Literatura. Crítica y Relato.
Por Ángel Veláquez Callejas y Thelma Delgado…
Si el humano por necesidad siente el peso de la condena por ser libre es porque primero ha sido arrojado al mundo con la intención de convertirlo en amor. No es amar lo que pide la existencia al hombre, sino ser amor, una presencia en sí mismo. Shel Silverstein ha escrito una hermosa parábola, El árbol generoso, que ilustra acertadamente en que consiste la ontología del amor.
Tal y como el albor majestuoso brinda su amor sin pedir nada a cambio, también sufre el amor, el desamor y muchas otras tontadas. Al árbol no le importa fracasar. La inocencia del árbol es tan inmensa, tan pura, que por el amor se presta dispuesto a desaparecer. Silverstein narra la historia del encuentro entre el amor y el usufructo, dar y recibir. Entre el árbol y el niño se produce una relación durante la cual el amor se reduce a un simple tocón para descansar. El niño recolecta los frutos y descansa bajo la sombra del árbol; corta las ramas y fabrica su casa; tala el tronco y construye una barca.
Thelma G. Delgado ha escrito un libro inspirada en el espíritu del amor, en la generosidad del altruismo. De amor, desamor y otras chingaderas cuenta la historia de los desafíos que la existencia impone al hombre sobre cuál es el sentido de la vida. Un pathos cada vez más amenazado por el estupor y la desconfianza en una sociedad que se revela dominada por el trabajo y el dinero. Pocos están dispuestos a dar y la mayoría se dispone a recibir.
La narrativa del libro de Thelma siente la necesidad de comunicarnos la historia en prosa poética, un lindo gesto que se le agradece. No podría existir otra forma del lenguaje para contarnos la vida de un naufragio de manera metafórica haciendo hincapié en la grandeza del amor, cuyo habitad es un lugar invisible más allá de la simple relación sexual y social. Como aquel tocón que sirvió finalmente de descanso para el niño, el amor que Thelma profesa en esta obra se reduce también a una simple presencia.
No es que todo lo bueno en la vida tenga que ser reducido; es que todo lo esencial se reduce así mismo. Espero que disfruten los diálogos del forastero, que desanimado ante lo que ve en la tierra, está dispuesto a compartir su última morada.
Ángel Velázquez callejas
Mi credo
Creo en las alas del pensamiento
Y en la atracción a primera vista
En la picardía detrás de una sonrisa
Y en la certeza de un deseo.
Creo en el roce de unas manos
Y en las caricias que se hacen con los ojos
En la humildad que se esconde detrás del ego
Y en el amor escondido detrás de un
Ya no te quiero.
Creo en los amores a solas
Y en llorar cuando un amor lejano se recuerda
En vivir el presente a todas horas
Y partir primero antes de ser dejada.
Creo en lo que siento
Y en el vacío que dejan ciertos amores
Creo en un te quiero y que me quieres
Sin culpas ni remordimientos.
Creo en la paz después de una pelea
Y en el amor más allá de la muerte
Creo, créame quien me crea
Creo en mí y creo en mi suerte.
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