Literatura. Política. Crítica
Roberto Álvarez Quiñones.
Una de las más importantes lecciones que deja para la historia la “revolución socialista” cubana es la confirmación definitiva, también en América (por si quedaba alguna duda), de que la pobreza, el atraso social y económico, el hambre y la más lacerante explotación de los trabajadores no los causa el sistema capitalista, sino su escasez, o su falta.
Es exactamente todo lo contrario a lo que siembra en la conciencia de millones de personas el dogma (de corte medieval) ideológico marxista y gramscista universal. Claro, eso no significa que el sistema de libre empresa, o de economía de mercado, de libre competencia, o como se le quiera llamar, sea una panacea.
Capitalismo, peor sistema económico, excepto todos los demás
Winston Churchill decía que: “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”. Pues bien, el capitalismo es el peor sistema económico, a excepción de todos los demás que se han inventado.
Al menos, en el planeta Tierra es el único que funciona, que produce riquezas en grande, alienta la innovación constante, eleva la productividad y aumenta el nivel de vida de los seres humanos.
Así lo advirtió tempranamente el genial Aristóteles, quien le dijo a Platón, su ilustre maestro, que la propiedad privada es superior a la colectiva. A lo largo de la historia, los seres humanos han soñado con una sociedad perfecta. ¿Pero es el socialismo esa sociedad perfecta?
Ya se sabe, al seguro, desde la segunda mitad del siglo XX, que no lo es, y que encima ha causado la muerte, por hambre o fusilados, de unos 125 millones de personas, según estudios posteriores al informe El libro negro del comunismo, publicado en 1997.
Nadie que apoye al castrismo quiere eso mismo en su país
Y mucho ojo, ninguno de los apologistas del castrismo quiere para su país lo que hay en Cuba. O sea, con el socialismo está bien que los cubanos pasen hambre, pero ellos los procastristas foráneos ¡qué va?, ¡solavaya!
En el plano teórico y político-ideológico la izquierda marxista nunca tuvo realmente un asidero convincente, pero ahora muchísimo menos. Y en esto de culpar al ogro “burgués” de impedir el desarrollo económico y lograr una mejor vida para la gente con el socialismo, cuento algo de lo que fui testigo directo.
A principios de los años 80 un grupo de periodistas cubanos tuvimos en La Habana una reunión con el economista marxista más destacado de Cuba, Carlos Rafael Rodríguez, miembro de la cúpula gobernante castrista. Nos dio una disertación sobre su propia tesis de que el crecimiento económico capitalista no genera por sí mismo desarrollo económico y social.
Nos repitió lo que había dicho en la CEPAL en abril de 1969, al presentar en nombre de Cuba su teoría “desarrollista” socialista en una reunión ministerial de esa organización, celebrada en Lima, Perú, en la que sostuvo que el desarrollo de un país solo se logra con una “auténtica revolución popular (…) no hay otra alternativa”. Y arremetió contra “la explotación a que son sometidos los países subdesarrollados y en especial los de América Latina”. Lo mismo que haría cinco años después el uruguayo Eduardo Galeano en su distorsionador y fraudulento ensayo Las venas abiertas de América Latina.
Crecimiento sin desarrollo, sí, pero nunca desarrollo sin crecer
Por supuesto, al veterano profesor estalinista cubano se le “olvidó” decirnos cuál es la fórmula mágica para lograr un sostenido desarrollo económico sin un sostenido crecimiento del PIB. Porque es cosa de pura matemática: si no se produce más, no se puede crecer.
El propio Marx en El Capital, al explicar la “reproducción ampliada”, afirma que obviamente para crecer se requiere producir más de lo que se necesita. Pero el inventor de los partidos comunistas fue incapaz de sospechar que mientras la economía de libre mercado produce de todo y con calidad, la de su “dictadura del proletariado” produciría muy poco, de pésima calidad, y sería finalmente tirada a la basura por inviable
Carlos Rafael incluso nos dijo que el subdesarrollo no es una etapa normal por la que todos los países deben pasar para lograr el desarrollo y que, por tanto, no puede ser superado dentro de los marcos del propio sistema capitalista. Pero ninguno de nosotros allí fue capaz de preguntarle: “¿Es que en el Primer Mundo de hoy no hubo nunca subdesarrollo?”. ¡Por favor!
