Literatura. Pensamiento. Crítica.
Por Manuel Gayol Mecías.
El centro del mundo es su propia conciencia, donde se acumula el flujo de información que aflora de las conciencias individuales. En este sentido la Conciencia Mundi es prolija, porque en ella se ensarta todo un proceso de creación. Y esa creación toma su sentido del presente cuando se está proyectando hacia el universo, de manera que re-crea el cosmos mediante la luz de nuestros propios ojos. Así que todo lo que sale, con sentido racional, de nuestras conciencias individuales, va haciendo de toda la energía (energía del ámbar) que habita el espacio exterior la imagen o forma de cada una de las cosas que conocemos y hasta descubrimos en nuestro derredor y en la profundidad del firmamento.
Cada conciencia individual cuenta con un ojo creador directamente relacionado con los dos ojos del rostro (un tercer ojo, digamos, el inverosímil). Este tercer ojo tiene su propia luz y esa luz le viene de la Conciencia Universal. Pero también, este excelso ojo recibe la otra luz que procede del exterior de uno y entra, a través de los dos ojos humanos, a nuestra conciencia, y, de inmediato, el ojo inverosímil de nuestra mente la regresa al exterior mediante los mismos dos ojos que tenemos en la cara para visualizar el mundo fuera de nosotros. Los ojos del rostro son una puerta de entrada y salida de la luz que constantemente se está re-formando (digamos también, reinventando), gracias al poder imaginario que segrega el tercer ojo que se encuentra en nuestra conciencia.
Todo ese cielo que vemos es la magia de nosotros mismos, porque sin darnos cuenta lo inventamos y volvemos a inventar constantemente como constancia de que somos demiurgos. Y lo vemos como nuestro aporte a la Conciencia Mundi, que es la que reasume todas las informaciones que le damos, las procesa y las proyecta hacia el azul-oscuro de lo más profundo del espacio, donde se encuentra la Conciencia Universal.
Y esta última devuelve toda esa información (ya procesada en su divinidad), para crear, ordenar y permitir el caos de un ambiente interestelar que nace y muere incesantemente. Y todo porque un grupo de seres humanos (científicos, técnicos, escritores y de todo aquel que sea un aficionado al universo) se ha estado comportando y se comporta de manera pensante como un creador, para ayudar al avance evolutivo de nuestras conciencias… Así el universo completo se beneficia de la creación mencionada.
Con este proceso, hay también un tipo de inconciencia alternativa que conspira contra el ego racional, para inundar y enturbiar nuestras mentes de puro miedo, de puro tránsito intranquilo.
El miedo, muchas veces (si no es siempre), es producto de la ignorancia de no saber quiénes somos; de no saber del vacío que muchas veces permitimos en nuestras conciencias para que las mismas se vayan llenando de información negativa, o asimismo de información oscura(1); de una información deformadora, que aparte de frenar el proceso de nuestras evoluciones (no lleva claridad a la materia de nuestro espíritu) lo que hace entonces es involucionar hacia una mayor entropía del universo.
Esa entropía es la que rompe el orden y provoca las catástrofes del mundo y da lugar (o dio lugar) a la eliminación de diferentes civilizaciones, antiguas y modernas; civilizaciones que posiblemente tampoco llegaron a su autoconocimiento desde una perspectiva ontológica, y causaron sus propias hecatombes.
El hecho de que exista la conciencia en el individuo no quiere decir que ya el hombre esté salvado; que ya el ser humano cuente con un recurso que le va a garantizar siempre su evolución hacia lo espiritual. La conciencia humana surge en la persona en determinado tiempo después del nacimiento del niño o niña. Y es una conciencia que poco a poco va aprendiendo, y al mismo tiempo creando su entorno; tomando la energía ambarina del exterior para darle forma y color, y regresarla.
Pero también esa energía exterior que rodea a la criatura puede ser negativa; puede estar inundada de oscuridad letal; una energía malévola que va erosionando, reduciendo, achicando la conciencia de ese ser que, en un futuro, en el que debe racionalizar su vida, va convirtiéndolo en un ego irracional.
Asimismo, puede haber sido que la criatura al nacer haya recibido una conciencia turbia. Lo que quiere decir que, en su proceso de crecimiento, esa criatura no va a desarrollar otra cosa que no sea una conciencia gris u oscura.
Todo esto propone una tendencia hacia el vacío de la Nada. En ese ser habrá siempre una lucha entre lo racional y lo irracional; entre la sensatez y la estupidez; entre hacer el Mal o hacer el Bien (la lucha podrá ser intermitente, pero por lo regular termina en el lado oscuro, por lo que muy probablemente triunfará la irracionalidad (la arrogancia, la ambición, la lucha por el poder). Y lo que, por lo general, sucede es que la mayor parte de la información que va a recoger y procesar la conciencia de ese ser es una suma de datos defectuosa: tergiversada, distorsionada; una información que se bloquea a sí misma como tal para dar lugar a una información bazofia, o hasta sofisticadamente negativa.
Así, el tercer ojo aquí (el ojo inverosímil, digamos) desaparece. Solo quedan los dos ojos del rostro que no ven más que penumbra y hasta oscuridad: lúgubre luz que es tan opaca como siniestra, porque entonces esa conciencia ya enturbiada entra en las sombras de un camino hacia la Nada, para dislocar su propio entorno. Es una conciencia de lo diabólico que busca recoger lo más negativo de una noche sin estrellas.
