El gran teatro del absurdo en el exilio: el trumpismo pro-Trump y anti-Trump, la derrota de la aparente unidad

Written by on 08/03/2025 in Critica, Literatura, Política - No comments
Literatura. Política. Crítica.
Por Antoni Rams.

El exilio cubano, verdadero por un tiempo, a pesar de sus diferencias, estuvo enfocado en mantener la lucha por la libertad de Cuba, o anticastrismo, y la defensa de los valores más afines con dicho objetivo. La reciente victoria de Trump en Florida y en el Gran Miami demostró que los cubanos que pueden votar aún, votan por el sueño de la redención, y votaron por Trump porque ha sido el presidente más consecuente apretando las tuercas contra la tiranía castrista. Si hubiera ganado la Harris, estaríamos ahora presenciando una victoria histórica del comunismo cubano. El partido demócrata es el partido favorito del castrismo. Pero si bien existe una pasión libertaria en el común de los cubanos, Miami se la pasa luchando contra sus demonios: la propaganda de los medios y la penetración cultural castrista. Pero esa lucha no desviaba a nadie, es decir, a los preclaros, de la intransigencia ante el procastrismo y sus derivados: liberalismo de izquierda, pro partido demócrata extremo, obamismo, dialogismo, etc. Esta gente está programada, te caen en pandilla en las redes sociales.

Sin embargo, con Trump desde 2018 se produjo algo insólito: muchos que se llamaban anticastristas promovieron la degollina anti-Trump, asumiendo la narrativa de izquierda y del mismo castrismo, y se quemaron porque Trump ganó las elecciones, pero continuaron su lucha revolucionaria contra el malo Trump. Esta fue la primera vez que el antiexilio organizado y compacto se quitó la máscara. Alegaron, para defenderse, que vivían en un país libre, con derecho a criticar a Trump, o, mejor dicho, a fusilarlo verbalmente o con movilizaciones vandálicas, como hizo Antifa y BLM. Claro que existen los derechos hasta para cambiar de casaca, que fue lo que hicieron los tapiñados.

Ahora, con la nueva victoria electoral apabullante de Trump, y como si una orden superior, tal vez el dios Marx o Fidel, los compulsara, han vuelto a sus «trincheras de ideas», pero con otra estrategia: simular unos ser trumpistas críticos y criticar a otros en nombre de la democracia en peligro. No los vemos aplaudir, por supuesto, la lucha contra la corrupción, que Trump esté limpiando las aberraciones del USAID y la NED, FEMA, etc., porque ellos se beneficiaban de esas entidades, ni que haya más tolerancia y libertad de expresión con todas las tendencias; antes solo se toleraba a la izquierda políticamente correcta y la farsa de la media izquierdista proglobalista. Pero lo que más les ha servido para pretender demoler a Trump ha sido la guerra en Ucrania.

La melcocha crítica en contra de Trump es una escena grotesca: están los bien pensantes al lado de los mal pensantes, anticastristas que coinciden con los castristas; hay trumpistas que maldicen a Trump por negociar con Putin, que es una actitud justa, porque Putin es el agresor y fue comunista, pero maldecir a Trump porque quiere la paz es un infantilismo, una manera de pensar el mundo con extrema rigidez política. Están aquellos, los intelectuales, que usan sarcasmos, choteos, regodeos, para pasar como críticos light, y los que se creen la verdad absoluta y regañan a los trumpistas por seguir al nuevo Hitler. Los hay escurridizos, que critican y no critican, que se deslizan por las redes posteando lo que dicen los antitrumpistas, y dan likes a los heraldos de la izquierda; los hay fanáticamente anti-Putin, pero solo para ir en contra del trumpismo; en realidad no les importa Putin ni los muertos en Ucrania, lo que desean es el paredón para Trump.

Los hay tan traumados que se les perdona ser idiotas, y los hay —como algún que otro exiliado que parece legítimamente anti-Castro— y que de pronto esgrimen un odio patológico contra Trump al mes de estar en el Gobierno. Bueno, los hay lobos, hienas, cerdos, buitres, tiburones, y aunque podría aplicar al género político en general, con Trump lo correctamente político es alzar las banderas del socialismo y el globalismo. Por supuesto, hay críticos de Trump de izquierda o de derecha que buscan la verdad de los hechos, sin llegar a extremos ni al vilipendio ni a la doble cara y el doble pensar, pero a veces no pueden evitar la contaminación. La guerra en Ucrania, si ha servido para algo, es para reconocer a los que son y no son genuinos en la esfera del anticastrismo real. Ha servido para que las caretas caídas no vuelvan a engañar con la simulación y los críticos tóxicos.

