De las asombrosas semejanzas entre Fidel Castro y Hitler

Literatura. Historia. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.

Foto tomada de la página “web” “Deadliest Fiction Wiki”

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La crisis que asfixia hoy a Cuba es la más grave que ha sufrido la nación desde que se izó la bandera nacional en el castillo del Morro en 1902.

¿Quién fue y sigue siendo el principal responsable de ello? El tercer hijo que tuvo Lina Ruz con el dueño de la casa en la que era empleada doméstica desde los 14 años: Fidel Hipólito.

Por eso, al cumplirse ahora 96 años de su arribo al mundo que él por poco pulveriza en 1962 (cuando propuso a Nikita Kruschev lanzar un ataque nuclear a EE. UU.), no importa lo chocante que resulte pronunciar su nombre, no cabe aquello de “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”, la celebérrima frase con la que comienza Cervantes su inmortal Don Quijote.

No es posible sepultar en el olvido al hombre que asesinó a miles de cubanos, hizo emigrar a más de dos millones, y de hecho acabó con Cuba. Como no es posible ignorar históricamente a Calígula, Iván el Terrible o Adolfo Hitler.

Y precisamente, el parecido de Fidel Castro con Hitler, y el tuétano fascista del caribeño, es lo que quiero destacar aquí, como “homenaje” al verdadero Comandante en Jefe, la Bestia de Biran, el que el pueblo en la isla no conoció, el fascista convencido y admirador del Fuhrer nazi.

Para empezar, su padre Ángel (un militar español que combatió contra los mambises en la Guerra de Independencia) era falangista franquista (fascista) e influyó mucho en su hijo Hipólito desde niño y adolescente.

Fidel advirtió, con Hitler, que dramatizando podría hipnotizar a las masas

Tafel 693, [Adolf Hitler] "Führer Bilder" :: Stadtmuseum Dresden :: Ressource :: museum-digital:sachsen

Provenance/Rights: Stadtmuseum Dresden. Licensed.

Muy pocos saben hoy en Cuba que el joven Fidel admiraba a Hitler y que lo estudió a fondo. El sacerdote jesuita español Armando Llorente, profesor, mentor y amigo de Fidel en el Colegio de Belén, hace años contó que Castro pidió en la biblioteca del colegio el libro Mein Kampf, de Hitler, y que “lo impresionó mucho”.

Y agregó: “[Fidel] estudiaba y leía mucho, con especial predilección libros sobre los conquistadores españoles y escritos de los líderes del nazismo y del fascismo, como Hitler, Mussolini y José Antonio Primo de Rivera”. Y destacó con énfasis: “[Fidel] cantó conmigo el “Cara al sol” (himno de la falange española) veinte mil veces y con el brazo en alto”.

Y según José Ignacio Rasco, amigo y colega de estudios de Fidel en el Colegio de Belén y en la Universidad de La Habana, Castro al llegar a la Escuela de Derecho se sabía Mein Kampf casi de memoria. Y recitaba fragmentos de discursos de Mussolini y de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la falange española, el partido fascista de España.

Sin duda Castro quedó marcado at infinitum por la pasión enajenante que despertaba Hitler en la gente con sus encendidos discursos. No tanto con las “apayasadas” alocuciones de Mussolini. En la Alemania de los años 30, muchas mujeres se desmayaban de la emoción al escuchar a Hitler.

El avispado ególatra cubano se dio cuenta de que, aprovechando su talento oratorio, e histriónico, él podría igualmente hipnotizar a los cubanos con dramatizados y grandilocuentes discursos y convencerlos de que lo negro era blanco, y viceversa.

En documentales de la época se aprecia cómo Castro se parece asombrosamente a Hitler en sus encendidos discursos. Ambos adoptan las mismas poses histéricas y hollywoodenses en sus alocuciones ante las multitudes. Stalin, o Brezhnev, ni ningún otro dictador comunista hizo nunca algo parecido para convencer a nadie de nada.

La historia dirá la última palabra y nos “glorificará”

Hitler en noviembre de 1923 atacó con un grupo de adeptos el Ministerio de Defensa en Múnich, Baviera, para iniciar una rebelión nacional y tomar el poder. El ataque fracasó, Hitler huyó, se escondió, fue descubierto y enviado a prisión. En el juicio dijo al tribunal: “Aun cuando los jueces de este Estado puedan condenar nuestra acción, la historia, diosa de la verdad y de la ley, habrá de sonreír cuando anule el veredicto de este juicio y me declare libre de culpas“. Cumplió 18 meses de cárcel, donde escribió Mein Kampf, el programa político e ideológico del nazismo.

