Estados Unidos: ¿sangre negra, sangre blanca?

Política. Sociedad. Crítica.
Por Jesús Hernández Cuéllar…
Violencia en las calles...

Disturbios en Baltimore contra la brutalidad policial tras la muerte de un joven negro en 2014. (Wiki Commons).

Ciertos líderes policiales, comunitarios y religiosos deben reconsiderar su papel ante los actos de violencia contra afroamericanos y contra policías.

Lo que hemos visto a través de los medios de comunicación y en las redes sociales, no son películas de ficción. Hay civiles asesinados a sangre fría por policías que deshonran el uniforme y ponen en peligro inclusive las vidas de sus colegas buenos y responsables que todos los días se la juegan en las calles para proteger a la ciudadanía de delincuentes sin escrúpulos; hay policías inocentes que sucumben a las agresiones de criminales, blancos y negros; hay líderes policiales a los que parece no importarles la muerte de un civil, negro o blanco; y hay ciertos líderes comunitarios y religiosos que han hecho muy poco por sacar de la pobreza y el crimen a jóvenes de las minorías étnicas a los que dicen representar.

Estados Unidos es un país con casi 324 millones de habitantes, de los cuales 245.5 millones son blancos, poco más de 54 millones latinos y unos 40 millones son afroamericanos. Los ancestros de los primeros llegaron de inmigrantes. Huían de las fórmulas autoritarias y la represión de las sociedades europeas de su época. Los antepasados de los segundos también arribaron como inmigrantes huyendo de la pobreza, la corrupción y las dictaduras, pero mucho después; y los bisabuelos de los últimos fueron cazados brutalmente en Africa, vendidos y obligados a trabajar como esclavos aquí. Sin embargo, la sangre de los tres es roja.

Video tomado por un testigo de la masacre de policías en Dallas, Texas, a manos del veterano de la guerra de Afganistán, Micah Johnson. Números escalofriantes

Ha habido mucha sangre de los tres grupos en las calles de Estados Unidos últimamente. Es muy importante entender claramente el valor de los números, para tener una idea de lo que está pasando. Solamente en 2014 (cifra más reciente de un año completo), se produjeron en el país 14.249 asesinatos, según la Oficina Federal Investigaciones (FBI). Del total, 46% ocurrió en el sur del país, 20.5% en el medio oeste, también 20.5% en el oeste y 13.1% en el nordeste.

Estos números nos permiten saber lo que siempre hemos sospechado: vivimos en una sociedad violenta. El mismo informe indica que en el país se cometieron más de un millón 165 mil crímenes violentos, entre asesinatos, homicidios involuntarios, violaciones sexuales, robos y asaltos agravados. El informe anual de crímenes de 2013, preparado también por el F.B.I., revela que 83% de las víctimas de raza blanca fueron asesinadas por delincuentes de su misma raza, y el 90% de las víctimas afroamericanas fueron asesinadas por criminales de la raza negra. El 14% de las víctimas blancas fueron asesinadas por afroamericanos y el 7.6% de las víctimas negras fueron asesinadas por criminales blancos.

En lo que se refiere a personas muertas a manos de la policía, cifras recopiladas por el diario The Washington Post indican que hubo 990 homicidios de ese tipo en 2015. De ese total de muertos, 494 fueron blancos, 258 negros y 172 latinos. Hay grave peligro de que esos números aumenten en 2016, ya que hasta julio 512 personas habían muerto por acciones policiales. La inmensa mayoría de las víctimas eran criminales peligrosos que murieron en enfrentamientos a balazos. Aun así, es tiempo de que los líderes de los diferentes organismos de seguridad pública reconsideren seriamente el entrenamiento de sus agentes, y pongan en práctica algún tipo de plan de identificación de gente violenta que por una razón u otra, logró entrar a las filas de la policía. Las tecnologías modernas permiten someter a un sospechoso de muchas maneras. Matar a un ladrón sin provocación o a alguien que a juicio de un policía representa una supuesta amenaza, es moralmente un crimen mayor que robar. No es necesario cometer la grosería de preguntarle a esos ejecutivos policiales, qué sentirían si vieran a sus hijos morir indefensos por una bala disparada por algún policía mal entrenado, o emocionalmente desajustado.

