“Marja y el ojo del Hacedor”, novela de Manuel Gayol Mecías

Written by on 20/10/2014 in Critica, Literatura - No comments
Literatura. Crítica.
Por Reynaldo Fernández Pavón…


Marja y el ojo del Hacedor

Las novelas  Trilogía sucia de La Habana  y  El animal tropical,  de Pedro Juan Gutiérrez, escritor que ha sido traducido a varios idiomas, y la obra Un hombre de pago, de la escritora española Neus Arqués, me han hecho  meditar acerca de la presencia de ciertos personajes de la cultura marginal cubana en la literatura contemporánea, sea Gloria en un solar de San Leopoldo o Iván en una Barcelona desierta. Seres  que forman parte del llamado  “submundo” por algunos críticos, así como del erotismo y la sexualidad que los caracteriza en algunas obras  literarias de las últimas dos décadas. El sexo elevado a un lugar protagónico que se asocia en algunos artículos a la esencia de la negritud que nos llegó en  los galeones negreros, a lo que faltaría agregar la herencia que en materia de sensualidad nos fue legada desde Andalucía, mucho antes de la trata de esclavos y que se encuentra presente en la literatura, la música y las danzas de esa región de España. Celebro que se trate la sexualidad sin inhibiciones, pero en algunos casos, es tan abarcadora que los conflictos existenciales de los protagonistas pasan a un plano secundario.

Sin el propósito de negar la libertad de expresión pienso que la tragedia de las jineteras no debería ser tratado como una comedia, ni con la superficialidad del choteo, porque de todos los males que nos aquejan, este que implica a la mujer, hiere como ningún otro la sensibilidad y podría enriquecerse si interactuaran en un mismo escenario (como ocurre en la vida cotidiana), santeras devotas, artistas, doctoras, maestras  y mujeres que sostienen sus hogares haciendo verdaderas acrobacias. Citemos a Sara Gómez que supo vencer las barreras que le anteponían  su condición de mujer, el color de la piel y su extracción humilde para llegar a ser la primera directora de largometrajes y acaso la única del cine cubano.

La cultura marginal y el racismo han sido ignorados por la cultura oficial, al punto de convertirse en temas tabú con implicaciones políticas. Los estudios e investigaciones realizados por antropólogos y etnólogos cubanos no han sido utilizados para entender y asumir a los marginales, en su mayoría negros y mulatos sin excluir a los blancos pobres que nacen y crecen  en la marginalidad. A pesar de que muy recientemente se han abierto espacios de salón para la tímida discusión de este problema estructural de la sociedad cubana desde su fundación y que ha sido una de  las causas del fracaso de nuestro proyecto de nación, en pleno siglo XXI existe la misma inamovilidad de los siglos precedentes, hecho que no es exclusivo de nuestro país,  en la mayoría de las naciones latinoamericanas son pueblos fantasmas.

En la década del 70, siendo estudiante de la Escuela de Letras y Arte de la UH asistí con varios compañeros de estudio a un evento de investigadores auspiciado por los editores de la Revista de Etnología y Folclore, de la Academia de Ciencias de Cuba, en la cual el musicólogo Argeliers León leyó una tesis sobre el proceso de  creación de los nuevos pueblos latinoamericanos y el etnólogo Alberto Pedro presentó un ensayo sobre la “Ética y los valores morales de la cultura marginal”, en ese instante un funcionario detuvo al investigador y le dijo:

—Compañero,  ¿cómo se atreve a  hablar de  marginación, si hoy el solar se viste de miliciano?, nunca olvidaré el sentimiento de frustración que esta pregunta provocó en Alberto Pedro, pues esta interferencia más bien podía haber correspondido a un evento sobre las imágenes y no a una reunión de la Academia de Ciencias.

Hoy por hoy, la apreciación de la cultura marginal y los marginales, continúa siendo un reflejo de hechos empíricos y experiencias personales que  no dejan de tener valor, pero que representan una visión  parcial de esa realidad predeterminada por la conciencia de sí y para sí del sujeto que observa. Si bien las jineteras son parte de ese medio social, no lo tipifican; Francisco Repilado, más conocido como “Compay Segundo”, y su hijo, Basilio Repilado,  vivían en un barrio marginal habanero hasta la década del 90 cuando fueron descubiertos por Ry Cooder, ambos fundadores  de Buenavista Social Club, laureado con el Grammy Award en los Estados Unidos. El documental sobre los integrantes de esta agrupación realizado por Wim Wenders ha obtenido 15 primeros premios en festivales y concursos internacionales de Cine. Chano Pozo y Los Zafiros, por citar otro ejemplo, salieron de los barrios marginales de La Habana a conquistar todos los escenarios del mundo.