Viva el plan de paz para Ucrania, no más guerras.
Abajo Putin, pero que viva Trump, el pacificador.

Pido disculpas si este artículo mortifica, hiere, delata o envenena a alguien. Y a esos otros que lo leen y me difaman con emails ficticios.

En el próximo post, que compartiré con la Pentarquía Invisible y huracanada, me ocuparé del tema «ALGUNOS PREFIEREN QUEMARSE», que son aquellos que siguen la estrategia del descaro absoluto, la defensa del procastrismo y de los otros, aquellos que no se quitan a Castro del camino y profanan a Martí cada día.

Nos vemos hoy en X [5 de marzo].

Muchas gracias.

AL CIRCLE FREEDOM, DEL HERITAGE FOUNDATION, LES MANDO MUCHOS ABRAZOS.

Estas observaciones son parte de la descarga que hace noticia.

Que disculpen los que no quieren escuchar, y allá de aquellos que no comprenden en el hueco reaccionario que nos quiere meter cierta gente nihilista de alma, cierto pantano jacobino postmoderno y neomarxista, en aras del Nuevo Diseño y Reset del mundo patrocinado por los partidos y gobiernos globalistas.

Ahora el globalismo pro guerra en Ucrania ha logrado lo increíble: la unión de las fuerzas seculares antinorteamericanas de las izquierdas y socialistas con las fuerzas liberales de etiqueta demócrata, con demócratas falsos y con demócratas de derecha obsesionados con ganar la batalla de los imperialismos.

Pero la clave de esta ofensiva fatal, que tiene a Trump como objetivo, es que las viejas estrategias del engaño se desmoronan, que detrás de las cumbres europeas hay una verdadera necesidad de seguir lucrando con guerras, estrategias, socialdemocracias, corrupción y desfalcos de dinero. VIVA LA MUERTE.

Quieren seguir chupando la teta americana sin que nadie los moleste. El odio a Trump se debe a que esa nueva modalidad de capitalismo, que no soporta el patriotismo, quiere imponer el capitalismo globalista o imperialismo de izquierda, y Trump se ha convertido en un obstáculo. Esto se ha dicho desde la era Clinton. La paz es un obstáculo; negociar la paz con las superpotencias, China y Rusia, es un obstáculo al actual estatus quo que Trump quiere modificar.

Ninguno de esos países del bloque europeo está luchando por la libertad de Ucrania, sino por la mejor forma de que el financiamiento militar estadounidense llegue a sus arcas. Ellos saben que Ucrania no puede vencer a los rusos… Y saben cómo va a terminar esa guerra perdida… Así son ellos. Ahora vemos a la izquierda que antes levantaba pancartas contra la guerra, justificando una guerra perdida, porque claro, no les importan los muertos, sino la propaganda. Y es su propaganda lo que hace un daño de alcance inaudito. Lo vemos en el diversionismo que ha provocado mundialmente y en nuestro medio cercano, el exilio cubano.

La nueva generación de tapiñados y falsos demócratas son una plaga que no se acaba de acostumbrar a las derrotas. Y es el mismo Zelenski, que tanto adoran, el que los va a derrotar de un momento a otro, cuando falle la tubería de dinero y su esposa no se pueda comprar joyas en París.

No sé si es fake news, pero hoy [5 de marzo] me enteré de que Alemania ha insinuado que quiere que Putin le abra el conducto de gas a bajo precio…


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CORTESÍA DE CUBA NUESTRA

About the Author

Antonio Ramos Zúñiga Estadounidense, nacido en La Habana, Cuba. Historiador, periodista y arqueólogo. Se dedica a la arquitectura y al estudio de las fortificaciones antiguas. Ha publicado en varios países y es coautor de varias antologías, colabora en revistas especializadas de Estados Unidos, España, Argentina, Puerto Rico, Alemania, etc. Algunos de sus trabajos han recibido premios en la categoría de historia, periodismo y arquitectura. En la especialidad de castillología ha publicado once libros: Habana, la Ciudad de los Castillos, Castillo del Morro de La Habana, la gran historia, Montalembert en Cuba, Guantánamo, Fortificaciones de Matanzas, Guantánamo, Piedra y geoestrategia, la defensa del Gran Caribe, etc. En narrativa, le han publicado: Cornatel, el secreto español, Bonos Chinos, Los desafectos, cuentos winstonianos. Es coeditor y coautor de El libro rojo del marxismo cultural. Actualmente investiga la documentación cultural sobre Cuba en los archivos de México. Tiene dos libros de poemas en proceso de edición.

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