Fidel Castro asaltó el cuartel Moncada, fracasó, huyó, lo descubrieron y lo arrestaron. En el juicio dijo al tribunal: “El silencio de hoy no importa. La historia definitivamente lo dirá todo”. Así lo publicó la periodista Marta Rojas (quien cubrió el juicio) en la revista Bohemia, el 27 de diciembre de 1953 en la sección “En Cuba”. La reportera no escribió entonces “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”, pues eso no fue lo que dijo el acusado en el juicio.

Fue después, ya preso (22 meses), que el caudillo le dio un final más breve y lírico a su alegato (algunos dicen que por sugerencia del escritor Jorge Mañach, posiblemente para hacer más difícil que se descubriera el plagio de la frase hitleriana), el único programa político que hizo en toda su vida, y lo tituló “La historia me absolverá”.

Y fue también después de 1959 que Marta Rojas por razones políticas, y de amistad personal con Castro, se desdijo y afirmó que sí, que Fidel dijo “Condenadme, no importa…”. Al respecto, Juan Juan Almeida, hijo del comandante “histórico” de igual nombre, reveló en un artículo en octubre de 2014 publicado en varios medios, que Melba Hernández, “heroína del Moncada”, le contó que Fidel escribió en la prisión de Isla de Pinos la versión de su alegato, rodeado de libros, sin acceso a las notas que escribió Marta Rojas durante el juicio, ni a las transcripciones del letrado.

Las “Camisas Azules” [milicias], las brigadas de esbirros, y los CDR

Foto tomada de la Agencia Cubana de Noticias.

El líder nazi organizó sus milicias “Camisas Pardas” (copiadas de las “Camisas Negras” de Mussolini, fundador del fascismo).  Castro sus “Camisas Azules”, las Milicias Nacionales Revolucionarias, con las que militarizó el país y se consolidó en el poder. Luego inventó las Brigadas de Respuesta Rápida, netamente fascistas, para aplastar a golpes las protestas públicas y sembrar el terror en la población. Y sin uniforme para haceras pasar por ciudadanos “revolucionarios”.

El tirano fascista creó comités de delatores regionales, que hacían las listas para enviar a ciudadanos no fascistas, o judíos, a los campos de concentración nazis. Fidel inventó los CDR, no regionales, sino uno en cada cuadra, que vigilan a sus propios vecinos, e hicieron las listas para enviar a jóvenes no fascistas, perdón, no “revolucionarios”, a los campos de concentración de las UMAP. En esos campos castristas había un gran letrero que decía: “El trabajo los hará hombres”. Y en el campo nazi de Auschwitz (territorio de Polonia ocupado) había uno que decía: “Arbeit macht frei”, “El trabajo los hará libres”.

¡Qué casualidad!, Hitler llamaba “gusanos a los judíos

Hitler llamaba “gusanos” a los judíos, para presentarlos como gente inferior a la que se podía borrar de la faz de la Tierra. Millones de ellos murieron en las cámaras de gas, o de hambre.  Fidel denominó “gusanos” a quienes no estaban de acuerdo con él. Los presentaba como escoria y “enemigos” que se podían expulsar del trabajo, despojar de sus propiedades, encarcelar o fusilar.

Aferrarse a ideas fijas desconectadas de la realidad y dar órdenes disparatadas y desastrosas es otro fortísimo rasgo común entre ambos, así como el poder omnímodo como tirano, que gobernaron dando fuertes puñetazos en la mesa, a capricho, soltando palabrotas e insultos a diestra y siniestra, sin jamás rendir cuentas a nadie, como emperadores romanos, por encima del bien y del mal.

Rojo y negro, los colores del “26 de julio” y… de la bandera nazi

Por último, hay cuatro “coincidencias” más:

Foto tomada de wikipedia.

1) Los colores de la bandera del Movimiento 26 de Julio fueron el rojo y el negro, los mismos escogidos por el Partido Nazi para su bandera con la swastika.

2) La radio alemana transmitía los discursos de Hitler en los hogares, las fábricas, en las calles a través de altavoces. ¿Y en Cuba los discursos del Comandante en Jefe no?

3) El narcisista Castro nunca se quitó su uniforme militar de “Comandante en Jefe” para intimidar subliminalmente a todos. Hitler hizo lo mismo.

4) Le encantaba que le llamasen “Jefe”, que en alemán se dice “Fuhrer”.

En fin, el psicópata nazi devino el tirano más letal en la historia europea moderna, y el psicópata cubano el peor habido nunca en las Américas.

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About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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