Cuba, Caballo de Troya en Occidente

Literatura. Política. Crítica.
Roberto Álvarez Quiñones

Donald Trump y Marco Rubio. Foto tomada de Free Malasya Today. Con licencia de uso.

Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, las dos cámaras del Congreso con mayoría republicana y con el cubanoamericano Marco Rubio como Secretario de Estado, sin duda habrá cambios sustanciales en las relaciones de EE. UU. con el mundo y, por tanto, con Cuba.

Y en esto destaco un detalle clave, con Trump los adversarios y enemigos de EE. UU. quedan un poco descolocados debido al carácter imprevisible con el que éste maneja la política exterior con ellos. Se ven como “cogidos fuera de base” y tienen que hacer cambios e improvisar nuevas estrategias geopolíticas, y sin tener una idea de cuál será el próximo paso de Washington, que sí intuye los probables posibles movimientos de esos adversarios.

El congresista cubanoamericano Mario Díaz-Balart comentó que el gobierno de Trump esta vez no permitirá que el régimen castrista use recursos para “dañar a Estados Unidos”, ni que continúe “oprimiendo a su propio pueblo”. Tocó así una tecla sensible, pues hace décadas que Washington no declara que sanciona también castrismo especificando por el daño que le causa a EE. UU. y a todo Occidente.

Castrismo, un Caballo de Troya en el corazón de Occidente

Tomado de “La Joven Cuba”. Dominio público.

Es hora ya de desenmascarar en detalle la subterránea labor de zapa del castrismo, que como Caballo de Troya ubicado en el corazón de Occidente conspira contra EE. UU. y los valores de la democracia liberal moderna imperantes en esta parte del mundo.

La Administración Trump podría dar un fuerte golpe político, diplomático y psicológico a la tiranía castrista si la incluye como parte del bloque que lideran China, Rusia, Irán, Corea del Norte y fuerzas terroristas del Medio Oriente, enemigos declarados de EE. UU., de la democracia liberal occidental y del propio Estado-Nación moderno  basado en la independencia de poderes, el sufragio universal, respeto a los derechos humanos y economía de mercado.

Cuba apoya la imposición de un nuevo orden mundial autocrático

Ese “imperio del mal”, como lo habría denominado Ronald Reagan, y al que de hecho pertenece Cuba castrista, aunque nadie lo diga, aspira a imponer un nuevo orden autocrático y antiliberal sin importar tintes ideológicos o culturales. Y precisamente eso es lo que quiere La Habana. Y para ello trabaja arduamente tras bambalinas en todas partes.

No es aceptable que Washington y ninguno de los gobiernos de América y de Europa finjan no saber que Cuba es la principal fuente político-ideológica-que nutre la fobia antiestadounidense y antioccidental en las Américas, con una experiencia de 65 años y un vasto know how en la materia.

El régimen de Raúl Castro es el mayor difusor y multiplicador de la propaganda antioccidental de Moscú, Pekín e Irán, y de los terroristas de Hamás y Hezbolá contra EE. UU. y el mundo democrático. Apoya la agresión rusa a Ucrania, respalda las acciones de Hamás, Hezbolá, y sin decirlo por lo claro apoya furtivamente hasta la “Yihad Islámica y a los hutíes de Yemen con su consigna de Muerte a Estados Unidos, muerte a Israel”.

Un bien entrenado ejército de espías infiltrados en toda América

Manuel Rocha y Ana Belén Montes. Famosos funcionarios estadounidenses que espiaron para Cuba. Tomado de YouTube.

La Habana tiene un numeroso y bien entrenado ejército de espías, cubanos y extranjeros, voluntarios o pagados, que se han infiltrado en partidos políticos, ONG, entidades sociales y culturales, en la ONU, y en el propio Gobierno de EE. UU. Y pongo dos ejemplos:  Ana Belén Montes (puertorriqueña) en el Pentágono, y Manuel Rocha (boliviano) en el Departamento de Estado. ¿Cuántos espías más trabajan ahora mismo porque no han sido descubiertos?

Alguien podría argüir que Cuba es un país pequeño, destrozado económica y socialmente, sin grandes fuerzas armadas, como para considerarlo un enemigo peligroso. Craso error. Tras esa aparente intrascendencia geopolítica hay una enorme fuerza subversiva continental.

El castrismo hace cualquier cosa que le pidan Moscú y Pekín

Y lo peor, La Habana es capaz de hacer cualquier cosa que le pidan el zar Vladimir I, o Xi Jinping, incluso instalar armas nucleares en la isla, con tal de que le den limosnas financieras y en alimentos, inviertan capital en la isla y envíen turistas.

