La “Soberanía Alimentaria”, una payasada que no alimenta

Literatura. Política. Crítica.  
Por Roberto Álvarez Quiñones.

“Wikimedia Commons”.

A los historiadores siempre se les escapa un detalle clave a la hora de estudiar académicamente el marxismo-leninismo, o el fascismo. Ambas doctrinas consideran que las masas populares son ignorantes, tontas, o estúpidas. 

No importa que la vida y las evidencias científicas digan lo contrario. Porque una cosa es engañar a personas y otra es que por haber sido engañadas esas personas sean estúpidas. Se le atribuye a Abraham Lincoln esta genial conclusión: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo, engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Sin embargo, los marxistas en particular siguen insistiendo en que “la gente” es ignorante, y todo lo demás. Armado con ese dogma, Lenin llevó a la práctica el experimento diseñado por Karl Marx que terminó costando a la humanidad más de 120 millones de muertos (según las investigaciones posteriores a la publicación en 1997 del Libro Negro del Comunismo), además de mucho sufrimiento, atraso y pobreza en 35 países de Europa, Asia y América.

El mariscal Hermann Goering, segundo hombre en la jerarquía nazi, en el juicio de Nuremberg, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, dijo: “Con voz o sin ella, al pueblo siempre se le puede llevar hasta el punto de que sus dirigentes quieran…”.

Al compás de esa misma música, Fidel Castro se dedicó a mentir todo el tiempo. Y lo siguen haciendo sus sucesores en la “continuidad”. Pero mi propósito aquí no es teorizar, sino destacar cómo en consonancia con esta premisa marxista-fascista de la “idiotez popular masiva” el régimen de Raúl Castro insiste en querer a estas alturas tomarles el pelo a los cubanos.

Ahora sí vamos a construir el socialismo”, ¿olvidó eso Marrero? 
Manuel Marrero Cruz - EcuRed

Manuel Marrero Cruz. Primer ministro del régimen cubano. Tomado de “EcuRed”.

Hace unos días el primer ministro castrista, el coronel de inteligencia Manuel Marrero, anunció la creación de la Comisión Nacional de Soberanía Alimentaria (CNSAL), para “quitar trabas al sector campesino”, y que se cumpla la Ley de igual nombre aprobada en octubre pasado (2022). El rollizo premier dijo que el propósito es que no quede un patio, una parcela o un pedazo de tierra sin sembrar. Desgarrándose las vestiduras (como se decía en la Roma imperial), Marrero aseguró que ahora sí ya “no habrá espacio para discursos y promesas, y resultados en números que no se vean en la mesa”.

Escenificó un deja vu. En 1987, Fidel Castro en uno de sus arrebatos histriónicos tipo Mussolini exclamó: “Ahora sí vamos a construir el socialismo”. Y mucha gente (¿tonta?) luego se burlaba sotto voce:Y entonces, comemierda, ¿qué hemos estado haciendo hasta ahora?” 

El coronel comunista no aclaró cómo una comisión de “barrigas-llenas” (así llaman en la isla a los burócratas castristas) cual lámpara de Aladino cubrirá de manjares abundantes las mesas cubanas. Se trata de otro truco para aplacar los ánimos ante la agobiante escasez de productos agropecuarios, que insufla cada vez más vapor a la caldera social, siempre en peligro de estallar.

Mucha “soberanía” y entregan tierras a foráneos, no a cubanos

“El contrato social o Principios del derecho político”. “Wikimedia Commons”.

¿De qué soberanía habla este jerarca de un gobierno que entrega las mejores tierras a argentinos y otros extranjeros, para producir libremente en los campos, en vez de entregarlas a sus propios ciudadanos? 

Décadas antes de la Revolución francesa (ojo, liberal burguesa, que no estatista socializante) Jean-Jacques Rousseau precisó en su obra cumbre, El contrato social (1762), que la soberanía de un país es el pueblo mismo, radica en él. Ningún rey, Estado o gobierno es soberano per se de nada. El único soberano es el pueblo, que elige en las urnas a quienes lo representan, se encargan de los deberes públicos y son los servidores del soberano. No al revés, como ocurre bajo regímenes totalitarios. Para el gran pensador francosuizo, la soberanía popular garantiza que “domine siempre el interés común sobre el interés particular”.

En Cuba, lo más indignante es que mientras el premier presentaba la CNSAL, al mismo tiempo la Oficina Nacional de Estadísticas e Información revelaba que entre enero y septiembre de 2022 las inversiones en la construcción de hoteles de lujo y en infraestructura turística se elevaron hasta 15,832 millones de pesos, una cantidad muy superior a los 13,336 millones de pesos invertidos en 2021. 

