“El hálito de un orden sin retorno”

Written by on 17/09/2013 in Critica, Literatura - No comments
Literatura. Crítica.
Por Waldo González López…

Vicente Echerri

   Casi de memorias —el más reciente título del también periodista, narrador y ensayista cubano Vicente Echerri (Trinidad, Sancti Spíritus, Cuba, 1948)— es buena muestra de su rigurosa labor poética.

Publicado en 2008 por el también poeta cubano George Riverón, en Bluebird Editions, el breve pero intenso volumen —dedicado «A la memoria  de mi madre, y de Heberto Padilla por la poesía»— da buena cuenta de la valiosa creación en versos del también autor de Luz en la piedra, su primer título que —escrito en Cuba y confiscado cuando Echerri se disponía a abandonar el país en 1979— solo podría ver la luz cuando lo reprodujera de memoria en Madrid, donde por fin lo publicara en 1986, por la Editorial Oriens.

Heberto Padilla. Caricatura de Juan David

   La sencillez y el lirismo sin ambages dirige el discurso en versos de Vicente Echerri, cercano al de su admirado Heberto Padilla, tal se corrobora en su segundo volumen, al margen de que el propio poeta lo confesara en la presentación del título en Miami. Entonces, diría Echerri:

 Yo siempre me he sentido afín a su estética, a una poesía que le sea connatural la sencillez, que no es el equivalente de la ramplonería, y, al mismo tiempo, que esté infundida por una pasión que la salvara de cualquier trampa prosaica; que tenga un grado de tensión que nos convenza de su necesidad, de que se trata de un decir insustituible, de una manera de comunicarnos que no puede suplantarse por ninguna otra. Cualquier debilidad en esta búsqueda, en este compromiso, convertiría la poesía en un quehacer frívolo, incluso superfluo.

     Rasgo corroborado, en la propia presentación del volumen, por su editor George Riverón, quien con acierto afirmara: «[Echerri] es un poeta sin retórica, fresco, alejado del lugar común, un juglar moderno que regresa de un largo viaje».

Muy cierta la precisión del poeta holguinero, pues la sencillez y frescura de Echerri tiene mucho que ver con las del Padilla de El justo tiempo humano (título que marcara pauta en la poesía cubana de los 60 hasta la fecha). Entonces, en este segundo poemario se aprecia el aliento liricoloquial de Echerri. Mas, vayamos por partes.

Dividido en tres secciones («Memorabilia», «Ex Arcadia» y «Un lugar de regreso»), el cuaderno corrobora su pasión por la necesaria sencillez, en el abordaje de sus temas, teñidos con nostalgia (en una suerte de querida remembranza) y pesar (en la triste evocación de los sufrimientos vividos en su país), tal asimismo la huella de la lírica memoria y la honda praxis, proporcionadas por su sensibilidad de poeta al conocer (in situ o imago mediante) ciudades, países, como también obras clásicas de la plástica internacional de Europa (París, Hungría, Polonia, Grecia…) y Estados Unidos, en los que ha experimentado los trabajos y los días, tal un nuevo Hesíodo.

A lo largo de este nuevo cuaderno, lo erótico se fusiona con su discurso de saudade y presente que quiere salvar lo vivido. De tal suerte, si ya en su anterior Luz en la piedra, quería instituir su impronta poética/estética con logrados versos —que anticiparían los de este segundo volumen—, ahora continuará tal legado. De ahí que, si en el “Nocturno tercero” de aquel primer poemario, escribía Echerri:

El amor es estas cuatro letras

la marejada sin identificar

asunto de poemas…

Lo cierto,

el alquiler de los hoteles

el torso que descubre los caminos australes

lechos, exudaciones

esa animalidad agazapada

en las buenas maneras de clubes y teatros.

    

      Y sólo varios versos después, ya finalizando este poema, define de esta suerte:

Han hallado debajo de las camas

los cuerpos de los ángeles

mordidos de ratones,

mientras sopla sin ruido

un huracán de lóbregas resinas.

