Coronavirus: ¿Empieza la sobreactuación? Qué hacer?

Written by on 08/04/2020 in Critica, Medicina - No comments
Medicina. Crítica.
Por Gustavo Catalán.

A día de hoy, seguimos desconociendo datos de capital importancia. En cuanto al virus, su resistencia frente al aumento estacional de temperatura que se avecina o la capacidad de mutar a tenor de diversas circunstancias. Por lo que a nosotros respecta y entre otras cosas, la duración de una supuesta inmunidad tras la infección, así como la cantidad de afectados toda vez que aún ignoramos –a falta de estudios poblacionales de seroprevalencia- el nº de enfermos asintomáticos y ya recuperados. Con tal escenario, los porcentajes que se reportan sobre incidencia o letalidad son de escaso valor epidemiológico y estimulan en mayor grado la angustia que un conocimiento útil y de valor prospectivo.

Pese a lo anterior, y en aras de una profilaxis en alguna medida cuestionable en sus modos (los contagios van a seguir, y podría asistirse a un nuevo incremento de la curva), se ha decidido prolongar el confinamiento indiscriminado, lo que cabría justificar más por el intento de paliar la sobresaturación de los dispositivos sanitarios que el riesgo poblacional, inevitable si hemos de seguir conviviendo con el virus durante los próximos meses y en mayor medida tras finalizar una cuarentena que, de modo estricto, no puede prolongarse en demasía so pena de hacer de la recesión económica una condena, para muchos, aún más difícil de sobrellevar. Así, nada que objetar a la reclusión mientras se dota a los hospitales de cuantos recursos sean necesarios (desde respiradores a EPIs) para asistir a cualquier enfermo grave, aunque no deje de extrañar que, sabida la mayor vulnerabilidad en edades avanzadas, se permita que paseen al perro, como puede comprobarse a diario, provectos ancianos/as.

Con todo, y dure semana más o menos nuestra estancia entre cuatro paredes, próximamente habrá de terminar y es entonces cuando convendrá preguntarse cómo podría organizarse la transición: el retorno progresivo a la normalidad, de modo que no volvamos a las andadas y seamos sometidos a nuevos confinamientos una y otra vez. En mi criterio, y sin que ello suponga el rechazo a otras medidas debidamente argumentadas, sería oportuno:

  • Practicar millones de tests rápidos, de mayor sensibilidad que los ahora usados, a enfermos aparentemente curados y su entorno, personal sanitario y a quienes acudan por cualquier motivo al hospital, así como a muestras representativas – por tramos de edad- de población general. Podrán deambular sin restricciones, y reiniciar sus actividades, todos aquellos que dispongan del certificado que acredite ser portadores de anticuerpos frente al virus en cuestión. En paralelo, se dispondrá de datos objetivos sobre incidencia, prevalencia y otros parámetros de interés.
  • Seguidamente, y en plazos quincenales, reincorporación a las actividades cotidianas y sin restricciones por tramos de edad: hasta los 40 años, de 41 a 50 a., 51 a 60… Se demuestra una menor letalidad (seguramente muy inferior al 0.1%) en los más jóvenes que, si infectados, podrían tras su recuperación ser soporte de la tercera edad y, asimismo, revitalizar el mercado. Por otra parte, y siendo los ancianos los últimos en resocializarse, el porcentaje de eventuales contagios sería para ellos sin duda menor.

No desaparecerá la Covid-19, ciertamente, pero en tanto se demuestra la utilidad de alguno de los fármacos en ensayos fases I a III, o llega la ansiada vacuna, el nº de casos no colapsaría los servicios asistenciales, la inmunidad del conjunto crecería hasta convertir la actual pandemia en patología ocasional y, por ende, en pocos meses disminuiría sustancialmente el impacto económico de la misma. Y existen sin duda otras estrategias que muchos desearíamos conocer más acá de las acostumbradas vaguedades informativas; siquiera por saber a qué atenernos si no se adoptan medidas en línea con las aquí expuestas.

 

About the Author

J. GUSTAVO CATALÁN Nacido en Guipúzcoa. Licenciado y Doctor en Medicina (1990) por la Universidad de Barcelona. Especialista en Oncología y Endocrinología. Diplomado en Metodología Estadística por la Universidad de París y en Sanidad (Escuela Nacional de Sanidad,1982). Tras ocupar la subdirección del Centro Regional de Oncología de Baleares, jefe de la Sección de Oncología del Hospital General de Mallorca hasta 2002 y, posteriormente, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Son Llàtzer (Ibsalut) hasta 2011. En la actualidad, ejerzo en el ámbito privado. Autor o coautor de más de 100 artículos y diez libros sobre la especialidad. Miembro electo de tres sociedades científicas nacionales y dos internacionales (European Association for Cancer Research y European Society for Medical oncology). He formado parte del comité editorial en cuatro revistas profesionales y becado por trabajos de investigación en ocho ocasiones. En 1987 obtuve el Premio Ciudad de Palma en el área de investigación científica. EN CUANTO A LAS LETRAS… En 1993, el primer libro de relatos: "De una cierta desmesura" (Edit. Prensa Universitaria. Palma de Mallorca) y, en 1997, el segundo: "Mi Giovanna por tres horas". Otros cuentos en volúmenes colectivos (1996, Edit. Noesis, Madrid; Edit. Ergon en 2005 y 2007…). Autor de las novelas “No habrá quien nos pueda separá más nunca” (Edit. Olañeta, Palma de Mallorca, 2000), “La fosa común” (Edit. Huerga y Fierro, Madrid, 2001) y, en la misma Editorial, “Tiempo de Despedidas” (2006) y “Frente a mí” (2014). También colabora en prensa con asiduidad. Autor de la columna semanal “Polvo de Letras” en la revista “Illespress” hasta su extinción y, desde hace 17 años, los domingos, columnista de opinión en “Diario de Mallorca”. Colaborador asimismo de la revista digital "Palabra Abierta", de Eastvale, California. En 2013 inició el blog “contar es vivir (te)” (http://gustavocatalanblog.com).

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