Literatura. Crítica.
Por José Antonio Velasco…
A los treinta y un años Rimbaud no sólo estaba muerto, sino que había renunciado por completo a la literatura, esa falacia: crema afín a la piel.
Difícil ser colombiano y no saber quién es Antonio Caballero. Uno lo lee sin falta en la revista Semana desde donde despotrica con mucha elegancia y mucha decencia de casi todos los políticos corruptos o brutos (valga la redundancia) de nuestro país. El tipo se mete con senadores, congresistas y presidentes sin que estos hagan reproche alguno; los que lo han hecho tratando de “salvar el honor” se han arrepentido: personas con más cultura que Caballero en Colombia son contadas con los dedos y sus respuestas a los reclamos, siempre terminan crucificando más al ofendido. A los colombianos que crecimos en los 80 y 90 siempre nos pareció un milagro que no lo hubieran asesinado. Uno escuchaba por ahí que sí, que Caballero también había escrito un libro. Uno solo. Y uno también sabe que el libro tiene que estar bien escrito, pues lo que hace que uno no se pierda sus columnas no es solamente el contenido sino su estilo. Lo que uno no se imagina es que sea tan bueno, que haya sido escogido como uno de los mejores libros escritos en nuestra lengua el siglo pasado. Y lo es. Paris, 31 de octubre, 2014 |
[Este trabajo lo envía el autor desde su blog de literatura, Llover sobre Mojado]