   Durante la mencionada presentación en Miami de su poemario, añadió Echerri:

A veces estos poemas tienen algo de álbum de viaje, sobre todo los contenidos en la primera parte, pero siempre van a ser el resultado de un deslumbramiento y de una pesarosa reflexión sobre la caducidad y sobre el devenir, sorda rebelión contra el tiempo que implacable y minuciosamente nos hará polvo, junto con nuestros sueños y proyectos. A veces, un poema en particular, responde a la emoción que suscita un objeto, una persona o su recuerdo, un paisaje particular.

    Así, en Casi de memorias, confesará sus impresiones líricas en varios momentos (“Beaux Arts”, “La tour de M. Gustave Eiffel”, “Dans la Conciergerie”, “Jasón”, “Autorretrato de Durero”, “Aquisgrán…”, “Elegía Varsoviana”, “Primavera”, “Pero ya no”…

Tales impresiones/evocaciones sobresalen en la primera sección, pero en las restantes posee mayor peso lo vivencial/real/acontecido, siempre evocado con un lenguaje idóneo, mediante el que las palabras casan admirablemente con lo expresado por el poeta. Mas, leamos un fragmento de su poema “Beaux Arts”:

Desierto

el camino que bordea

los poderosos contrafuertes del río,

no encuentro quien comparta

mi júbilo y mi asombro

al comprobar

que uno puede escaparse

por el cuadro de un libro.

    “Jasón” —escrito por el poeta en una visita al Victoria and Albert Museum, ante la estatua que da nombre a su texto—, acentúa el erotismo, tal se constata en el siguiente fragmento:

[…] la tibia piel

el olor

el aliento

la humedad de los labios

el deseo…

se quedaron

en el pequeño, penumbroso taller

del escultor

que conoció la gloria de tu carne

y quiso perpetuarla

con el nombre de aquel que navegó

en busca del fabuloso vellocino. 

       Asimismo, en otros momentos subraya lo erótico, tal sucede en «Autorretrato de Durero»:

El tiempo pasa mientras pintas

y el cielo opaco de la medianoche

es lo que se recorta en tu ventana,

y la luz de tu lámpara

juguetea en las paredes y en tu imaginación,

y afuera alguien se embosca

y en los lechos se ama.

    En la segunda sección «Ex Arcadia» resalta el influjo vivencial/erótico. Lo constatan textos como “Confluencias”, donde, tal su título indica, la soledad dice más que mil palabras, según lo corrobora el poeta en este fragmento con que se inicia su texto:

                            Sólo con tu recuerdo

rodeado de las pequeñas cosas que te nombran  

aparecido de mí mismo

sumergido en tu busca

en esa zona de luz que habitas

dentro de mí,

en ese espacio que la tristeza siempre cede al goce,

la blandura del júbilo,

el deseo.

     “Qué menos” permite a Echerri enunciar el lirismo de fina y honda raigambre, ya adueñado de su corpus poético, que posibilita el idóneo cierre:

Es otoño

y ahora miro las frondas doradas

de los bosques que no han visto tus ojos.

     En la última y más breve sección «Un lugar de regreso», Echerri entrega al lector quizá los más altos poemas del volumen, en tanto echa un vistazo, más que en los textos que anteceden a esta zona del libro, al cotidiano acontecer, a lo vivido. De tal suerte, tal acontece particularmente en dos textos: “En la penumbra” y, sobre todo, en “Disertación de la memoria”.

El primero se inicia con versos conceptuales que muy bien precisan, con insondable poesía, esa etapa cantada por tantos poetas en la que desarrollamos nuestros mayores y mejores potenciales cognitivos y físicos, por constituir la etapa cenital de los humanos. De tal suerte, escribe:

La juventud es siempre un lugar de regreso,

el único país al que viajamos

tripulando la muerte;

por eso en la penumbra

donde jugamos al amor

tu rostro es tan antiguo

y tan se porvenir:

el destino que tejen la memoria y el sueño.

 

Me separo de ti para mirarte

                             el rostro —de perfil—

que yace levemente en las almohadas

sereno, hermoso

intocado todavía por el tiempo

y que, siendo tan tuyo,

es de la humanidad.     

