Cuba: “el mismo ‘cake’ con distinto merengue”

Política. sociedad. Crítica.
Por Roberto Álvarez Quiñones.

Wikimedia Commons

Cuando se dio la noticia de que era por fin Miguel Díaz-Canel quien sustituiría a Raúl Castro como presidente de Cuba, el periodista enviado a La Habana por el diario El País, de Madrid, Pablo de Llano, le preguntó a un cubano de a pie qué opinaba al respecto. El entrevistado, Hanoi Borallo, dijo al instante: “Es el mismo cake con distinto merengue”.

Esa respuesta gráfica de ese habanero, con el típico gracejo criollo, creo es la mejor definición de lo ocurrido el 19 de abril en Cuba.  Cambia la envoltura (el merengue), pero no la masa del cake, que es lo que cuenta.

Claro, ciertamente, por primera vez en 66 años el jefe de gobierno en Cuba no lleva el apellido Batista, o Castro, y ya eso es noticia. Lo que pasa es que Díaz-Canel (DC) es solo jefe del Gobierno, pero no la cabeza del régimen. Raúl Castro continúa al frente del Partido Comunista —que le confiere la condición de dictador según la Constitución— y sobre todo de la Junta Militar. Esta última, hasta ahora cuasi clandestina, es el verdadero poder, y Castro II será su jefe hasta que se muera, como Deng Xiaoping en China.

El propio DC lo aclaró en su discurso debutante:   Raúl Castro “encabezará las decisiones de mayor trascendencia para el presente y el futuro de la nación”.

Tres cambios clave con el nuevo presidente

Con Díaz-Canel como nuevo Jefe de Estado y de Gobierno se producen tres cambios importantes, y una burla:

  • Ahora el número uno del Gobierno no es a la vez el jefe del Partido Comunista y, por tanto, el dictador es otro, no él.
  • El Presidente de acuerdo con la Constitución es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, pero por primera vez es un civil, por lo que, o se modifica la Constitución, o los militares ignorarán olímpicamente a su jefe constitucional.
  • Saldrá de su cuasi clandestinidad la Junta Militar, el grupo de generales, coroneles y comandantes que dirigidos por Raúl Castro y su hijo Alejandro es el que manda en la isla, pese a no existir institucionalmente.

La burla es que desnuda la falsedad de la “democracia socialista”: los ciudadanos del país, el PCC, el Estado y el Gobierno no tienen voz ni voto en los destinos de la nación. El faraón quiso que fuera Díaz-Canel su sucesor, y punto.

Anteriormente, desde febrero de 1959 hasta diciembre de 1976, hubo dos Jefes de Estado civiles sin el apellido Castro, Manuel Urrutia y Osvaldo Dorticós, pero no eran los jefes del Gobierno, ni los comandantes en jefe. Según la “Ley Fundamental” del 7 de febrero de 1959, que sustituyó a la Constitución de 1940, desde el 16 de febrero de ese año el primer ministro Fidel Castro pasó a ser el jefe de Gobierno y continuó como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.

El presidente de la República quedó sin poder ejecutivo, con funciones solo protocolares. Hasta ese momento Urrutia era el presidente y jefe de Gobierno, pero quien dirigía el país era Castro como Jefe del Ejército Rebelde, sin cargo en el Gobierno.

Y eso es lo que va a ocurrir ahora: Raúl Castro dirigirá el país sin cargo en el Gobierno. El 16 de julio de 1959 Castro hizo renunciar a Urrutia (por demócrata y anticomunista) y nombró a Dorticós. Y el 2 de diciembre de 1976 asumió como Jefe de Estado y de Gobierno al aplicarse la nueva Constitución.

El PCC gobierna el país, no el presidente

El problema es que, si bien DC no es constitucionalmente un mandatario solo protocolar, el país es dirigido por el PCC y la Junta Militar, no por el Consejo de Ministros o el Consejo de Estado. El Gobierno, orgánicamente, no funciona. Tiene solo funciones administrativas y burocráticas. El aparato ejecutivo del Comité Central del PCC es el que decide y controla la vida nacional. Y el dictador y su Junta Militar se ocupan de la política y de la estrategia.

Los jefes de departamentos y de secciones del CC del PCC dirigen a los ministros, a los organismos centrales, a las provincias y municipios. La política exterior se cocina en el Departamento de Relaciones Internacionales del CC.

En las provincias los ministerios tienen sus delegaciones, pero están sometidas a las directrices del PCC.  El Gobierno real en cada provincia o municipio es el PCC, cuyos jefes nacionales siguen siendo Castro II  y Machado Ventura.

¿Será Díaz-Canel el nuevo dictador en 2021?

Leticia Martínez Hernández | internet@granma.cu, 3 de marzo de 2015, en Uruguay.

