Política. Sociedad. Crítica
Por Carlos Penelas…
Palabras pronunciadas por Carlos Penelas en el acto de la Comisión de Desaparecidos Españoles en la Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte, el sábado 30 de septiembre de 2017
De los resistentes es la última palabra
Me he formado en una familia digna. El trabajo, el esfuerzo, la cultura, la honestidad marcaron mis pasos. Mis padres y hermanos me guiaron. Luego los maestros, los hombres y mujeres que fueron moldeando mi mirada, mi pasión, el sentido de lo justo a través de los años. En ellos, en cada uno de ellos, fue donde descubrí que la ética es una forma de vida. Y que una cosmovisión humanista nos daba una categoría en nuestro interior. Los grandes modelos son los que nos alimentan. El ser humano necesita de esos modelos éticos para caminar con plenitud.
La vida y la educación me llevaron a una clara concepción de lo ético, de la libertad, del compromiso social. El deber, el imperativo categórico de elegir libremente como nos señaló Kant, la alta voluntad de buscar el bien. La ética parte de la educación, de una verdadera educación. Es el combate contra el embrutecimiento espiritual.
En las tragedias griegas tenemos ejemplos claros de moral. Sintetizando, un nombre: Sófocles, una obra: Antígona. La lucha entre Antígona y Creonte, entre el amor fraternal y el compromiso político. Estamos del lado de Antígona, por supuesto. Esa ley interior, esa postura ética entra en conflicto con el discurso político, con la demagogia, con el dogmatismo y las brutales ideologías. Señala lo subterráneo: la corrupción, la impunidad, el engaño.
Para verlo mejor, para verlo claro. La llamada “obediencia debida” representa en nuestros tiempos al Gobierno de Tebas. La aceptación de “la obediencia debida” aplastó toda actitud ética posible. Y lo justificó todo. El ser humano debe hacer prevalecer su ley interior. No hay múltiples morales. Tampoco hay permisibilidad moral. La falta de ética es también una enfermedad de orden moral. En torno a la justicia, la dignidad, la belleza y la ética los griegos intentaron transformar el mundo.
Podemos evocar, más cercano a nosotros, los ejemplos maravillosos que unían ética, belleza y poesía en Simone Weil o en María Zambrano, dos mujeres preocupadas por la esencia del ser humano. Ellas, ahora, ya están en la memoria colectiva.
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