 

En la penumbra,

me conmueve la visión de esos rasgos

que el tiempo ha de borrar

y que, no obstante,

son eternos

—memoria y porvenir—

amorosa fusión del arte y de la vida.

    Por fin, “Disertación de la memoria” constituye, como anuncia el título, una suerte de repaso memorioso/vital en una segunda persona que, de algún modo, imbrica su propia voz y personalidad, pues intuyo en sus versos no pocos rasgos autobiográficos, aunque tal aspecto no es decisivo, pues lo que importa es la calidad de este poema que sirve el autor de formidable despedida del lector.

En sus primeros versos, Echerri confiesa:

Yo te había visto desde la infancia

cuando hacía castillos diminutos en las mañanas

u oía de los mayores relatos de otra época […]

   Dos estrofas más adelante, precisa, siempre en la presunta confesión dialógica:

No sabías de nostalgia

ni te afligía el destino de Mozart

ni el fin de Napoleón en Santa Elena

ni percibías la destrucción minuciosa de todo

ni buscabas

en libros viejos y empolvados

el hálito de un orden sin retorno.      

  

                             Vivías naturalmente,

como crecen los árboles

o como fluye el río,

sin excusarte

sin saberte en el centro de un mundo que caduca.

    Ya en los versos finales, concluye su hermoso texto de esta suerte, como reconstruyendo los idus de un tiempo decisivo, mas sin olvido:

Hoy no te reconozco

en el adolescente

que va silbando una canción de moda,

sino que te recuerdo por tu nombre,

como fuiste,

con una juventud que es solamente mi memoria.

    En suma, Casi de memorias resulta —en su reconstrucción de algún modo autobiográfica, siempre lírica— una inestimable evocación de la dura pero hermosa existencia de Vicente Echerri, cuya praxis arriba al sensible e inteligente lector, a través de sus apreciables versos con la honda claridad que ejemplifica la mejor poesía en lengua española, de Quevedo a Borges, pasando por el admirado y decisivo poeta cubano Heberto Padilla.

[Foto de Vicente Echerry por Orlando Jiménez Leal. Caricatura por Juan David]

