De ciáticas y políticos

Written by on 15/07/2020 in Critica, Medicina, Política - No comments
Política. Medicina. Crítica.
Por Gustavo Catalán.

A nadie se le escapa que, en fastidiosas ocasiones, los/las hay que andan (a trancas y barrancas) más preocupados por su ciática o lumbalgia, dolencias por desgracia muy frecuentes, que por el devenir de la humanidad. Y no es de extrañar ya que, si lo segundo puede posponerse como viene sucediendo, levantarse de la silla dibujará en el semblante que no ha habido hasta ahí decisión que procure alivio.

Calambres, hormigueos o latigazos pueden transformarnos en alguien distinto a quien hemos sido, y si llegada la madurez las tertulias entre amigos/as suelen discurrir trufadas de patologías varias y digresiones sobre el buen o mal hacer en el ambulatorio correspondiente, cualquiera se diría en la tercera –o quinta- edad cuando la pejiguera se alarga. Es en esos casos cuando no son sólo los terapeutas de oficio –así se afirma en la novela Monte Miseria– quienes terminan por especializarse en sus propios defectos, sino que cualquier artrósico, a más de mejorar su habilidad para una mejor descripción anatómica del padecimiento, pontificará sobre tratamientos y maniobras más o menos inútiles, aquellas otras que obran milagros a pesar de no tener la adecuada difusión y, en tal coyuntura, si el recién aquejado coincide con uno de esos “expertos” en la mesa del bar y al poco con otro, se enfrentará a un abanico de sugerencias sin saber a ciencia cierta a qué carta quedarse. Y haga lo que haga, lo tendrá crudo.

Masajes, yoga, pilates, ventosas o “¿En qué postura duermes?”. Conozco a un osteópata que en estos casos obra maravillas… El quiropráctico al que yo fui cuando me pasaba lo mismo, fue el único que supo cómo… Déjate de antiinflamatorios y anota la dirección del fisio que te daré. Y otro: “A mí, el único que consiguió…”. “¿Al traumatólogo? Tú verás, pero sé por experiencia que lo mejor…”.

Todos, de frecuentar el afectado a más de uno que haya pasado por trance similar, se pronunciarán como quien está de vuelta y con un adanismo refractario a cualquier duda por parte del actual doliente; a medio camino entre la autosuficiencia y la banalidad como ocurre entre políticos (al final del post saldrán de nuevo a colación), al punto de que podríamos preguntarnos si estos habrán aprendido sus estrategias de quienes conocen como nadie del mejor enfoque para los achaques.

Pero a lo que iba: ya se guardará el aconsejado de poner en solfa la vía que uno u otro le insten a seguir. El de las molestias más recientes confía en su médico de atención primaria y no ha sido todavía preso del escepticismo que sin duda alimenta una cojera prolongada, origen –como sabemos la mayoría- del principio de incertidumbre. Podrá decirse que se renquea por motivos varios, que no hay dos caderas o dos rodillas iguales, que como reza el dicho lo más seguro es que depende y la mejoría no se consigue siempre del mismo modo. Sin embargo, no convendrá mostrar reticencias frente al enterado de turno o habrá de atenerse a las consecuencias que, entre otras, supondrán un gesto, por parte del consejero, a medio camino entre el enfado y la conmiseración.

No mostrar un franco entusiasmo por la recomendación, sea medicina alternativa o cóctel de medicamentos, será percibido como estrechez de miras y falta de respeto hacia quien anda crecido por su certeza en un acierto que lo ha elevado a la condición de maestro. Los que padecieron y superaron el brete –muchas veces es sólo cuestión de tiempo y mucha paciencia- interiorizan la convicción de que dieron en la diana a diferencia de otros y, entre ellos, del que tienen enfrente, así que ¡cuidado, el nuevo quejica, de no mostrar la gratitud de quien por fin atisbó la luz al final del túnel! Sea cual sea la directriz propuesta para enfrentar su neuralgia, y aunque el oyente no tenga claro el límite entre conocimiento y metafísica, ¡nada de polemizar! Ante la orientación de cualquier cariz, provenga de los mayas o se trate de hacer el pino antes de acostarse, deberá adoptar la actitud de quien topa de súbito con la solución que andaba buscando.

Otra cosa será que, en el siguiente encuentro y con igual molestia, pinten bastos diga lo que diga: recriminación si pospuso el consejo y, de haberlo seguido sin resultado, será por no haberlo hecho como debía. Así que, por mantener la sintonía de grupo y evitar rechazo o nuevo discurso de cualquier tertuliano, lo mejor en tales casos es dar, frente a los asistentes, una voltereta que pruebe la total recuperación y luego, en casa, el hielo o  paños calientes.

Es, mutatis mutandis, el comportamiento en público de nuestros próceres cuando vienen mal dadas y vean si no a Casado, Pedro y sus alarmas, Iglesias tras el errejonazo o a un Torra contra las cuerdas entre el virus y Rufián. Con tales ejemplos, la ciática frente a los enterados sería un más de lo mismo: los lamentos en casita y de ser preguntados en cualquier terraza, ahora que se han reabierto, “¡Pero no me veis?”. A continuación, en espera de la segunda bebida, la tilde sobre el vecino y esa mala cara que trae. “¿Te duele algo? Pues atiende a lo que te voy a decir…”.

 

 

 

 

 

 

 

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About the Author

J. GUSTAVO CATALÁN Nacido en Guipúzcoa. Licenciado y Doctor en Medicina (1990) por la Universidad de Barcelona. Especialista en Oncología y Endocrinología. Diplomado en Metodología Estadística por la Universidad de París y en Sanidad (Escuela Nacional de Sanidad,1982). Tras ocupar la subdirección del Centro Regional de Oncología de Baleares, jefe de la Sección de Oncología del Hospital General de Mallorca hasta 2002 y, posteriormente, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Son Llàtzer (Ibsalut) hasta 2011. En la actualidad, ejerzo en el ámbito privado. Autor o coautor de más de 100 artículos y diez libros sobre la especialidad. Miembro electo de tres sociedades científicas nacionales y dos internacionales (European Association for Cancer Research y European Society for Medical oncology). He formado parte del comité editorial en cuatro revistas profesionales y becado por trabajos de investigación en ocho ocasiones. En 1987 obtuve el Premio Ciudad de Palma en el área de investigación científica. EN CUANTO A LAS LETRAS… En 1993, el primer libro de relatos: "De una cierta desmesura" (Edit. Prensa Universitaria. Palma de Mallorca) y, en 1997, el segundo: "Mi Giovanna por tres horas". Otros cuentos en volúmenes colectivos (1996, Edit. Noesis, Madrid; Edit. Ergon en 2005 y 2007…). Autor de las novelas “No habrá quien nos pueda separá más nunca” (Edit. Olañeta, Palma de Mallorca, 2000), “La fosa común” (Edit. Huerga y Fierro, Madrid, 2001) y, en la misma Editorial, “Tiempo de Despedidas” (2006) y “Frente a mí” (2014). También colabora en prensa con asiduidad. Autor de la columna semanal “Polvo de Letras” en la revista “Illespress” hasta su extinción y, desde hace 17 años, los domingos, columnista de opinión en “Diario de Mallorca”. Colaborador asimismo de la revista digital "Palabra Abierta", de Eastvale, California. En 2013 inició el blog “contar es vivir (te)” (http://gustavocatalanblog.com).

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