Cuba: el régimen avanza hacia un neocastrismo fascistoide

Política. Sociedad. Historia. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.

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Hace tiempo estoy convencido de que  Raúl Castro se identifica más a gusto con Benito Mussolini que con Lenin, genocida igual,  pero no militar. Es ostensible el militarismo enfermizo del General en su condición de tirano totalitario.

Él y su cúpula castrense lejos de tomar urgentes medidas  aperturistas para solucionar  o aliviar  la gravísima crisis socioeconómica que asfixia a los cubanos se dedican a afianzar el capitalismo militar de Estado, corporativo y  de  tintes facistoides que los “históricos” quieren dejar a sus sucesores cuando  salgan de escena  por razones biológicas.

El propósito de la octogenaria creme de la creme castrista  para la sucesión, a partir de 2021, es expandir el control de las fuerzas armadas a absolutamente toda la vida nacional mediante un modelo neocastrista militarizado, sin espacio para un  sector privado que temen podría socavar la hegemonía económica militar.

Para ello se dan pasos institucionales y constitucionales. Dos muy significativos son el Decreto Ley 370 para controlar el “potro salvaje” de la internet —según la definición de Ramiro Valdés—,  y el Decreto Ley 349  o Ley Mordaza. Hay otros ya vigentes,  o que vendrán  hasta llegar a 27 en total, según han anunciado.

Se margina a los cubanos de la  modernidad

El Decreto Ley 370  (julio 2019) conocido popularmente  como Ley Azote por su tufo  neofascista, en su artículo 1 dice sin disimulo:   “El Estado promueve el desarrollo y utilización de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, con el objetivo de que constituyan una fuerza política”. O sea, que en Cuba no puede haber acceso libre a internet y las comunicaciones, y punto.

También  permite fabricar  “delitos cibernéticos”  contra el “interés social”, “la moral” y “las buenas costumbres”. Puros pretextos para  prohibir  a la gente de a pie el uso libre de internet y las comunicaciones fuera del control del Estado.

Los cubanos quedan así desconectados de internet, en mi opinión la quinta  revolución tecnológica de la historia, luego  de la agricultura, la rueda, la imprenta y la revolución  industrial inglesa. Internet es la magia que está transformando al mundo. Tanto, que en un futuro los historiógrafos probablemente  subdividirán  la historia en antes y después de internet.

Y esa revolución lleva dentro de ella otra revolución impresionante en las comunicaciones.  Sin libre acceso a ambas es imposible insertarse de lleno en el siglo XXI y en  la modernidad. Se condena a los cubanos al atraso.

Protagonismo militar,  un claro rasgo fascista

En el mundo normal, el decreto ley es siempre excepcional. Emana del Poder Ejecutivo, no del Poder Legislativo, en circunstancias de suma urgencia que no permiten esperar a que el Parlamento redacte, debata y apruebe  una ley. Son instrumentos  técnicamente legales pero nada democráticos. Son típicos de  las  dictaduras militares, especialmente de los regímenes fascistas. Solo en 1938, Benito  Mussolini firmó seis, tres de ellos para “legitimar”  su posición  racista contra los judíos.

Precisamente detrás del Decreto Ley 370, y de todos los demás, están los generales y coroneles, y su emporio empresarial GAESA (controla el 70% de la economía y casi el 90% de las divisas que entran al país), en su proceso de militarizarlo todo: la economía, la política y la cultura (sobre todo los medios). Tal protagonismo  abrumador de las fuerzas armadas  es un claro rasgo fascista.

En la Italia del “fasci  di  combattimento” toda la sociedad estaba controlada  por los militares, con particular protagonismo  de las “Camisas Negras”, de Mussolini, cuyo nombre era “Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional”. Venían siendo el equivalente de la Seguridad del Estado y las Brigadas de Respuesta Rápida castristas.

También la Ley Mordaza (Decreto Ley 349, de julio de 2018)  tiene olor neofascista.  Restringe la creación artística y cultural. Ahora en Cuba ser músico, actor, pintor, escritor, periodista,  bailarín o escultor fuera del Estado es un delito. Imaginémonos que  Beny Moré, René Portocarrero, Enrique Santisteban,  Eladio Secades o Lezama Lima hubiesen sido inhabilitados o encarcelados  por no trabajar bajo contrato del Gobierno de Prío o de Batista.

