Cuba: el reto de los jamones y las salchichas

Written by on 05/06/2015 in Critica, Política - No comments
Política. Crítica.
Por  Roberto Álvarez Quiñones…
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Edo, elvenezolanonews.com

Durante un entrenamiento en Cuba de las Milicias de Tropas Territoriales (MTT) en tiempos del presidente Ronald Reagan, debido al peligro de una “inminente invasión yanqui”, un escritor amigo mío, que compartía conmigo aquella preparación para la fantasmal batalla, me dijo bajito con sorna muy elocuente: “Nosotros podemos enfrentarnos bien a una invasión militar, pero no a un bombardeo de jamones y salchichas”.

Y tenía razón. Bastaba sólo imaginarse un combate al Este de La Habana entre invasores estadounidenses y los malnutridos milicianos y milicianas (incluyendo ancianas) de las MTT, y que de pronto los aviones enemigos en vez de bombas comenzasen a lanzar jamones y hot dogs en bolsas de plástico ¿Qué habría ocurrido? Todas las trincheras se habrían quedado vacías.

Pero una cosa es que lluevan jamones graciosamente del cielo, como metafóricamente se imaginan muchos va a ocurrir con la normalización de relaciones con Washington, y otra muy distinta es pretender vender esos jamones en tierra. ¿A quién? ¿Con qué dinero?

Es arrollador el embullo que hay para hacer negocios en Cuba. Desde la crisis de los misiles atómicos en octubre de 1962 el nombre de la isla tropical no se pronunciaba tanto a nivel planetario. Todos quieren ir a La Habana, presidentes, políticos, altos ejecutivos del mundo de los negocios, incluyendo compañías de tarjetas de crédito y aerolíneas gigantes. Coincidiendo con la visita del muy entusiasmado papa Francisco, en septiembre probablemente llegará a la capital cubana el primer ferry estadounidense con pasajeros en 55 años.

Salarios más bajos que en Haití

¿Pero de qué país estamos hablando? Según un estudio de la entidad global Nationmaster, basado en datos oficiales y de los organismos económicos internacionales, en 2014 el salario nominal en Cuba fue de $25.01 dólares mensuales, el más bajo entre los 176 países analizados. Haití con $59.33 mensuales, duplica el salario cubano. En El Salvador, nación también pobre, fue de $365 mensuales.

Por su parte, la Oficina Nacional de Estadísticas del régimen castrista informó que el salario nominal en Cuba en 2014 fue de 584 pesos ($24.33), y que considerando el índice de alza de los precios al consumidor el salario real fue de 467 pesos, o sea, unos 20 dólares mensuales.

El tamaño de le economía (Producto Interno Bruto o PIB) de Cuba, que en 1958 cuadruplicaba al de República Dominicana, hoy es inferior al de su vecina caribeña. Incluso hoy Cuba importa vegetales y frutas frescas desde República Dominicana porque la agricultura isleña no logra abastecer los hoteles y restaurantes del sector turístico.

El parasitismo de Cuba es antológico. Depende de las remesas de los “gusanos” desde EE.UU. y otros países. ($2, 876 millones en 2014), y de los subsidios venezolanos (que están disminuyendo aceleradamente).

En 1958 Cuba importaba el 29% de los alimentos que consumía, ahora importa el 80%. La isla fue la azucarera mundial durante 180 años y hoy produce la cuarta parte del azúcar que producía hace 90 años, en 1925, y hasta importa azúcar para cumplir compromisos de exportación. De casi siete millones de cabezas de ganado vacuno en 1958, hoy tiene 3.7 millones. La producción de café en 1958 fue de 60,000 toneladas, pero de 6,105 toneladas en 2014. Y la conexión a Internet es la más baja de Occidente.

Es asombrosa la obsolescencia tecnológica de la planta industrial, que cuenta con una cultura empresarial y una tasa de productividad de mediados del siglo XIX, cuando Carlos Marx aún no había escrito “El Capital”. Su fuerza laboral es la más improductiva de las Américas.