Algo así sufrió Philando Castile, joven afroamericano de 32 años, quien portaba una pistola legal, cuando fue acribillado por el policía Jerónimo Yáñez en Falcon Heights, Minnesota, en el momento en que iba a mostrarle su licencia de conducir y el registro del vehículo que manejaba, durante una parada de tráfico. La versión oficial señala que Yáñez, que es latino, reaccionó a la presencia de una pistola, no de una raza. Castile advirtió al policía que tenía permiso para portar un arma. Castile trabajaba como supervisor en la cafetería de una escuela Montessori en St. Paul, en la cual comenzó desde abajo en 2002, cuando tenía 19 años. Inclusive Chris Cox, uno de los directivos de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), declaró sobre el caso: “destruyan al Islam radical, no el derecho de los norteamericanos obedientes de la ley a protegerse a sí mismos”.

Video tomado por Lavish Reynolds, novia de Philando Castile, con la víctima desangrándose a su lado.

Líderes comunitarios y comunidades

Es tiempo también de que muchos líderes comunitarios se tomen en serio las causas que llevan a sus representados a la muerte, y encuentren fórmulas de sacarlos de la pobreza y el crimen. No basta con denunciar. Hay que trabajar. Hay que sacar de las mentes de muchos jóvenes que las pandillas, los asaltos y los homicidios son las únicas alternativas. Es doloroso aceptarlo, pero cifras del FBI indican que entre 1980 y 2008, el 52% de los homicidios que se cometieron en el país fueron perpetrados por personas de raza negra, a pesar de que la comunidad afroamericana representa sólo el 13% de la población total de Estados Unidos. En el mismo periodo, el 45% de los homicidios fueron llevados a cabo por blancos. No es necesario cometer la grosería de preguntar a esos líderes de relieve nacional, en qué calle de Watts viven.

En 2014, había en Estados Unidos 2.2 millones de prisioneros en las cárceles, de los cuales el 35% era de raza negra, según datos del Departamento de Justicia.

Hay que ayudar a mucha juventud afroamericana a entender que los modelos a seguir son el presidente Barack Obama, el general y ex secretario de Estado Colin Powell, la presentadora de televisión Oprah Winfrey, el laureado actor Morgan Freeman y los astronautas Guion Buford, primer hombre de la raza negra en viajar al espacio en una nave de la NASA, y Mae Jamison, primera afroamericana en volar fuera de la órbita terrestre.

Hay que eliminar de las mentes de muchos de esos jóvenes que un verdadero afroamericano tiene que pensar como negro. Esa visión limitada de la vida y la sociedad, solamente sirve para sumir a esos jóvenes más y más en el ghetto. Y el ghetto es pandillas, drogas, crimen, cárcel y muerte.

Agentes asesinados y confianza en la policía

Por otra parte, en lo que va de 2016, un total de 26 policías han sido asesinados con armas de fuego, incluidos los cinco de Dallas, Texas, masacrados por el veterano de la guerra de Afganistán, Micah Johnson. Esto representa un aumento del 44% respecto a los 18 que corrieron la misma suerte en el mismo período de 2015, de acuerdo con cifras del Fondo Nacional en Memoria de Miembros de la Fuerza Pública.

Datos de la encuestadora Gallup recopilados en 2015 revelan que el promedio nacional de confianza de los ciudadanos en la policía es de 53%, lo cual varía entre blancos, latinos y negros. Los primeros confían en la seguridad pública en un 57%, mientras que los segundos lo hacen en un 52% y los terceros solamente en un 30%. En materia de líneas políticas, 63% de los conservadores confía en la policía, 49% de los moderados también, y 44% de los liberales. Moraleja: hay desconfianza en la policía, a pesar de que patrullar las calles de un país en que se cometen anualmente más de un millón de crímenes violentos es una tarea titánica, heroica.

Los medios de comunicación también están obligados, moral y profesionalmente, a tomar nota de todo este abanico de violencia, de angustia y frustración, no sólo de los hechos que producen altos niveles de audiencia. Desde todos los ángulos, con todos los puntos de vista, sin paternalismos ni demagogias. Hay que hacer la tarea. La sociedad tiene derecho a saber.
Jesús Hernández Cuéllar

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About the Author

Jesús Hernández Cuéllar es director y editor de Contacto Magazine. Desde 1981 ha trabajado en todo tipo de medios: agencias de prensa, diarios, radio, televisión, semanarios, internet, revistas y redes sociales. Fue redactor de la agencia EFE en Cuba, Costa Rica y Estados Unidos, así como editor metropolitano del diario La Opinión de Los Angeles, California, e instructor de periodismo de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA). Ha trabajado como periodista en las elecciones presidenciales de Estados Unidos desde la elección de Ronald Reagan en 1984.

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