El título, copiado de Góngora, parece inspirar el reciente comportamiento de Puigdemont. Para quien no esté al loro, el presidente de la C.A. de Cataluña, portavoz de la corriente soberanista y que, tras los palíndromos que mencionaba en el anterior post (“Puigdemont en diferido”), sigue por los cerros de Úbeda -o del Montseny, como seguramente preferirá- tras ser requerido por el Gobierno del Estado para que aclarase, con un “sí” o un “no”, la ambigua declaración de tal vez independencia. Su respuesta, cuatro folios en lugar del monosílabo, prolonga la incertidumbre y mantiene en el alero la evolución de un asunto que se ha convertido en acertijo.
Que la comunicación sea como mínimo intención, al decir del linguista Juan Luís Conde, no parece aquí aplicable, y los intercambios ejemplifican más bien los tópicos sobre equívocos y evasivas que, un algo irónicamente, se adscriben al talante de algunas comunidades. En Mallorca, el “Ya te diré cosas”, frecuente como contestación a cualquier emplazamiento, puede equivaler a la reacción de Puigdemont y, por lo que hace a Rajoy, la definición no es tampoco en su tierra lo habitual así que, si hubiésemos de elegir mediador -como se viene pidiendo- entre el gallego y el catalán, quizá un vasco sería la mejor opción, y su “¡Me c… en la leche: si estamos a setas, estamos a setas!”, podría desencallar lo que puede convertirse en una tragicomedia de oídos sordos. Un sí pero no aunque tal vez. Y así, hasta finales del siglo.
Tal vez estemos ante la mejor prueba de que sólo se oyen las preguntas que uno se ve capaz de responder, y el imperativo del poeta cubano (“Di la verdad. / Dí, al menos, tu verdad. / Y después deja que cualquier cosa ocurra…”) no pase, en el actual desencuentro, de quimera. Con semejantes mimbres, tenemos para rato a no ser que alguien de Euzkadi tome la sartén por el mango.