En tanto, el anuncio de que cuando Raúl Castro en 2021 se retire del PCC, con 90 años de edad, si vive, su relevo será también Díaz-Canel fue una colosal falta de respeto a sus colegas del Buró Político y de la Junta Militar. A todos les restregó en la cara que él lo decide todo sin contar con ellos.

Esa decisión implica que el nuevo dictador dentro de tres años no será un militar. ¿Será así?  A priori no lo creo. La castrista es una dictadura militar hasta el tuétano y difícilmente va a ser dirigida por un civil.  Me inclino a pensar que con el retiro de Castro del PCC, por el contrario, podría afianzarse el dominio de las Fuerzas Armadas en la nación y quedaría al descubierto que el verdadero poder en Cuba es una Junta Militar. Solo así el nuevo jefe del PCC podría ser un civil, controlado por los militares.

Por tanto, nada importa si se separan los cargos de presidente del Consejo de Estado y presidente del Consejo de Ministros. Ninguno de los dos decide nada importante. En cambio, sí sería importante que al presidente le quitasen la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas y se crease un Comité Militar independiente como en China. Eso le daría carácter institucional a la Junta Militar.

Pienso que en el futuro cercano se hará visible la existencia de la ahora invisible Junta Militar. Y podría agudizarse la militarización del régimen. Y no solo porque Raúl Castro por su mediocridad se refugia en lo militar, sino para evitar que Díaz-Canel se crea de verdad que es presidente y jefe militar, y comience a “sacar las uñas”.

¿Posible flexibilización a la vietnamita, o a la china?

No obstante, como Díaz-Canel no es un comandante histórico, y no está atado a la génesis del castrismo, al inicio va a recibir el beneficio de la duda. No de que pudiera ser el Gorbachov cubano —eso está descartado—, sino de que podría realizar reformas, estimular el sector privado o dejar de reprimir brutalmente a los cubanos.

Los opositores son unánimes en que DC no hará eso.  Sin embargo, con la coyuntura actual tan difícil para Cuba, con el barco del mecenas venezolano haciendo aguas, el derrumbe del Foro de Sao Paulo y del populismo, el fin de las concesiones al castrismo por parte de Washington, y la certeza de que Pekín y Moscú no regalan dinero, la situación socioeconómica de Cuba es muy grave y el nuevo Gobierno tendrá el dilema de, o se toman medidas de peso, o lo pierden todo.

Eso no lo va a decidir DC, sino los militares, quienes controlan el 70% de la economía nacional y las divisas que entran al país. Están preocupados. Peligran sus planes de capitalismo de Estado controlado por ellos. Todo les está saliendo mal y nada mejor que aprovechar el cambio de presidente.

Tiene cierta lógica. Raúl Castro ahora desde “fuera” podría atreverse a permitir un micro “laissez faire” (dejar hacer) a DC, sin entrar en conflicto interno de conciencia con el legado estalinista de Fidel, pues sería DC y no él (Castro II), el autor material de cualquier flexibilización a la vietnamita o a la china, es decir,  capitalismo abajo con autocracia militar comunista arriba.

¿Podría Díaz-Canel empujar al dictador y a la gerontocracia medieval a esa “modernización” asiática del régimen? Por ahora nadie lo cree. En todo caso darían los mismos palos que vietnamitas y chinos, pero menos zanahorias.

El consenso hasta ahora entre los cubanos es que nada sustancial cambiará en Cuba mientras viva Castro II, y su hijo Alejandro, desde las sombras —como el Fouché cubano—,  sea el número dos de la Junta Militar.

Qué va a pasar cuando el dictador muera es otra historia. Por ahora, en términos beisbolísticos, seguimos con el cuadro cerrado.

 

 

 

©Roberto Álvarez Quiñones. All Rights Reserved

About the Author

Roberto Álvarez Quiñones (Cuba). Periodista, economista, profesor e historiador. Escribe para medios hispanos de Estados Unidos, España y Latinoamérica. Autor de siete libros de temas económicos, históricos y sociales, editados en Cuba, México, Venezuela y EE.UU (“Estampas Medievales Cubanas”, 2010). Fue durante 12 años editor y columnista del diario “La Opinión” de Los Angeles. Analista económico de Telemundo (TV) de 2002 a 2009. Fue profesor de Periodismo en la Universidad de La Habana, y de Historia de las Doctrinas Económicas en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Ha impartido cursos y conferencias en países de Europa y de Latinoamérica. Trabajó en el diario “Granma” como columnista económico y cronista histórico. Fue comentarista económico en la TV Cubana. En los años 60 trabajó en el Banco Central de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior. Ha obtenido 11 premios de Periodismo. Reside en Los Angeles, California.

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