Colección poesía. Catálogo.
Por Palabra Abierta Ediciones…
Que de amor sea la fragua
Versos de exilio y vida
Tony Ruano/Antología/2015
Tony Ruano
De repente la brisa llega y el silencio se extiende sobre la placidez del mar… Pero enseguida el golpe de ola resquebraja el crepúsculo y la noche va naciendo, como filtrando lentamente los hilos de una vieja luna ante un avión que se hace humo y sonido y se desvanece en la distancia. Es entonces que comienza a crearse la imagen del último adiós, más que la imagen el recuerdo, la breve bruma que nos envuelve desde la noche de los tiempos… Y los ojos caminan sobre las aguas hasta aquel horizonte magnífico que nos duele… Siempre fue en la espera que hemos llevado a cuestas durante una distancia que no ha sido tal, sino la ausencia que hemos resistido, de todo aquello que fue la primera vida… La vida que antes esperábamos sacar de la Isla… Ahora solo nos queda la espera de hacernos imaginarios, y que la tibieza del presente nos devuelva la verdadera vida.
Algo así como este párrafo anterior es la imagen que siento al leer los poemas de Tony Ruano; los años idos de esa Cuba de muchos, que aún hacen sufrir porque es la batalla interminable entre el alma y el ego. Es el rezago de tantas esperanzas perdidas, de tanto desandar en un futuro solamente soñado, y ya vivido en este presente de hoy, inconcluso, aun en la vida de la propia mirada; y el deseo persistente que cada vez es más lánguido, más tenue —como una caricia— a la hora de creerse uno ser el mismo que dejó la Isla, y descubrir que somos otro; el otro que alguna vez fue escogido por ese dios que llevamos dentro, aquella vez en que nos marchamos, ya sin tiempo, cuando perdimos la Isla-del-Nunca-Jamás, para convencernos por encima de todo avatar, de que ganamos un mundo nuevo de realidades profundas.
La necesidad de amar anda por los rincones de este hombre, bien adentro, como en el horizonte de su presente eterno, como si sus recuerdos fueran tejido y plasma que arden en su insistencia tenaz por hacer el verso, por componer siempre la imagen exacta que refleje su ternura, su ímpetu de querer a toda costa. Más que ser un hombre de familia (que sí lo es), Tony ha sido un ser de su propio espacio creativo; espacio que en su intuición psicológica se ha creado alrededor de sus cinco deseos de existencia, amados por verdaderos, ansiados por soles latentes imperecederos que giran en torno a él: la vida misma, la madre Cándida Rosa, su esposa Adria, la pintura y su poesía.
Hay en sus poemas como la paradoja de una suavidad intensa, incesante, es la voz de un continuo deslizamiento del agua entre las piedras, al modo de diminutas energías que son las palabras juntándose unas con otras, como si de pronto descendieran a un abismo de agua en mínimas cascadillas que terminan en la plácida superficie de un lago, aun cuando por debajo las palabras y los versos hierven, y las imágenes salen a flote y trémulas reciben la luz del sol.
Todos los poemas de estos cinco libros confirman una unidad de estilo, aun cuando de diferentes temas se trata. Reafirman la sensación de un mundo muy personal pero al mismo tiempo abierto a la vida; aun más: el exilio se confunde con la vida misma, tan de los cubanos del tiempo de Ruano: de añorar y resistir, de vivir el mundo y construir. Esos seres históricos que afuera de la Isla revivieron una nueva historia, y todavía se sienten parejos por esa ligazón que llevan de la realidad cotidiana. Ternura, recuerdo, insomnio de seguir luchando, como vibrando de ternura y paz ante los visos de la luna, las palabras van y vienen por ese claro de mar hacia la Isla y regresan en un mundo virtual que aún vuela en el recuerdo.
No importa que sus versos repitan palabras viejas, quizás usadas por José Martí o por Rubén Darío, por José Ángel Buesa o Gustavo Adolfo Becker; todos siempre venimos de los otros; no importa que hayan imágenes conocidas desde antaño; o rima cruzada con una prosa coloquial, de significado directo, un romanticismo a destiempo quizás; no importa nada de esto, sino lo que bulle en todo su contexto; esa intención de Tony por querer a los demás; ese aliento que hay en su palabra, puro fuego que no cesa, acción y movimiento en cada uno de los poemas de este libro que es la representación de su ser, de una honestidad in crescendo: Que de amor sea la fragua. Precisamente ello es así: una forja de amor para el amor. Fogón y fuelle de un hombre que ha buscado en la vida los momentos felices de su propio destino.
La poesía de Tony Ruano es el amor de su entorno que se hace realidad imaginaria, que viene a él desde los dos seres que le marcaron la vida (la madre y su esposa), y desde los aspectos de la existencia, la plasticidad imaginativa y el impacto de la palabra. Poesía y pintura le buscan y le enaltecen: el amor es para todos y por todos. Su quehacer existencial va fraguando, primero, su ego, después su alma y se va forjando un espíritu poético que viene de su misma realidad corpórea. Hay luz de yunque que funde su estrella, su deseo de ser que es su deseo de amar.
En cada uno de los poemarios de Tony que aquí se presentan se alzan estos detalles esenciales y existenciales que hemos dicho. Desde el libro El amor, a pesar de los intentos hasta Mi pueblo más allá de la nostalgia, pasando por los poemas de Un canto la vida sutileza del contorno, Regalo de aniversario y Once poemas a la Cándida Rosa, la vida misma encuentra su razón de ser en este hombre; un hombre que ha sido afamado como un pujante conocedor de bienes raíces, como un relevante vendedor de sueños que siempre, de alguna manera, ha hecho posible el deseo de tener una casa. Siempre he pensado que algunos agentes de bienes raíces, por esa relación importante que se da con los compradores de sueños, pueden terminar descubriendo el sentido de la poesía; porque de alguna manera esa concha añorada que es la vivienda, a la hora de conseguirse, de poseerse, se convierte en un refugio sagrado, debido a que muchos de los aspectos y cosas de la vida que se vinculan con una casa se convierten en algo intachable, en el símbolo del origen profundo. Y de aquí que nos sintamos como vivir dentro de un sueño hecho realidad. En cierto, o en mucho sentido, pienso que ese sueño que Tony ha ayudado a formar en otros, ha venido fraguando en él su propio y nítido aliento poético.
Sus poemas nos recuerdan en cada momento las más sencillas, cálidas y hasta profundas pasiones por las que todos hemos pasado. Este libro, Que de amor sea la fragua, es un baño de agua clara, cristalina, de melancólico anuncio del pasado, de fulgurante entrega de amor, todo en los efímeros y, al mismo tiempo, eternos poemas que nos da, todo en un instante de cada uno; como para decirnos que el triunfo de una vida no está en lo que hayamos conseguido, sino en el proceso de cómo lo hemos hecho, cómo hemos logrado llegar a una colina y mirar atrás, y saber entonces que la satisfacción es el amor realizado, los momentos felices que han nacido de nuestras ansias, donde el ego desaparece y nuestra alma encuentra el regocijo de seguir amando.
Manuel Gayol Mecías
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