Literatura. Crítica. Política. Crónica.
Por Mario Blanco.
Al parecer no lo estamos haciendo bien, o lo que hacemos, no es lo suficiente, pues el aspirante a Pedro el Grande continúa asesinando, y lo importante y sensato es que pare, entonces, ¿Qué hacer? Las sanciones económicas asustan y tendrán a mediano plazo un efecto contundente, pero el problema es ahora, pues siguen muriendo seres humanos innecesariamente y al paso que va la invasión y por los últimos sucesos, la cantidad de muertos se incrementará cada día mientras no se le enseñe al Putin desquiciado, que se le puede morder ya, pues mientras la OTAN diga no queremos y evitamos a toda costa una confrontación directa, el diablo se reirá y estará orgulloso del miedo que exporta y es comprado por ellos.
Lamentablemente, a veces algunos hombres arrastran en su carácter traumas de la niñez, y quizás es el caso de Putin, nacido en una familia pobre que luego lo internó en un orfanato y su padre biológico, llamado Broveman, sufrió 20 años de cárcel por oponerse a las dictatoriales medidas estalinistas, a pesar de haber trabajado para los soviets en el contraespionaje. El apellido Putin lo hereda de su padre adoptivo, llamado también Vladimir, y colaborador del más tarde secretario del partido comunista de la Unión Soviética, Yuri Andropov, quien conoció a ambos padres y coadyuvó en las facilidades de la formación del joven Putin en la KGB, estudios que no fueron suficientes para neutralizar el carácter agresivo, desconfiado, oscuro y paranoico que adoptó desde su infeliz infancia. Son datos aportados por su compañero en la KGB, Serguei Jirov, y el historiador y profesor de la escuela del partido comunista en Francia, Alexander Adler, en un magnífico trabajo que presenta la periodista, Luisa Corradini, en el diario La Nación de Argentina.
A mi juicio, desde la ONU hay que imponerle a Putin, 24 horas para detener la invasión, aunque en esas 24 horas aun mueran quizás cientos de ucranianos incluidos niños. La ONU con retóricas no detiene al genocida, y hay que apretarle las tuercas a China diciéndole que es cómplice y correrá el mismo destino, pues bien, que el mundo le ha perdonado su silencio inicial ante la otra “guerra” originada en su territorio, la del COVID, que ya ha sacrificado seis millones de nuestros habitantes. Pero hay que actuar YA, pues poco tiempo queda para que se ataque directamente a Kiev la capital y destroce al gobierno democráticamente elegido, y se ría del mundo en su madriguera, mundo que teme pueda él desencadenar la tercera guerra mundial, pues a meter miedo ya se graduó antes en la KGV con honores, y se aprovecha de la débil e ingenua posición occidental para establecerse como el lobo feroz que atemoriza a la caperucita.
Por otra parte, es hora ya mi Dios de que el pueblo ruso reaccione, su idiosincrasia de pueblo defensor de su suelo durante la Segunda Guerra Mundial está siendo mancillada ahora como pueblo invasor, y aún más, masacrando a ciudadanos muy próximos a su etnia, a sus vecinos, ¿cómo verá el mundo a los rusos en general después de este genocidio? Es hora ya de una reacción masiva dentro de Rusia.
Conclusión que hay varios frentes importantes para detener a la bestia, uno, su propio pueblo, otro, la posición de “nomiedo”, sino de prestigio y autoridad de la ONU, y tercera, la presión necesaria sobre China para que deje de apoyar con su silencio esa guerra invasora.
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