Le tesis desarrollista de Carlos Rafael no tiene sustento científico
La tesis de Carlos Rafael (que compartía con el brasileño Celso Furtado), no tiene sustento científico. Toda teoría es válida si al llevarse a la práctica demuestra su validez, y el desarrollismo “revolucionario” marxista luego de pasar 64 años en el laboratorio de la vida práctica fue desechado por inservible e inhumano.
Un poco antes, en los años 60, el secretario general de la CEPAL, el economista argentino Raúl Prebisch, había impulsado una estrategia para el desarrollo económico dentro del sistema capitalista “que no tiene por qué interferir en la libertad económica, me horroriza el Estado que se ocupa de todo”, destacó Prebisch.
Rodríguez propuso lo contrario, que el Estado “debe asumir los controles de la economía nacional, los controles fundamentales (…) el factor estratégico básico del desarrollo en Cuba y otros países que están en su caso no es el empresario privado, sino que ha de serlo el Estado de un contenido democrático popular”.
¿Cómo fue que la Europa capitalista dejó tan atrás a la comunista?
Esos ataques a la libertad económica capitalista devienen pompas ideológicas de jabón que estallan solas cuando algún académico anticapitalista intenta explicar estos dos hechos:
1.- Luego de la Segunda Guerra Mundial (II GM), sin “revoluciones populares” y sí con capitalismo, Europa Occidental dejó muy detrás a la Europa del Este socialista en desarrollo de todo tipo. Aún hoy, 34 años después de la caída del Muro de Berlín, la diferencia de nivel de vida entre la Alemania Occidental y la Oriental excomunista es notable.
2) A fines de la II GM la parte norte de la península coreana (colonia japonesa desde 1910) fue ocupada por la URSS y la parte sur por Estados Unidos, y en 1948 fue dividida en dos países, Corea del Norte comunista, y Corea del Sur capitalista, entonces la parte más pobre de la península. En el Norte con “revolución popular” se pasa hambre, y la Corea explotada por el capitalismo es hoy uno de los países más desarrollados del mundo en todos los sentidos.
¿Revolución estatista para qué, si todos van a vivir peor?
Y hay infinidad de ejemplos más. En fin, los sueños anticapitalistas de hoy no tienen sentido. El castrismo ha sido el puntillazo también en América, a lo que Trotski y su enajenado discípulo Che Guevara llamaban la “revolución mundial”. ¿Revolución para qué, si todos van a vivir peor?
Luego de la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la URSS los marxistas sacaron de la manga el argumento de que el fracaso del “socialismo real” en Europa se debió a errores y aberraciones de Lenin, Stalin y de todos los gobernantes y líderes políticos de los más de 30 países en los que fue impuesto el comunismo.
La doncella socialista latinoamericana, violada por el castrismo
Y aún hoy, con Cuba en ruinas, los “amigos de Cuba” aducen que América Latina no es Europa, ni Asia (allí también fue desmantelado la economía comunista), sino una doncella virginal que debe seguir soñando con su príncipe azul: el éxito al fin del socialismo marxista. Pamplinas, el himen socialista latinoamericano pasó a mejor vida con la “revolución cubana”
Achacar la pobreza y el subdesarrollo a la explotación capitalista es ya ridículo. Ese cuento ya no es tragable por quienes tienen sus neuronas sanas bien activas. Y con la revolución comunicacional actual no cabe ya aquello de que lo hacen por desinformación. Hoy, apoyar al régimen de Raúl Castro, es burlarse del pueblo de Cuba, irrespetarlo, insultarlo.
Es penoso que quienes se consideran a sí mismos progresistas y defensoras de los derechos humanos, por puro fanatismo den la espalda al único pueblo de América que ha sufrido y sufre el comunismo.
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