En cambio, se invirtieron apenas 1,218 millones de pesos precisamente en la agricultura, la ganadería y la silvicultura. Se invirtieron 318 millones de pesos en la pesca, fundamentalmente para la exportación y 296 millones en la industria azucarera, que produce ya menos que durante la Guerra de los Diez Años.

Mafiosos invierten 12 veces más en turismo que en la agricultura 

O sea, la dictadura hace cuentos y más cuentos mientras solo invierte el 7.6% del total nacional en el sector agrícola y pecuario, y 12 veces más en edificar hoteles para enriquecer aún más a los militares mafiosos que usurpan el poder. Además, la tasa de ocupación hotelera en Cuba en el primer semestre de 2022 fue de un 14.4%, una de las más bajas del mundo. Para el segundo semestre no se espera que supere el 35%. 

Echando un vistazo a los últimos dos años se advierte la incapacidad del castrismo-comunismo para producir alimentos, en un país que antes de los Castro era felicitado por la FAO por ser el mayor exportador de alimentos de América Latina en proporción a su población, y por poseer la mejor ganadería cebú del planeta. 

Según el Anuario Estadístico de Cuba de 2021, de los 18 renglones agrícolas básicos, 14 se derrumbaron con respecto a 2020. incluyendo la carne de cerdo (-40%), los frijoles (-21%), así como en la producción de maíz, huevos, carne de res, viandas, leche fresca, papa, plátanos, hortalizas, cebollas, arroz, cítricos, guayabas, mangos, frutabomba y el cacao. 

De 2022 no se han dado cifras totales, sino aisladas. El Noticiero de TV ya admitió que Cuba perdió el 90% de los productores porcinos en los últimos cinco años. ¿Ha ocurrido algo siquiera parecido en algún otro país de la Tierra?

¿Paga un cubano en Miami $520 por una libra de carne de cerdo?

Una libra de carne de cerdo. Foto tomada de “Wikipedia”.

El propio noticiero televisivo estatal reveló que para 2022 se espera la producción de unas 26 mil toneladas de carne porcina, cifra muy inferior a las casi 200 mil toneladas producidas en 2017.

En la provincia de Sancti Spíritus, otrora potencia porcina, según cifras publicadas por el periódico oficial Escambray, resulta que actualmente se producen 38.3 toneladas diarias de carne de cerdo, y en 2018 se producían 465.7 toneladas diarias, para un total de 17,000 toneladas en todo el año. Pero en 2022 no se va a llegar ni a 1,400 toneladas.

Encima de que el Estado paga precios muy bajos a los criadores privados de cerdos, los obliga a entregar la carne producida al Estado. “Se están acabando los puercos, no da negocio criarlos…”, concluyó un productor en Holguín que ya abandonó ese negocio. Y son encarcelados por “enriquecimiento ilícito” los productores que crían más puercos que los permitidos por el Gobierno.

Se produce ya tan poca carne de puerco (ni de ninguna otra carne) que prácticamente desapareció del mercado formal. Y en el informal una sola libra cuesta entre 340 y 550 pesos cubanos, el 26% de un salario mínimo mensual. En Florida el salario mínimo es de $1,906 dólares mensuales ($11 dólares la hora) ¿Paga un cubano con salario mínimo en Miami $520 dólares por una sola libra de carne de cerdo?

Sin propiedad privada no hay agricultura, y punto

Es un insulto, y a la vez una payasada, hablarles a los cubanos de soluciones oficinescas para producir más alimentos cuando lo que hay que hacer es liberar el campo y los campesinos, entregar a los usufructuarios las tierras en propiedad, desmantelar las “comunas” y “sovjoses” castristas (empresas agrícolas estatales), acabar con el monopolio de Acopio, entregar todas las demás tierras estatales a descendientes de sus dueños expropiados hace 60 años, y a quienes la quieran trabajar.

Los cubanos necesitan ¡ya! que el pueblo soberano ejerza sus derechos, como los concibió Rosseau, no solo uno de los precursores teóricos de la última gran revolución social liberal de la historia, sino también inspirador de la revolución estadounidense que dio a luz la primera democracia moderna liberal del mundo con sistema presidencial y una efectiva independencia de los poderes públicos, tal y como la esbozó el Barón de Montesquieu (El espíritu de las leyes, 1748), antes que Rousseau.

©Roberto Álvarez Quiñones. All Rights Reserved.

 

About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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