“Revolución cubana” y la malversación a lo grande

Literatura. Política. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.

El paraíso privado de Raúl Castro. Tomado de YouTube.

Es larga la lista de gobernantes corruptos en América Latina que han malversado, robado dinero y activos al Estado. Algunos están en la cárcel, otros han cumplido sus condenas, y tenemos también el caso de Lula da Silva, quien estando en la cárcel por corrupción fue liberado por razones políticas (izquierdistas) y hoy es Presidente de Brasil.

Pero ninguno de ellos supera el latrocinio perpetrado en Cuba por los dirigentes de la “revolución socialista”, encabezados por Fidel y Raúl, los mayores cleptómanos. Lo peor es que con ellos dos de líderes, hay miles más “socialistas” de alta jerarquía, y no tan alta, que durante 66 años han robado al Estado una inmensidad, y siguen robando. Son millonarios con dinero mal habido, no ganado con el trabajo. Y disfrutan de la “dolce vita” mientras hambrean al pueblo que dicen representar.

La malversación y la corrupción sin freno es colosal en las altas esferas, como los “históricos”, el generalato, el Buró Político, las principales figuras del PCC, las Fuerzas Armadas, el MININT y el Gobierno central, y continua con dirigentes provinciales y municipales, directores de empresas, hoteles, jefes de almacenes, administradores de “shopping, agentes policiales, aduaneros y llega hasta administradores de bodegas y tiendas, carnicerías, etc.

Dictadores cubanos. Tomado de Facebook.

Todos, pero sobre todo los de mayor jerarquía, gozan de un nivel de vida infinitamente superior al que les corresponde según sus sueldos oficiales. Gastan miles de dólares en su beneficio personal y familiar, incluyendo viajes al extranjero, donde incluso compran viviendas, o empresas que operan sus hijos y nietos. Disponen de yates y salen a pescar o a pasear por el Caribe, o el Mar de las Bahamas.

Y comenzamos con los maestros de la corrupción-malversación, Castro I y Castro II. Mientras el comandante en jefe incumplía su promesa de construir viviendas para todos, disfrutaba de más de 20 mansiones y residencias privadas a lo largo del país. Expropiadas a “burgueses”, o construidas con dinero y recursos estatales, con las comodidades y la tecnología más avanzada, algunas en valles de exuberante belleza tropical.

Los lujos de la familia Castro. Tomado de “Cuba en Miami”.

El “revolucionario” #1, más de 20 mansiones, 2 paraísos privados

Un guardaespaldas de Castro I durante 17 años (1977-1994), teniente coronel Juan Reinaldo Sánchez, reveló en su libro La vida oculta de Fidel Castro que una de esas mansiones, enorme, de dos plantas con numerosos dormitorios y piscina, formaba parte de su hacienda privada “El Pinar de la Deseada”, en Pinar del Río, expropiada al famoso cirujano Antonio Rodríguez Díaz, pionero de la cirugía plástica en Cuba.

Contaba allí, el “número uno” del régimen, con relajante vegetación, paisajes montañosos, cabañas para sus invitados. Pasaba ahí fines de semana y le gustaba matar a tiros patos que emigraban de Florida a la isla.

Fidel tenía otro paraíso privado en Cayo Piedra, cerca de Bahía Cochinos, dos pequeñas islas adyacentes de un kilómetro y medio de largo, con playas y un entorno marino virgen, ideal para el buceo y la pesca submarina, con una gran mansión, cabañas-casas para sus invitados, una piscina semiolímpica, un helipuerto, un muelle donde estaban sus yates “Aquarama II” y “Pionera I

También había un delfinario, criadero de tortugas, y un restaurante flotante en el mar por el que pasaron el presidente del Gobierno español Felipe González, Gabriel García Márquez, el multimillonario Ted Turner, Barbara Walters y otras celebridades.

Además, Castro I poseía cerca de su residencia principal, en Punto Cero, una fábrica de quesos, yogures y helados para su propio consumo, o para quienes él decidiera, que él nombró Portugalete.

Y va un detalle revelador del menosprecio de Castro I por “su” pueblo. En cada una de sus tantas residencias los 180, o 200 empleados que en total trabajaban en esos lugares, entre cocineros, servidumbre doméstica, jardineros y guardias, estaban diariamente obligados a cocinar platos preferidos del tirano, y alistar la casa como si él estuviese a punto de llegar, aunque no fuera, porque no se avisaba nunca a la residencia que iba a ser visitada para no revelar al “enemigo” que el faraón estaría allí.

Castro II, isla privada con playas, camellos, jirafas, avestruces

Lujos de Raúl Castro y su familia. Tomado de YouTube.

