Literatura. Poesía.
Por Luis Gilberto Caraballo.
A la sombra del camino
A Eugenio Montejo
Mientras camino me concierne
Algo de lo invisible.
Unos pájaros resquebrajados
De una niñez que apenas
Trinan.
Y no sé,
Cómo se llama ese algo,
No sé
Si es simplemente mi sombra.
Si es un duende que trata
De tocarme,
Solo se siente lejanía.
Si es un recuerdo del atardecer,
De una playa
Que se amalgama con mi luz.
Si es el deseo interno de asirme
A algo,
Un lugar desconocido,
Donde resida.
La noche trae la extensión,
Evoca presencia,
Y ese algo adquiere unas elevadas nostalgias,
Y no sé, si es la soledad
De saber,
Que he escogido.
Y se han roto los lazos
Con el todo.
Con cada una de las canciones.
Soy el recuento de muchas cosas
Pedazos de la alfombra deletreada;
Escarpines del azul del Egeo
Querida tenía una tía
Entre sus ratos, de las tardes más limpias,
De su cuarto interior.
Con el hilo de araña
Y sus nostalgias,
Y querencias
Del sueño testimonial.
Y una taza de café tempranero
Por las tardes lúdicas.
II
Trozos de una torre blanca
De leche materna levantada
Sobre el terreno hermoso de un sueño.
Una ampliación del eco,
De las memorias
Irreconciliables de la ballena,
Qué pasea el alta mar.
Trozos del silencio,
De la vigilia
De una plaza solitaria,
Y el faro triste,
Apagado,
Por la noche encubierta.
Donde se desvela el verbo escondido,
Tras los papiros enterrados,
En el corazón de la angustia.
Y el canto de la luna amorosa.
III
Pedazos de una historia precisa
En la memoria del blazer acorazado;
Cabalgatas de los días de invierno,
De las ausencias.
Donde se trabaja en silencio,
Se cincela el temblor,
Y se escupe el agua
De la llovizna.
IX
Estuve atento, mirando.
Tomando notas hasta saciarme.
Hasta que mi cuerpo estuvo lleno.
Ayes
Soy un trozo,
También de mis maestros,
De sus lecciones y hendiduras en sus caras.
Y de las pizarras,
Imborrables de las noches
Donde soñaba letras y números.
Una de las hojas del árbol
Me hereda,
Y no alcanza
A escribirme por completo;
Mi imaginación le canta a lo lejos, ebria
Y libre va a ensillarse,
En la noche sepulta de distancias.
X
Temía por alguien
Y no sabía quién era,
Ahora me sujeto de él.
Ayes
Soy también,
Sombra del tiempo que me espera,
Que se desdibuja con la silueta del
Andar en soledad,
Junto al hombre citadino.
Soy espejo
De la voz de un poeta
Que nació en otro siglo,
Y de su canto interior:
Espejo de los pies de la voz
Artesano del camino
Y del andar ciego,
A tientas
Sobre piedras incandescentes.
Ventanas de cuartos
Que nunca se habitaron,
A pesar del deseo.
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