Lo peor de este mundo, que se puede encontrar también en lo oscuro del universo, no es otra cosa sino el propio deseo de una conciencia irracional; deseo que se hace locura malsana en cuanto la conciencia irracional lo pide; y hasta lo exige; porque solo le importa el poder que pueda conseguir para desarrollar su vanidad en este mundo.
La vanidad es dulce, lujuriosa; es como el hermoso canto de las sirenas, que te atrae y te envuelve en un éxtasis sin límites. La vanidad es tu propia obsesión por ti mismo; es el rechazo a los demás. Vanidad es la búsqueda incesante del espejo como superficie reflectora, en la que Narciso se encuentra a sí mismo, en la arrogancia de sí mismo, sin otro interés que los poderes de la noche profunda y oscura entrando en sí mismo.
Cuando tú encuentras el poder de tu exacta irracionalidad es porque estás en lo más hondo de la oscuridad. Pero esta es una negrura que la llevas tú mismo en un alma que ya está devastada: podredumbre con manchas de vacío. El alma envuelve la conciencia que, primero, se hace opaca y después oscura. Vanidad es soberbia y exceso de confianza en las cosas mundanas.
Cuando este ser irracional muere, la información que llenaba (o llena) su conciencia se deshecha, pasa a formar parte de la entropía del Mundo que, a su vez, va al cumulo de la entropía universal. Por eso esta conciencia individual, debido a su irracionalidad, desaparece en la Nada. Todas las conciencias individuales irracionales no terminan sino en un gran desperdicio, terminan en el horrible vacío de la Nada.
No obstante, en última instancia, todo es información. Quizás sean los agujeros negros los que se dediquen a procesarla, de una manera tal, que posiblemente dentro de las irracionalidades y superficialidades que recoja en el torbellino informático que le entra, en su remolino, logre extraer determinadas informaciones de palabras o de materia válida que vaya a parar a una especie de almacén o storage que las guarde hasta una probable utilidad futura.
Ahora, ¿qué sucede con toda la demás basura que entró por el agujero negro y de la cual no puede salvarse nada? ¿Desaparece? ¿Se convierte en una angustiosa energía irracional? ¿Existe la energía irracional, entonces?
Yo pienso que sí, y que esta es la parte no solo de la Nada que anda en la penumbra de Dios, sino asimismo es la parte errónea, entrópica y catastrófica del universo, que en definitiva constituye el Mal; esa oscuridad que el narcisista y el ego irracional contribuyen a crear. Y que no es la oscuridad original.
El Mal es una información que habla del vacío de la Nada. Y esa información, de alguna manera, puede venir, desde un principio, en la encarnación de una conciencia. Es decir, hay conciencias individuales que ya vienen con el germen latente de una negatividad obscena, y este germen de lo suciamente mundano da forma a un alma jodida; un alma, con su conciencia, que ya surge en este mundo con la tendencia hacia el Mal, hacia la distorsión, hacia la vanidad. De aquí, en muchas ocasiones, de almas enfermizas que ansían el poder del Mundo, o hasta cualquier poder, con tal de ser ellos a los que los demás se supediten y reconozcan.
Lo que quiere decir que no todas las almas que se encarnan van a ser almas limpias y transparentes. No, amigo lector, hay almas también que, en la conciencia que van a desarrollar, se encuentra el falso código del absurdo, o de la estupidez, o del ordeno y mando, etc. Y esas conciencias, de alguna manera, se incorporaron (incorporan) a un cuerpo en este mundo para poder relacionarse con la parte densa de la Oscuridad (2), a la que corrompen.
Por otra parte, hay almas que se incorporan bien a un cuerpo y traen unas conciencias individuales limpias, pero no así la energía del ámbar que las fortalece y las ayuda en su evolución. Son almas y conciencias débiles, algo dependientes, digamos, que pueden dejarse influir fácilmente. Y que, en poco, o en mucho, pueden hacer una traslación hacia la facilidad de vida; o lo que es lo mismo, hacia la Nada.
Para un alma de esta índole, es fácil de ayudar a la nueva conciencia que llega a este mundo, siempre y cuando la conciencia que esté haciendo su papel de observadora pueda hacer, en paz y salud, su valoración y llevar a cabo asimismo que esta nueva alma encuentre su derrotero. Esta alma —si cuenta con el apoyo de una familia segura y un entorno provechoso— desarrollará con esa ayuda la emotiva e inteligente sabiduría necesaria para realizar una limpieza profunda como nueva conciencia, que se beneficiará con un estupendo salto evolutivo.
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Notas:
1 Por eso es que, en ocasiones, nuestra alma, a través de la conciencia, nos envía señales de lo erróneo de determinadas ideas y/o hechos, para que no carguemos a la conciencia individual que tenemos de información negativa.
2 Hay que recordar que la Oscuridad en su esencia es irradiante y contiene la luz invisible que nosotros no podemos ver. Consultar mi libro Las vibraciones de la luz (Ficciones divinas y profanas). Intuiciones II, ver la “Introducción: De la Oscuridad, la Nada y la Luz”, pp. 31-2.
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