Vamos ahora a Raúl “el Cruel”. Convirtió en paraíso privado suyo una isla de 42 kilómetros cuadrados, Cayo Saetía, en la bahía de Nipe, que es célebre por sus paisajes vírgenes, playas de arena blanca y aguas cristalinas. Ideal para la pesca y la caza.

Allí, además de mansiones para Castro II, sus familiares, y cabañas para sus numerosos invitados, la isla tiene camellos, jirafas, avestruces y bisontes importados; aves exóticas, caballos, toros y vacas. Y en el mar hay grandes mallas de 10 metros de profundidad y 60 metros de largo, sostenidas por costosos pontones flotantes, donde los peces quedan atrapados para que el “general” disfrute de los pescados frescos.

Mariela Castro, su hija predilecta, reside en una de las mayores villas privadas del país, en una mansión que en EE. UU. no bajaría de 12 millones de dólares, con una espectacular piscina de diseño muy especial, áreas de entretenimiento, salas de estar en grandes jardines en medio de exuberante vegetación, una refinada combinación de mobiliario colonial y moderno.  Y en las paredes cuelgan cuadros originales de pintura por valor de no se sabe cuántos cientos de miles de dólares.

Ramiro Valdés, “comandante de la revolución”, el segundo hombre en la jerarquía histórica luego de Castro II, reside en una gran mansión que da a la costa en la playa de Santa Fe, al oeste de La Habana,

Guillermo García Frías, el otro “comandante de la revolución” (solamente hay dos), reside en su feudo privado de cientos de hectáreas, la finca “Alcona”, en las afueras de La Habana, que perteneció al conde de Casa Bayona (propietario también de la mansión señorial que hay en la Plaza de la Catedral de La Habana)

Allí el nonagenario García Frías y sus familiares tienen negocios de cría y exportación de caballos de raza pura, aves exóticas, gallos de raza, cerdos y ganado vacuno. Alquilan cabañas a turistas y celebridades amantes de los caballos y de las peleas de gallos, pues “casualmente” está allí la única valla de gallos autorizada en Cuba. “Alcona” le ha reportado varios millones de dólares a ese socialista comandante y su familia.

El otro histórico más poderoso (luego de Ramiro Valdés), comandante José R. Machado Ventura, reside en una de las mansiones millonarias robadas a importantes capitalistas cubanos que emigraron al llegar los Castro al poder, en la zona exclusiva de “El Laguito”. Allí jugaba golf el Che Guevara.

Vacaciones en el extranjero, yates, compras en París, banquetes

Nietos y parientes de Raúl Castro divirtiéndose de lo lindo. Tomado de Cubanet.

Y solo he repasado la punta del iceberg del colosal latrocinio castrista. La lista de malversadores, además de interminable, es difícil de confeccionar, pues la cúpula mafiosa que usurpa el poder oculta muy bien del “populacho” su ostentosa e insultante vida privada. Muchas de esas mansiones con cocineros y servicio doméstico esmerado, en rigor son búnkeres rodeados de muros, o son custodiadas por postas militares.

El colmo es que en muchos casos a esos malversadores y sus familias les llevan a sus residencias grandes cantinas especiales con el almuerzo y la cena, ya hechos, calentitos, para que ni tengan que cocinar. El chofer de uno de los camiones sin letrero por fuera que entregaba en La Habana esas cantinas era yerno de un amigo mío. Decía que las llevaba a las residencias de “jefes políticos y generales”. Y hasta donde su yerno sabía, no se pagaba ni un centavo por aquellos suculentos almuerzos y cenas.

Además, están las cuentas bancarias millonarias en divisas que la élite dictatorial, militar y civil posee en el extranjero a nombre de testaferros bien remunerados. Robadas al Estado, u obtenidas con lavado de dinero, o negocios lícitos que han creado allende los mares con el dinero de Liborio, como se dice en criollo al Estado nacional cubano.

Agréguense residencias para vacaciones en playas cubanas, divisas para vacacionar en el extranjero y hacer compras en tiendas exclusivas, lo mismo en París, que en Dubai. Y costear paseos en yates por el Mediterráneo. Todo pagado igualmente por Liborio.

Y hasta aquí la malversación que facilita y estimula, pero oculta exitosamente, la “revolución socialista” en Cuba. ¿Se conoce algo siquiera parecido en el resto del mundo occidental?

En otro artículo otearemos el malgasto (ya no el robo) insólito del Tesoro Público en la meca socialista de Occidente.

© Roberto Álvarez Quiñones

 

 

 

 

About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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