Derechos Humanos. Política. Sociedad.
Luis Alberto García.
Vi y escuché su alocución, presidente.
Si como usted dijo, no todos los que participaron en las protestas eran delincuentes o contrarrevolucionarios, sino que en ellas también hubo y hay personas que apoyan a la Revolución que estaban y siguen molestas con razón y hasta “confundidas”, ¿por qué esa misma noche en el Noticiero Nacional de Televisión luego de entrevistar a defensores de la Revolución que salieron ante su llamado a que tomaran las calles que “son de los revolucionarios”, el locutor dijo que esa era la respuesta a los “lacayos del imperialismo”? En otros espacios y reportajes ya se reitera eso mismo. ¿LACAYOS? ¿TODOS? ¿Usted dijo una cosa y la prensa otra y no sucede nada? ¿No sería mejor autorizar legalmente las protestas de los ciudadanos? ¿Revolucionarios o no? Usted mismo ha reconocido que no todos votaron por la Constitución o por usted. Conoce las cifras.
Las penurias de seguidores y detractores se igualan ante quien ha sido votado por la mayoría para dirigirlos a TODOS.
El bloqueo americano existe, es real, es injusto, pero sufrimos el bloqueo interno, también injusto, de burocráticos y errados métodos de dirección o planificación que se han anquilosado en el tiempo.
Molestias, carencias, hastíos y cansancios, hay para regalar en Cuba, gracias a los dos.
Protestar, opinar, manifestar su desacuerdo, exigir explicaciones por parte de cualquier ciudadano que sufre, aún cuando lo exprese a gritos, no puede convertirlo en una larva que merece ser aplastada. Es un CIUDADANO y así está refrendado por la Constitución, haya votado por ella o no.
Funcionarios públicos y la prensa estatal llevan muchos meses metiendo en el mismo saco a personas de muy distintos procederes, pensamientos y credos solo por disentir, ya sea poco, regular o mucho. Según ellos, todo el que opine distinto, está recibiendo dineros y “palmaditas” del enemigo. ¿Es que el civismo no existe en Cuba? ¿Les cuesta creer que se puede opinar sin ser mercenario?
No comulgo con usted en esa idea de que las calles son “exclusivamente” de los revolucionarios. Las grandes frases construidas de manera tan general pueden ser interpretadas y llevadas a la práctica de muchas maneras diferentes. Para todo el bien y para todo el mal.
Las calles de este país deben y tienen que ser de todos los cubanos y cubanas. Son espacios públicos para CONVIVIR y EXPRESAR opiniones en el sitio en que no escogimos nacer.
Me preocupan varias opiniones peyorativas que se han vertido acerca del “comportamiento marginal y el reiterado uso de las malas palabras” por parte de un sector de los que protestan. Vamos a ver: la inmensa mayoría de los que así se expresan fueron a las escuelas cubanas y repitieron durante años y cinco días a la semana, que serían como el Ché. Evidentemente algo salió mal y merece estudios profundos. Ya es algo que no desaparecerá prohibiendo un género musical ni con diez decretos. Lastimosamente es lo que que hay. Pero son PUEBLO, a no dudarlo.
La libérrima interpretación de su frase azuzando a cubanos contra cubanos ha traído como consecuencia en varios incidentes (que circulan en las redes, filmados por gente de su pueblo y el mío) desmanes, abusos de poder y violencia extrema por parte de las fuerzas del orden público, uniformados o no.
Y no critico que la policía haga su trabajo cuando se trata de enfrentar hechos vandálicos que son delitos en cualquier parte del mundo y que también tuvieron lugar en algunos sitios. Todas las policías en todos los confines, tienen esa encomienda: reprimir al que “delinque”.
Revise nuevamente, por favor, todos los videos que por ahí circulan. No los que son falsos, que también los hay. Los reales. Hay en varios de ellos verdaderas palizas, desproporcionadas y abusivas, que en mucho recuerdan a la de Rodney King, contra personas que no estaban asaltando una tienda o volteando un auto policial ni apedreando. Una cubana herida de bala en un muslo, armas de fuego cortas y largas mostradas con claras intenciones de intimidar, disparos que se escuchan, pateaduras a compatriotas que están en el piso una vez que han sido inmovilizados, ¿civiles? formados militarmente y armados con estacas que a todas luces fueron cortadas y preparadas para pegar (vestir de civil a un agente que debería llevar uniforme para que cuele como ciudadano de a pie indignado, me parece una estratagema deshonesta). Golpear primero e interrogar mucho después es algo que no casa con lo que usted dijo. Lo peor es que el policía común no puede saber cuánta inteligencia, talento, nobleza y hasta fe pueden habitar el cuerpo que golpea. No está entrenado para detenerse a pensar en eso.
Es demasiado feo lo que he visto, ahora que milagrosamente logré conectarme. Es lo que sucede cuando cortan el acceso a las redes: cuando lo reponen, la gente corre a ver lo que no le permitieron ver, a leer lo que en su momento le impidieron y a opinar a destiempo lo que piensan.
Y no soporto que la televisión cubana esconda esos videos y nos diga que en otros países la represión policial es mucho peor. No hay muchas diferencias entre algo que parezca estar muy mal en otras orillas y eso mismo, en ésta, pero menos mal.
No quiero ni pensar en qué tipo de bestia rabiosa podría convertirme si veo a un hijo o una hija mía sometidos con semejantes abusos. La violencia, cuando no se le pone coto, es algo terrible que camina a grandes zancadas en espiral ascendente. Es ciega. Ya una vez sucedió cuando el Mariel y vimos cosas espantosas llevadas a cabo por vecinos contra vecinos.
Los golpes y heridas se producen en todos los bandos. Podríamos llegar a ser testigos de peores hechos.
Y ojo: este archipiélago ha sido cuna de grandes hombres y mujeres nobles, valientes, de espiritualidad, decencia y probada devoción por su tierra, pero también de sádicos torturadores y abusadores. No hay que desatar demonios. La Historia bien lo sabe.
Les toca a las autoridades explicar sin cansarse, intentar convencer, demostrar con hechos, escuchar, ponerse en el lugar del que protesta, atender sus demandas y darles curso, proponer y dar soluciones a problemas reales.
Fratricidio no. El pueblo contra el pueblo, blandiendo palos en lugar de criterios, no.
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