El régimen arguye que es para cumplir mejor la política cultural trazada por Fidel Castro en 1961,  acuñada como “Palabras a los intelectuales”. Claro, la dictadura jamás admitirá que la frase “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada” no fue más fue la adaptación que hizo Castro I de una de Mussolini, quien para caracterizar  al fascismo  repetía: “Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”.

El castrismo, se parece al “franquismo más rancio

New York Post

El “Duce” (jefe) italiano  sostenía  que el fascismo era un socialismo nacionalista. Casi nadie hoy sabe que antes de la Segunda Guerra Mundial  el Estado más interventor del mundo, luego de la Unión Soviética,  era el de la Italia fascista.  Y a propósito de fascismo, hace unos días Javier Nart , dirigente del Parlamento Europeo, declaró que el  Decreto Ley  370 castrista  le recuerda “al franquismo más rancio de los años 40 y 50″.

La  propia Constitución de  2019  fue también un paso institucional clave para afincar el capitalismo militar de Estado corporativo, típicamente  fascistoide. Entre otras cosas prohíbe a los cuentapropistas que crezcan en sus negocios y acumulen capital. Impide que un sector privado  pujante le haga competencia a los militares y entorpezca sus planes.

La actual ofensiva contra la propiedad privada se evidenció ya en  2017 y 2018 con el tope de precios, la confiscación de equipos y mercancía,  la no entrega de nuevas licencias de cuentapropistas, la imposición  de más impuestos exorbitantes, la limitación de las licencias a una sola actividad por persona y la reducción de los oficios autorizados de 201 a 123.

Guerra a los carretilleros

Ahora se ha dado otro paso con la criminalización de actividades que son legales en cualquier país normal. Ya se le ha declarado la guerra a los carretilleros, vendedores ambulantes de productos agrícolas que adquieren en la red minorista y llevan a los barrios para comodidad de todos.

Siempre los hubo en la Cuba precastrista.  Formaban parte del paisaje urbano y el folklore cubano, con pregones ingeniosos que se enraizaron en la cultura popular, incluso en la música, como “El manisero”,  por ejemplo.

Pero la casta militar quiere eliminarlos, no quiere competidores del Estado castrense. Por eso las ventas de los carretilleros en 2015 representaron nacionalmente el 22.2% de todas las ventas de productos agrícolas, y en 2019 cayeron al 13.8%.  Raúl Castro quiere  llevarlas a  0%.

También se utiliza la pandemia del COVID-19 como pretexto  para reprimir muestras de descontento de la población. Se realizan “juicios ejemplarizantes”  no para proteger a la población del coronavirus, sino para intimidar o arrestar a quienes protestan. Quien grita en una cola que tiene hambre, o que no tiene agua ni jabón para combatir la pandemia, va preso.

Yamila Peña, fiscal general de Cuba, reveló que desde que llegó la pandemia al país, hasta el 16 de junio, se efectuaron  2,629  juicios sumarios y 1,914  ciudadanos fueron condenados a prisión o recibieron  multas de hasta tres mil pesos (tres veces el salario promedio), y que hay 1,204 acusados más pendientes de juicio, 482  de ellos en prisión provisional.

Cuba, el país con más presos per cápita en todo el mundo

Bitacora participativa.

Miles de personas son encarceladas por motivos políticos, pero con cargos de delitos comunes fabricados increíblemente por el propio Poder Judicial,  como “desorden público”,  “peligrosidad  social  predelictiva”, “desacato”, “atentado” o “resistencia”.

Por eso Cuban Prisoners  Defenders  (CPD) reveló recientemente en Madrid que Cuba es hoy el país con más presos per cápita a nivel mundial. Hay 794 reclusos por cada 100 mil habitantes, con unos 90 mil presos tras las rejas, un 35% más que los 57,336 reclusos de  2012, cuando  había  510 por cada 100 mil habitantes. Y hay otros 37 mil condenados que cumplen sentencias no carcelarias, para un total de 127 mil personas privadas de libertad.

En cuanto al gulag castrista, el CPD  informó que el 1 de junio de 2020 había en la isla 134 presos  políticos, pero son solo los miembros de organizaciones  opositoras, pues hay otros 10 mil  presos políticos que aparecen  registrados como presos comunes.

En fin, en Cuba acecha el hambre, crece la desesperación de la gente  ante el agravamiento de una crisis ya existencial, y  Castro II y su claque solo se interesan  por  seguir viviendo  opulentemente  y en perpetuar,  manu militari, la sexagenaria tiranía, ahora con aires neofascistas.

Pero ojo, le están inyectando demasiado vapor a la caldera social.

 

 

 

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About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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