Dos monedas, un gran obstáculo

Para colmo hay dos monedas. El peso “malo” (CUP), con el que se pagan los salarios equivale a solo 4.2 centavos de dólar y sirve nada más para comprar unos pocos alimentos subsidiados y algunos servicios como la electricidad y el agua. Y la masa monetaria en pesos “buenos” llamados CUC, al cambio de 24 CUPs por 1 CUC, y con una paridad ficticia con el dólar, es tan baja que resulta insuficiente para constituirse en demanda efectiva de mercado alguno.

¿Cuántas hamburguesas con Coca Cola podría vender una McDonald’s en Santa Clara o en Ciego de Avila a un precio de tres CUCs, si ello representa el 12.5% del salario mensual?

Además, la doble moneda impide calcular los costos de producción. Nadie en Cuba sabe a ciencia cierta cuánto cuesta producir un saco de papas y llevarlo al mercado. Las estadísticas son infladas. Para calcular el PIB se suman como nuevos valores agregados algunos pasivos y gastos sociales, como los de educación y salud pública. Y el mundo entero —incluido EE.UU.—, acepta esa manipulación estadística que presenta un PIB muy por encima de su valor real.

En Cuba no puede haber un mercado nacional si no se unifican las dos monedas y si los salarios no se cuadruplican al menos. Pero para ello hay que aumentar dramáticamente la tasa de productividad, y obviamente la producción de bienes y servicios no gratuitos. Eso solo se puede lograr si se liberan las fuerzas productivas, cosa a la que se niega el general Raúl Castro.

Modelo chino-raulista

Y surge entonces la pregunta clave. Con semejante panorama de pobreza, sin posibilidad inmediata de elevar los salarios, sin leyes que protejan al capital extranjero, sin infraestructura ni dinero para construirla ¿qué ofrece realmente Cuba a EE.UU.? La respuesta cae por gravedad: la mano de obra más barata de las Américas.

Por eso, si bien cabe imaginarse muchos escenarios posibles, a mi modo de ver lo más probable es que el castrismo se enrumbe hacia un tipo de modelo chino, pero raulista, es decir, militarizado y más controlado: un sistema de capitalismo de Estado con mezcla de rasgos fascistas y postsoviéticos.

Fascistas porque será abrumador el protagonismo de los militares en la economía, quienes además perfeccionarán la maquinaria de represión política. Como decía Mussolini (frase luego copiada por Fidel Castro) “Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”.

Y a la vez será postsoviético porque la “nomenklatura” militar y civil del Partido Comunista seguramente se constituirá en un entramado comercial y financiero de corte mafioso con el cual habrá que negociarlo absolutamente todo, tanto los estadounidenses, como los cuentapropistas, agricultores, cooperativistas, etc.

¿Nuevas maquiladoras?

O sea, un cese del embargo estadounidense podría convertir a Cuba en una gran maquiladora exportadora de productos a bajos precios a todo el planeta menos al pueblo cubano. El Estado, que recibiría más dinero por el turismo, podría ser cliente pero nunca en la escala necesaria para que los capitalistas recuperasen rápidamente el dinero invertido y obtener buenas ganancias.

Las eventuales inversiones estadounidenses podrían dar empleo a cubanos y estos podrían consumir. Pero el modelo raulista, a diferencia del “socialismo de mercado” chino, no vacilaría en apropiarse del grueso del salario de los trabajadores, como hace hoy con los que laboran en las empresas mixtas. Pekín no hace eso.

En Cuba está prohibido por ley que las empresas extranjeras contraten a sus empleados. Tienen que pedirlos al gobierno, que los provee ya filtrados por la Seguridad del Estado y negocia los salarios. Cada empleado recibe una pequeña parte en pesos (CUP) inservibles, y los Castro se quedan con la mayor parte, y en dólares.

Conclusión, que Cuba es tan pobre que no es un mercado propiamente. Allí la gente puede comer jamón lanzado desde al aire, pero no lo puede comprar. No tiene dinero para eso.

Lo único que la Cuba de los Castro puede ofrecerle a EE.UU. es la miseria en que ha sumido a la “clase obrera” en nombre de la cual habla y dizque gobierna el Partido Comunista.

[Tomado de ContactoMagazine.com]

Roberto Alvarez Quiñones

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About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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