Cuba: entre placeres y desengaños

Written by on 05/07/2021 in Critica, Literatura - No comments
Literatura. Crítica.
Por Gustavo Catalán.

Una isla víctima de todos los chantajes, de todos los sobornos… Así decía el escritor Reinaldo Arenas en su libro El color del verano pero, para el post, yo añadiría, a la “isla”, el turista o viajero si prefieren, porque el visitante va a encontrar, junto a placeres sin cuento, una panoplia de engañifas, injusticias y manipulaciones que convertirán la estancia en experiencia cuajada de claroscuros. Por supuesto, mi daiquirí en el Floridita y mi mojito en la Bodeguita del Medio por seguir a Hemingway y, en los paseos, hechizos varios e innumerables huellas del esplendor de antaño. En cualquier paladar, el disfrute de frijoles negros o congrí, camarones en púa y del mamey a la toronja como broche. De La Habana y el restaurante Doña Nieves o la Casa de Adela, a Santiago y Baracoa, con un río Yumurí que quedará por siempre en mi memoria. Sin embargo, los días también se tiñen de constataciones que ponen en solfa tanta admiración, y las cuatro ocasiones en que he estado allí mezclaron siempre un algo de desazón a lo vivido u oído.

De comprar una caja con sus famosos puros, bajo los de encima se esconden muchas veces, según me contaron, otros que es mejor tirar. Y si se trata de ron, hay quienes mezclan alcohol con algo de café para darle el adecuado tono ambarino; después, botella sellada y a por los incautos para sobrevivir, cuestión nada fácil como bien saben, entre otros muchos, las jineteras, y es que lo que sea (“¿Tú no puedes hacer algo por mí?”, es una frecuente interpelación) para salir del paso. El taxista puede ganar al día, merced a las propinas, lo que cualquier médico en un mes; de tener coche, los oriundos sólo están autorizados a comprar determinado número de litros de gasolina o, en las paladares, un máximo de doce comensales y cuidado con servir pescado porque los tundirán a impuestos.

Dejamos de transportar allí medicamentos, a través de nuestra ONG, tras comprobar, días después de entregar en el hospital la última remesa, que el receptor los había vendido a una empresa de las inmediaciones. Imagino que con pingües beneficios. En otra ocasión, en Santiago, fuimos invitados por un amigo, Yodelkis, a un “Bembé del monte”; rito de santería en su casa y durante el cual la madre cayó al suelo presa de convulsiones por aparentar haber sido poseída, lo que no fue óbice para que me arrodillase junto a ella, creyendo estar frente a una crisis epiléptica e intentando colocar en su boca un pañuelo que evitara morderse la lengua. Fue entonces, cuando abrió un ojo, a un palmo de los míos, y me espetó: “¿ya dejó unos dólares al santo?”. Porque de eso iba el espectáculo, con santos y demonios de tapadera.

El acceso a Internet puede estar vetado para evitar una eventual contaminación contrarevolucionaria y, cuando llegados a la isla, salir del aeropuerto con las cajas llenas de fármacos fue siempre tarea fácil mediante la correspondiente entrega de unos cuantos, bajo mano, al agente de turno, así que picaresca por doquier. Tan extendida como las consignas en las paredes de cualquier ciudad (“Cuba persevera y triunfa”, “La dignidad nunca muere”…), preconizando lo que, a poco que observemos, no pasan de palabras para subrayar las dos Cubas existentes: una anclada en los deseos y esa otra que asalta al visitante en cualquier rincón: la del hambre y supervivencia que sigue haciéndose, para muchos, demasiado cuesta arriba.

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About the Author

J. GUSTAVO CATALÁN Nacido en Guipúzcoa. Licenciado y Doctor en Medicina (1990) por la Universidad de Barcelona. Especialista en Oncología y Endocrinología. Diplomado en Metodología Estadística por la Universidad de París y en Sanidad (Escuela Nacional de Sanidad,1982). Tras ocupar la subdirección del Centro Regional de Oncología de Baleares, jefe de la Sección de Oncología del Hospital General de Mallorca hasta 2002 y, posteriormente, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Son Llàtzer (Ibsalut) hasta 2011. En la actualidad, ejerzo en el ámbito privado. Autor o coautor de más de 100 artículos y diez libros sobre la especialidad. Miembro electo de tres sociedades científicas nacionales y dos internacionales (European Association for Cancer Research y European Society for Medical oncology). He formado parte del comité editorial en cuatro revistas profesionales y becado por trabajos de investigación en ocho ocasiones. En 1987 obtuve el Premio Ciudad de Palma en el área de investigación científica. EN CUANTO A LAS LETRAS… En 1993, el primer libro de relatos: "De una cierta desmesura" (Edit. Prensa Universitaria. Palma de Mallorca) y, en 1997, el segundo: "Mi Giovanna por tres horas". Otros cuentos en volúmenes colectivos (1996, Edit. Noesis, Madrid; Edit. Ergon en 2005 y 2007…). Autor de las novelas “No habrá quien nos pueda separá más nunca” (Edit. Olañeta, Palma de Mallorca, 2000), “La fosa común” (Edit. Huerga y Fierro, Madrid, 2001) y, en la misma Editorial, “Tiempo de Despedidas” (2006) y “Frente a mí” (2014). También colabora en prensa con asiduidad. Autor de la columna semanal “Polvo de Letras” en la revista “Illespress” hasta su extinción y, desde hace 17 años, los domingos, columnista de opinión en “Diario de Mallorca”. Colaborador asimismo de la revista digital "Palabra Abierta", de Eastvale, California. En 2013 inició el blog “contar es vivir (te)” (http://gustavocatalanblog.com).

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