 2,550 millones de pesos (CUP), que forzará un aumento del 50% en las ventas de alimentos con respecto a igual período de 2018.  Para que el aumento de sueldo no genere inflación, Cuba tendría que aumentar en un 50% la producción de alimentos, o importarlos, ¿con qué divisas?

Populismo para aliviar descontento popular

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Este aumento de sueldo suena bonito, pero es un engaño si no se da más libertad al sector privado. Y aunque al “presidente” le disguste la palabrita, sí, es populismo. Es un recurso político-psicológico para calmar el creciente descontento popular por el nuevo “período especial”.

Entre 1993 y 1995  hubo en Cuba mucho dinero en circulación sin la necesaria oferta de bienes y servicios. La pérdida de valor de compra del peso fue tan pronunciada que Fidel Castro en julio de 1993 legalizó la circulación del dólar, reabrió los mercados campesinos, y tomó otras medidas. Recuerdo que para adquirir un “fula” (dólar), ya legal,  había que dar hasta 150 pesos, o más.

Dada aquella experiencia el propio Díaz-Canel  se estuvo negando a subir los salarios. Argüía que no existía una contrapartida material para asimilar un aumento de la masa monetaria. Y ahora, por razones políticas, pone en circulación miles de millones de pesos adicionales en salarios y pensiones a casi tres millones de personas que no producen bienes de consumo. Y sin que el Estado tenga más divisas para la importación de alimentos y bienes debido a la crisis en Venezuela.

El régimen no va a conceder más libertad económica. Prueba de ello es que mientras en La Habana se anunciaba el aumento de salarios, en Holguín era condenado a 10  años de cárcel uno de los mayores productores porcinos de Cuba, Bismar Rodríguez, por crecer mucho económicamente.

Para “evitar la inflación” ya el Ministerio de Finanzas publicó la lista de precios, de obligatorio cumplimiento, que regirá para el sector estatal y el privado. Es otra expresión de ignorancia en materia económica, que también tienen muchos en la isla luego de tantos años de comunismo.

En general, la población en Cuba cree que poner un tope máximo a los precios es algo favorable. Falso. Los topes de precios causan el efecto contrario: agravan la escasez porque reducen la oferta y los precios suben, en el mercado informal y a la larga también en el mercado formal.

 “Pan para hoy y hambre para mañana”

Y es lógico. Los productores al ver caer sus ganancias por el tope de precios, al punto de que muchas veces no cubren  los costos,  producen menos, o no producen,  como arma de presión para que se eliminen los topes.

Wikimedia Commons

Un ejemplo lo tenemos en Santiago de Cuba. Cuando el 24 de junio pasado se puso un tope a las tarifas que cobran los transportistas privados en esa ciudad, estos de hecho fueron a la huelga, pues no salieron más a transportar a nadie. La cosa se puso tan fea que el  primer Secretario del PCC en la provincia, Lázaro Expósito, tuvo que reunirse con ellos y convocar a la Asamblea Provincial del Poder Popular para analizar la crisis.

Al ponerse un techo a los precios, muchos productores esconden sus mercancías para comerciarlas en el mercado negro, pero más caras, pues le pasan al precio de venta el alza que pagan por sus insumos, equipamiento, etc. y el riesgo que corren de recibir multas,  o hasta prisión. O sea, todos pierden, pues el mercado negro es el principal del país.

Este aumento del salario mínimo a 400  CUP  (16.6 dólares) y el salario promedio a  1,067  CUP (44.4 dólares), que tanto ha alegrado a muchos, es “pan para hoy y hambre para mañana”.

De no abrirse la mano al sector privado, habrá más escasez y la mayor inflación golpeará a todos los consumidores, sobre todo a quienes tienen salarios mínimos y los pensionados. El peso común y el convertible se devaluarán. La gente tendrá un poco más de dinero, pero apenas sin valor. Podrá comprar poco, o porque no lo hay, o porque es muy caro.

Lo peor aquí es que el nuevo salario mínimo, de 16.6 dólares mensuales,  sigue estando por debajo del nivel de pobreza extrema establecido por el Banco Mundial (BM). En 2015 el BM elevó de $1.25 diarios a $1.90 su límite de ingreso diario para identificar la pobreza extrema. El salario mínimo cubano está por debajo de ese límite dramático.

Cuba, tan pobre como el Africa subsahariana

Africa negra. Author: Joseolgon. 31 de marzo de 2016. Wikimedia Commons.

Y el promedio salarial general de 44.4 dólares apenas bordea los $1.90 diarios y solo la canasta básica de alimentos cuesta casi el doble de esa cantidad, según periodistas independientes. En materia salarial hoy Cuba está a la par con el Africa subsahariana, pero hace 61 años se paseaba entre las naciones con más altos salarios de Latinoamérica y del mundo, según la Organización Internacional del Trabajo OIT.

El salario promedio de un obrero cubano industrial en 1958 era de $130 dólares, y un dólar de entonces equivalía a casi 9 dólares de 2019, según el sitio web “El dinero en el tiempo”. O sea, el abuelo obrero cubano hace seis décadas ganaba unos 1,130 dólares de hoy, 25 veces más que su nieto obrero que hoy hace lo mismo y hasta en la misma fábrica que su abuelo.

Y ni qué decir de los jubilados que seguirán recibiendo una pensión media de 10 dólares mensuales (242 pesos). La pregunta para el “revolucionario” Raúl Castro: ¿Cómo se puede vivir con 10 dólares mensuales?

Al final, esta subida de salarios y pensiones irónicamente agravará la crisis socioeconómica. Si ya el poder adquisitivo del peso CUP es muy bajo, con más dinero en circulación,  sin oferta que lo absorba,  caerá más. Será  un “chavito” sin apenas valor de compra.

Pero el general y su Junta Militar quieren ganar tiempo con esta medida del más manoseado populismo, pues confían en que una “negociación” saque a Maduro de Miraflores, pero deje el poder real en manos de militares y civiles chavistas, y que Donald Trump pierda las elecciones en 2020.

 

 

©Roberto Álvarez Quiñones. All Rights Reserved 

 

About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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