Marja y el ojo del Hacedor del escritor cubano Manuel Gayol Mecías, novela de reciente publicación, nos muestra una mujer joven cuyo origen dista en cierta medida de la marginalidad, son  los avatares que han influido en todos los aspectos de la vida del sitio donde nació, los que le imponen la necesidad de  cruzar la casi imperceptible línea que separa a unos y a otros para sobrevivir a su propio cataclismo; el punto de giro irreversible de esta novela se produce con la expulsión de la protagonista de su casa. Marja, en cierta medida, representa a miles de mujeres que por razones diversas pululan de una ciudad a otra, llegando en oleadas sucesivas a la capital desde las provincias orientales en busca de una vida mejor y de “oportunidades”, mujeres a quienes despectivamente llaman “las palestinas”, Marjas que al cruzar la frontera corren el riesgo de no encontrar la puerta de retorno,  rostros que  representan la otra cara de las vitrinas que ha exhibido el socialismo antillano durante medio siglo de demagogia populista.

Manuel Gayol Mecías con el desvelo de un hacedor, sale airoso en esta novela porque utiliza un lenguaje que no se regodea en la vulgaridad, sabe que la narrativa permite muchas licencias pero tiene reglas que el escritor conoce y  respeta. Marja y el ojo del Hacedor ha sido escrita con un acento propio que recorre toda la obra. El narrador omnisciente conversa con sus personajes,  los contradice o justifica; en ocasiones asume el rol de ser él, su propio personaje, para mostrarnos su filosofía de la vida,  su satisfacción o desacuerdo con el proceso creativo, pero  no se miente a sí mismo y ese recurso del oficio resulta novedoso y efectivo. Las representaciones eróticas dan margen a la imaginación del lector porque el escritor sabe que la imaginación es más poderosa que las representaciones cognitivas y las imágenes que evoca nos hacen sentir compasión por jóvenes cuyas vidas navegan a la deriva en medio de una profunda degradación espiritual y existencial, hecho que se universaliza en los más de 140 millones de niños y adolescentes que viven en las calles del mundo a merced de toda clase de abusos y de infortunios, victimizados por los negociantes de la pornografía y la prostitución infantil en la era de la globalización.

Marja y el ojo del Hacedor,  sin lugar a dudas, representa  un testimonio literario que ocupará su sitio junto a otras novelas escritas por autores cubanos que se sienten comprometidos con la restauración de la memoria colectiva.

Philadelphia, julio del 2013

 Reynaldo Fernández Pavón©Reynaldo Fernández Pavón. All Right Reserved

 

About the Author

Reynaldo Fernández Pavón nació en Ciudad de La Habana, Cuba en 1951. Cursó estudios de nivel medio superior en música en la Escuela Nacional de Artes. Es Licenciado en Historia del Arte de la Universidad de La Habana y desde el año 2000 ha impartido clases como profesor adjunto del Departamento de Español y Portugués de Temple University, donde le otorgaron un Máster en Composición. Obtuvo el Premio de Música 13 de Marzo de la Universidad de la Habana como compositor en1975. "Presagios", Su primer libro de poemas recibe la Primera Mención del Concurso David de Poesía, de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, en 1979. En 1980 obtiene el Primer Premio David de Poesía UNEAC con el poemario "Cruzando mares", publicado en 1981 por Ediciones Unión. Posteriormente publica poemas en "Juventud Rebelde", "Caimán Barbudo", "Casa de las Américas", "Revolución y Cultura" y la "Gaceta de Cuba". Sus obras sinfónicas y de cámara han sido interpretadas por prestigiosas agrupaciones, tales como la Orquesta Sinfónica de Matanzas, la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, la Orquesta de Cámara de La Habana, la Orquesta de Cámara Brindis de Salas y la Orquesta Filarmónica de la República Federativa Rusa. En 1982-1983 recibe el Premio EGREM al Mejor Productor Musical de Cuba por su obra discográfica con el grupo Irakere y el Cuarteto de Jazz de Chucho Valdés. Ha escrito música para documentales del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC) y para seriales y documentales del Instituto Cubano de la Radio y la Televisión (ICRT). En 1996 compuso la música de la obra de teatro Cuentos Negros de Lydia Cabrera, estrenada en el Teatro del Repertorio Español de la Ciudad de Nueva York, obra que gana el Premio a la Mejor Producción Musical de 1997 otorgado por la Asociación de Críticos de Espectáculos (ACE) de New York City. Para mayor información visite: www.eniolapublishing.com y www.eniolarecords.com.

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