Además, el castrismo mangonea los servicios de inteligencia de la dictadura venezolana, que con petróleo y tráfico de drogas financia el ente antidemocrático llamado Cubazuela. Encima, el espionaje cubano seguramente comparte información con los servicios de inteligencia chinos, rusos, e iraníes, en ciertas áreas “sensibles” de interés común.

Por eso es necesario que la nueva Administración Trump tome cartas en el asunto, pues de Europa no se puede esperar mucho, y menos de América Latina con sus gobiernos populistas de izquierda, y los no izquierdistas, pero que temen a la izquierda, cuyo resultado es el mismo.

Lamentablemente hace unos días el Departamento de Estado se limitó a decir con timidez que “Estados Unidos está monitoreando muy, muy de cerca, la expansión de la presencia militar china en Cuba”. Esa fue la rección oficial de EE. UU. luego de que un informe estadounidense reveló que hay en Cuba varias bases de inteligencia de China en cuatro sitios diferentes para espiar a Washington y toda la región.

Terroristas castristas casi vuelan en pedazos parte de Manhattan

Al castrismo le sobran “méritos” para integrar el “imperio del mal”. Por antigüedad, y por “derecho propio”. Hace 62 años el mismo régimen de hoy quiso volar en pedazos buena parte de Manhattan, cuatro décadas antes que Bin Laden.

En noviembre de 1962 los espías cubanos radicados en Nueva York, Roberto Santiesteban, Marino Sueiro, José García, Elsa Montero y José Gómez Abad (estos dos últimos un matrimonio de diplomáticos en la Misión de Cuba en la ONU) fueron descubiertos por el FBI cuando se aprestaban a detonar media tonelada de explosivos en la más poblada ciudad estadounidense.

Por orden de los hermanos Castro (uno de ellos, Raúl “el Cruel”, quien sigue al mando en la isla) iban a colocar potentes bombas en las emblemáticas tiendas Macy’s, Gimbels y Bloomingdale; en la Grand Central Station ferroviaria de Nueva York (la mayor del mundo entonces con 44 andenes), en la refinería de petróleo Humble Oil and Refining, de Nueva Jersey; en la Estatua de la Libertad; en la estación de ómnibus de la Calle 42, y en varias paradas del metro en Manhattan.

Iban a realizar esos atentados nada menos que en el “Black Friday”, el viernes posterior al Thanksgiving Day (Acción de Gracias), día en que tradicionalmente en EE. UU. más personas acuden masivamente a las tiendas para aprovechar las mayores rebajas de precios de todo el año. De no haber sido descubiertos esos “revolucionarios” cubanos con sus 1,102 libras de explosivos, habría ocurrido el mayor atentado terrorista de la historia moderna hasta ese momento.

Luego de fracasar la estrategia castro-guevarista de la “lucha armada” (guerrillas rurales, saboteadores urbanos, etc.), contra el “imperialismo yanqui” y la cultura occidental, se pasó a una nueva fase subversiva con la creación en 1974 del Departamento América (DA) del PCC, a cargo del terrorista Manuel Piñeiro (Comandante Barbarroja).

Por martirizar a los cubanos, y por su guerra contra Occidente

Se enfatizó la penetración política y el adoctrinamiento ideológico en la región para minar desde dentro la institucionalidad democrática. Pero sin descartar del todo el terrorismo. Se siguieron cometiendo asesinatos, atentados y asaltos a bancos, por grupos terroristas como los Montoneros en Argentina, Tupamaros en Uruguay, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, en Chile, y otros, todos vinculados a la “revolución cubana”.

El DA fue sustituido en 2010 por el “Área América”, adscrita al Comité Central del PCC, un aparato de subversión convoyado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP, que recluta espías en todo el mundo); el Ministerio de Relaciones Exteriores, ejecutor de “misiones” desde las embajadas cubanas; Casa de las Américas, la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América (OSPAAL, hasta 2020), la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), y otras. Todas con sede, y bien “orientadas”, en La Habana.

Volviendo a Donald Trump y Marco Rubio, la coyuntura en la política con Cuba ahora es más favorable para sancionar a la mafia militar que usurpa el poder en La Habana y presionarla como nunca. Por el sufrimiento causado a los cubanos durante dos tercios de siglo, y por ser el mayor enemigo de EE. UU. y Occidente en el hemisferio.

Y por ser la peor tiranía habida en toda América desde que españoles, portugueses e ingleses arribaron a lo que, deslumbrados, llamaron Nuevo Mundo.

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About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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