Waldo González López

©Waldo González López. All Rights Reserved

About the Author

Waldo González López (Cuba, 1946). Poeta, ensayista, crítico literario y teatral, antólogo y periodista cultural. Graduado de Teatro en la Escuela Nacional de Arte, donde creó el Archivo de Dramaturgia e impartió clases de Historia de la Literatura para Niños y Jóvenes, en la Cátedra de Teatro para Niños (cofundada por él) y de Historia del Teatro Universal y Cubano. Cursó estudios de Francés en el Instituto «Máximo Gorki» (1964-1966), Licenciado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de La Habana, 1979), integró el Centro Cubano de la Asociación Internacional de Teatristas de la Infancia (ASSITEJ, de la UNESCO), las Asociaciones de Teatro y Literatura de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en sus Secciones de Crítica Teatral, Poesía, Traducción Literaria y Literatura para Niños y Jóvenes. Fue Asesor del Teatro Nacional de Cuba y de los dos Centros Iberoamericanos de la Décima (La Habana y Las Tunas). Sus versos han sido traducidos a varias lenguas y publicados en Francia, Estados Unidos, México, Colombia y Argentina. Ha traducido del francés a los poetas Jacques Prévert, Marie de France, Molière, Joachim du Bellay y realizó versiones para la antología Poesía polaca. Su labor como poeta, crítico teatral y literario, antólogo y ensayista ha sido reconocida entre otros, por las pedagogas y antólogas puertorriqueñas Flor Piñeiro e Isabel Freire de Matos en su volumen Literatura Infantil Caribeña; el profesor y ensayista jamaicano Keith Ellis, en su estudio Cuba’s Nicolás Guillén: Poetry and Ideology, y el antólogo y ensayista español Antonio Merino en el prólogo de su antología Nueva poesía cubana. Ensayos suyos fueron incluidos en las antologías Nuevos críticos cubanos, Acerca de Manuel Cofiño y Valoración múltiple: Onelio Jorge Cardoso. Prestigiosos ensayistas y críticos cubanos y de otros países se ocuparon de sus múltiples libros. Fue jurado consuetudinario en eventos literarios, teatrales y de periodismo cultural, y participó en Congresos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), foros y otros encuentros con especialistas de Cuba y otros países. Entre sus más de 25 libros resaltan los poemarios: Que arde al centro de la vida (1976), Salvaje nostalgia (1991), Casablanca (Colombia, 1994), Las palabras prohibidas, Estos malditos versos, Ferocidad del destino, El sepia de la nostalgia y Umbral de la nostalgia (libro de arte, con sus poemas ilustrados por la artista plástica Julia Valdés); los cuadernos para niños: Poemas y canciones, Donde cantan los niños, Jinetes del viento, Libro de Darío Damián y Voces de la querencia; las antologías poéticas (con selección y prologo suyos): Preciosa y el aire (textos de García Lorca, 1976), Los versos de tu amigo (textos de García Lorca para jóvenes, 1978), Que soy marinero yo (textos de Antonio Machado, 1984, Premio de la Crítica de libros para la infancia, 1985), Cazador de colores (poemas del cubano Emilio Ballagas; 1986), y para adultos: Paris at night (poemas de Jaques Prévert, traduc. y pról. suyos, 1993), Hasta que Dios queme el tiempo (poemas de William Butler Yeats, 1993), Añorado encuentro. Poemas cubanos sobre boleros y canciones (2001), Viajera intacta del sueño. Antología de la décima cubana (2001), Este amor en que me abraso (décimas de José Martí; 2003), De tu reino la ventura. Décimas a las madres (2003) y Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica cubana (2004). Asimismo, es autor del volumen de ensayos Escribir para niños y jóvenes (1983) y de la antología La lectura, ese esplendor (ensayos de figuras internacionales sobre lectura y literatura (Campaña Nacional por la Lectura, Quito, Ecuador, 2009), Navegas, Isla de Oro. Panorama de la décima para niños (en colaboración con Mayra Hernández; 2009), Esta cárcel de aire puro. Panorama de la décima cubana en el siglo XX (en colaboración con Mayra Hernández, en 2 tomos: 2009 y 2010). Como de los libros de crítica literaria: La décima dice más (2005) y La décima, ¿sí o no? (2006), ambos con reediciones; y las antologías La soledad del actor de fondo. Monólogos cubanos (1989) y Cinco obras en un acto (2001), así como el de crónicas Niebla de la memoria. En Cuba mereció las siguientes distinciones: Diploma al Resultado Científico por Colaborar con la nueva Historia de la Literatura Cubana, en tres volúmenes, otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; el Laúd y la Medalla del Cucalambé (Las Tunas); Diploma por la Labor Realizada en Apoyo a la Décima (Universidad “Camilo Cienfuegos”, de Matanzas); Reconocimiento como Escritor y Crítico Literario (Presidencia del Instituto Cubano del Libro) y Distinción por la Cultura Nacional. EN MIAMI Desde su arribo a Miami (julio de 2011), ha sido jurado en los Concursos Internacionales: de Poesía (2012) y «La vigencia de Tula» en homenaje al 200 Aniversario del natalicio de Gertrudis Gómez de Avellaneda, ambos de la Editorial Voces de Hoy), el Internacional de Poesía «Facundo Cabral» (2013, del Gremio de los Artistas Latinoamericanos, GALA). Asimismo, ha fungido como jurado de los eventos escénicos: 1er. Festival Internacional de Obras de Pequeño Formato (Compañía teatral ArtSpoken, 2011), 1er. Primer Festival Internacional de la Comedia (Compañía Havanafama, 2013) y de Teatro de los Miami Life Awards. Participó como ponente en el «Congreso Internacional de Dramaturgia y Artes Escénicas. Teoría y Práctica del Teatro Cubano del Exilio Celebrando a Virgilio Piñera, en su Centenario» (Universidad de Miami, 2012). Mereció el 3er. Premio de Poesía en el Concurso Internacional «Lincoln-Martí» (2011). Integró los Consejos Asesores del Festival Internacional de Monólogo “A una voz” y del Gremio de los Artistas Latinoamericanos (GALA).

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