Cuatro poemas de Marilú Capín de Aguilar

Written by on 21/05/2021 in Literatura, Poesia - No comments
Literatura. Poesía.
Por Marilú Capín de Aguilar.
AÑOS DE AUSENCIA

Tomado de amazon.com.

Si amanece quizás, y estando lejos
no acierto a contemplar tu mar en calma,
no pienses que te olvido…en mis recuerdos,
aún late una esperanza.
Sesenta años se cumplen de esta ausencia,
te dejé mi niñez en una almohada…
salpicaba jazmín la enredadera
jugando en la mañana.
¡Qué silencio la casa tan vacía!…
Repicaban a muerto las campanas,
los retratos besaban las paredes,
dormían las cigarras.
Por las calles pasaron mis maletas
tan llenas de añoranzas…
y aquél coche llevaba mis suspiros
en alma de muchacha.
Dio la vuelta a la esquina silenciosa
y allá lejos quedose ya mi casa,
la que fuera testigo de mis risas
envueltas en nostalgias.
Continuaban llorando las campanas,
cada vez con más fuerza me llamaban
y en el puerto ya el barco, negro y frío,
con sonrisa de ausencia me esperaba.
¡Que tristeza aquel mar azul de Cuba!
No hay pintor, ni pincel, que dibujara
el perfil de tu Morro en lejanía,
mi bandera flotando en la distancia.
Si anochece, quizás, y estando ausente
no acierto a contemplar tu cielo en calma
en tu manto bordado de luceros,
acoge ya mi alma.
Que aún grita mi dolor, y estando lejos,
aún late una esperanza.
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D E S T I E R R O
Aquí estoy sola, con mis versos rompiéndome la piel,
y mi pluma, cual espada de plata, atravesando sin final
hojas de papel.
Escribiendo con letras ilegibles, quizás estas notas de tinta
y sueños, deberían seguir su destino y sumergirse en ese
mar azul que vive en mi memoria y que nunca mis manos
han envuelto a enjuagarse en él.
Allí descansarán mis poemas,  eternamente libres, enterrados
en corales, escondidos entre rocas, coqueteando con conchas y
algas, iluminando los ocasos y bendiciendo nuevos amaneceres.
Quizás así, encontrarán la fuerza, la senda misteriosa de implorar
que un milagro despierte a mi Isla y resurja al fin, redimida,
bautizada con la sangre de tantos muertos, y como madre bondadosa,
abra sus brazos para empaparnos de amor y perdón.
Pero hoy solo escribo y mi pluma, espada rota, se queja y gime,
y no tengo otra opción que esperar sola, incomprendida,
abandonada… eternamente DESTERRADA.
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20 DE MAYO DE 1902
Este azulado pensamiento mío
que plasma de tu cielo su belleza,
ha recorrido errante los caminos
coloreando de exilio mis maletas.
20 de Mayo… solitaria, libre,
izaron orgullosa tu bandera
manos y sangre cubana de mambises
abriendo surcos en la tierra nueva.
Luego, días de paz y de mesura,
cañaverales vistiendo los caminos,
rechinar de carretas en la tarde,
ver despertar en lluvia los bohíos.
Crecer, y ver pasar en armonía,
desde el amanecer hasta el ocaso,
la vida, cual un broche de alegría,
prendida en la solapa de los años.
Después, frío mortal, incertidumbre,
terrible realidad, llanto, destierro…
dejar el corazón en cada huella,
poner un triste adiós en besos,
anhelar de los muertos sus cenizas
para cubrir de ilusiones nuestra espera,
querer sentir la fuerza de sus huesos
balanceando distancias y flaquezas.
Escuchar en mareas de reclamos
ese grito de amor que da la tierra,
para unirnos a todos los cubanos
en arenas de límpida clemencia
y en otro amanecer que se avecina
ver izar victoriosa esa quimera
ondeando sus franjas con etérea,
arrogante y mágica belleza.
¡Dejadla que ilumine en lontananza,
gallarda y altanera!
Ella ha sido ultrajada y mancillada,
que hoy flote sin fronteras,
y en su triángulo rojo purifique
una estrella de paz: a mi bandera.
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LA NIÑA QUE HUBO EN MÍ
La niña que hubo en mí fue silenciosa
como una golondrina mañanera
que rozó los balcones de esa infancia
mojados con quimeras.
Remontaba serena en la distancia,
batía con sus alas mis esperas,
y encontraba en guijarros brotes nuevos
llamando primaveras.
La niña que hubo en mí fue una sonrisa
perdida en una escuela,
con cartillas y libros que adornaban
mis horas placenteras.
Y quizás en la tarde, sin saberlo
despertaba mi musa de poeta
contemplando correr las nubes vagas
en cielos de tormenta.
La niña que hubo en mí se balanceaba
sentada en aquel cuarto de muñecas
con baúles cerrados de misterio
contando sus grandezas.
Tal vez alguna noche fue la dueña
de místicas estrellas
y un perfume a jazmín llenó su vida
con fragancias románticas, eternas.
La niña que hubo en mí fue una llovizna
que aún salpica algún charco allá en mi tierra,
el barco de papel sin rumbo fijo
que navega en corrientes extranjeras.
La niña que hubo en mí fue un poco triste,
yo sé que alguien le dijo de esta ausencia,
por eso remontaba las distancias
como una golondrina mañanera.
©Marilú Capín de Aguilar. All Rights Reserved.

About the Author

Marilú Capín de Aguilar. Writer and Publisher. Born in Havana. Cuba, she began writing poetry as a young girl, and continued doing so throughout her life. In 1961 she left Cuba for Spain with her mother and siblings where she lived for ten years. Motivated by nostalgia and homesickness, her writing gained intensity and her art flourished through the years. Nature, love, family and country are concepts and experiences given with life, fantasy and beauty in her prolific writings. In 1971 she came to USA and since 1975 she lives in Dallas, Texas with her husband and family.

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